Jesús Antonio Petit Da Costa
Viernes, 18 de diciembre de 2009
Para entender lo que está pasando con la banca privada hay que partir de
esta premisa: Venezuela es un protectorado de Cuba donde se viene
ejecutando por etapas el proceso (¿conocen la palabrita?) de
implantación del comunismo a la cubana dirigido personalmente por Fidel
Castro. El encargado de su realización es su hijo político Hugo Chávez,
por ello apodado Hugo El Cubano, a quien asiste en la parte operativa su
morocho Alí Rodríguez Araque.
Establecida la premisa, veamos los hechos. La primera etapa del proceso
tuvo por objetivo la destrucción de la institucionalidad democrática,
tarea que cumplieron a cabalidad los "tontos útiles" desde la
Constituyente y remató la sucesión de mandos militares venales. La
segunda etapa tuvo por objetivo apoderarse de la industria petrolera a
fin de remover a los que obstaculizaban el uso discrecional del dinero
del pueblo venezolano para sostener el régimen cubano, financiar la
expansión del comunismo por América y comprar conciencia y votos en
Venezuela, además de corromper a todos los corruptibles y de enriquecer
a la boliburguesía. La tarea de convertir a PDVSA en la financista del
comunismo en Venezuela y América la cumplió Rodríguez Araque, hombre de
confianza de Fidel desde sus tiempos de guerrillero. Tanto él como
Chávez fueron inhumanos en la ejecución de esta tarea, causando dolor a
veinte mil trabajadores y sus familias, que perdieron empleo,
prestaciones y ahorros y muchos fueron sacados por la fuerza de sus
viviendas.
La tercera etapa tuvo por objetivos: neutralizar a la OEA para que no
vuelva a intervenir en Venezuela como lo hizo para el revocatorio;
expandir el comunismo (ALBA) y hacer fracasar el ALCA (Acuerdo de Libre
Comercio de América) promovido por Estados Unidos. Para ello Rodríguez
Araque fue designado Ministro de Relaciones Exteriores. En 2006, hecho
este trabajo, se fue a vivir a Cuba como Embajador. Estando allá, en
relativo descanso por problemas de salud, pasó el gobierno a la cuarta
etapa: profundizar la iniciada eliminación de la propiedad privada en la
ciudad y el campo, mediante las invasiones, intervenciones,
expropiaciones y confiscaciones de industrias, haciendas y hatos.
Cumplida por otros la tarea de destrucción del aparato productivo
privado, Rodríguez Araque regresó de Cuba, esta vez para el Ministerio
de Finanzas. Desde entonces ocurrieron cosas como éstas: el gobierno
compró el Banco de Venezuela para convertirlo en la casa matriz de la
banca pública; los boliburgueses, que son los ricachones del comunismo,
recibieron financiación de fondos públicos para comprar varios bancos
pequeños; y los bancos grandes se llenaron de bonos de la deuda pública,
ya que no hay demanda de créditos para la industria y el campo. Avanzó
así la toma del sistema financiero.
Estaba ya madura la fruta cuando viajó Hugo El Cubano a su tierra amada
para la cuenta periódica con Fidel, su padre político. No por mera
coincidencia a su regreso procedió a intervenir los bancos que habían
comprado sus boliburgueses con el dinero que el mismo gobierno les había
dado y lanzó contra ellos una campaña de desprestigio. Con esta maniobra
ingeniosa, propia de Fidel, busca, por una parte, desprestigiar a los
banqueros privados para justificar el asalto final, de manera que no se
vea como un atropello a la propiedad privada sino como una medida contra
la corrupción, y por la otra, desvincularse temporalmente de la
boliburguesía, que ya cumplió su misión de infectar la banca privada
para exponerla al desprecio público. Por un tiempo los banqueros
boliburgueses estarán fuera de circulación pero con su botín afuera a
buen resguardo.
Concatenando los hechos podemos ver que el morocho Alí vino de Cuba
directo para Finanzas, sin ser especialista en la materia, porque el
próximo paso del proceso dirigido por Fidel será sustituir la banca
privada por la banca pública, cuyo sistema tiene nombre: Corporación de
la Banca Pública.
Opinión y análisis - Los terribles morochos de Fidel (18 December 2009)
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/4257963.asp
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