Durmiendo con el enemigo
By NICOLAS PEREZ DIEZ ARGÜELLES
La caída brusca de los regímenes totalitarios es idéntica a los
embarazos no planificados, el niño se aparece cuando uno menos lo
espera. Que el castrismo se va nadie lo duda, ahora lo que se discute es
cómo se va. Hay tres modelos de derrocamiento, ¿cuál te gusta?
El primero es el modelo de la Rumanía de Ceaucescu. Allí todo comenzó
con el objetivo de acabar con la deuda externa mediante una nueva
política que se llamó de ``racionalización'' y que consistía en una
reducción drástica de los artículos de primera necesidad tales como
carne, leche, huevos, agua corriente y luz eléctrica. Exactamente como
sucede hoy en Cuba con la eliminación de la libreta de racionamiento,
los comedores populares y la escasez de petróleo venezolano. El
descontento que se inició en Rumanía en la ciudad de Brasov en 1987 tuvo
su culminación en Bucarest en 1989 cuando, en una concentración popular,
la misma multitud que comenzó gritando con fervor comunista ``arriba
Ceaucescu'' cambió la consigna por ``abajo el diktateur''.
Inmediatamente el líder máximo fue apresado, juzgado y ejecutado el día
de Navidad. Y me pregunto, ¿el gobierno de Raúl Castro tiene más
credibilidad sobre su pueblo del que tenía Ceaucescu antes de su
defenestración?
Un segundo modelo es el provocado por una crisis migratoria. El
detonante de la caída del muro de Berlín y del régimen de Erich Honecker
fue la huida de decenas de miles de alemanes que pedían asilo en
embajadas y por las fronteras de Austria y Hungría en búsqueda de
libertad. No es un secreto para nadie que con su poder de maniobra Fidel
Castro logró sortear los peligros de una caída de su gobierno cuando el
Mariel, pero ¿podrán evitarlo su hermano Raúl, Ramiro Valdés o Carlos
Fernández Gondín? Con la experiencia acumulada por este exilio y por el
gobierno norteamericano, ¿seríamos tan estúpidos como para ayudar otra
vez a la dictadura de La Habana a desactivar una crisis de este tipo?
El tercer modelo: la sublevación militar, y la típica es la de Hungría
de 1956. Comenzó con una manifestación estudiantil que se complicó en
sólo horas. Desde la Unión Soviética enviaron por la frontera tanques
rusos para reprimirla. La revuelta culmina cuando el ejército húngaro se
niega a reprimir al pueblo y se suma a la revuelta. Cae el gobierno de
András Hegedus y nombran ministro de Defensa a Pal Maleter, un coronel
que había combatido contra los nazis en el ejército rojo, comunista
aparentemente convencido y el militar húngaro más fiel a Moscú. Este
coronel, en el momento crucial, no obedece órdenes de la Unión Soviética
y dirige la sublevación frente al comunismo. ¿Hay alguna razón para que
esto no suceda en Cuba en un futuro próximo?
Siempre he sido partidario, y lo sigo siendo, de resolver el problema
cubano a través de una reconciliación nacional. No quiero para mi pueblo
un nuevo baño de sangre. Pero cada día veo más lejos e irreal esta
solución idílica. Cada medida que toma el régimen de Raúl Castro es un
paso más hacia el estallido de la violencia.
Y hay actualmente en Cuba dos síntomas pésimos para la estabilidad de un
régimen totalitario, la gente está diciendo lo que piensa y está
perdiendo el miedo.
Todo comenzó en la reunión de Ricardo Alarcón con los estudiantes de
Ciencias Informáticas de la Universidad de La Habana, y el fenómeno
volvió a repetirse el mes pasado en el Instituto Superior de Arte. Ambas
protestas fueron rectificadas al estilo stalinista al día siguiente,
pero la semilla de la rebeldía está ahí. Los mítines de repudio a
Reinaldo Escobar y las dos brutales represiones a las Damas de Blanco
son un arma de doble filo: por una parte aterroriza al pueblo, por otra
lo indigna.
Si yo fuese el presidente de Cuba estaría con el alma en un hilo porque
duerme con el enemigo:
• Raúl Castro mantendrá el poder en los próximos meses por las medidas
represivas que tome o no Ramiro Valdés. Está en sus manos. Ellos han
firmado un pacto de no agresión por motivos de mutua supervivencia, pero
el ansia de poder es una mala consejera y la venganza un plato que se
sirve frío. Ramirito, el verdugo más implacable de la historia de la
revolución cubana, ¿no tendrá tentaciones de medianoche en cuanto a
pasarle la cuenta a Raúl por sus antiguas rencillas?
• Al castrismo quizás lo absuelva la historia, pero lo condena la
tecnología. Un puñado de ancianos que no entiende este mundo moderno de
las antenas parabólicas, la internet, los celulares, Facebook y Twitter,
¿puede enfrentarse a una juventud que vive en su siglo, le sobra
imaginación, reclama su espacio y no parece dispuesta a retroceder?
• En los últimos actos de repudio nadie nombró a Raúl en sus consignas
y la muchedumbre enloquecida gritaba, porque saben que pueden perderla,
que la calle era de Fidel. Este no asistió el pasado fin de semana a la
reunión del ALBA en La Habana después que fue anunciada su presencia por
Hugo Chávez y Evo Morales. Si desaparece Fidel, me pregunto ¿de quién
serán entonces las calles de Cuba?
• Raúl no va a ser derrocado ni por una invasión norteamericana, ni por
el exilio, ni por la disidencia interna, sino por un coronel comunista
que está hoy posiblemente sentado a su lado en el Comité Central o por
la mismas turbas repugnantes que acosaron hace días a las Damas de Blanco.
Lo anterior no es pensamiento mágico, sino experiencia histórica.
NICOLAS PEREZ DIEZ ARGÜELLES: Durmiendo con el enemigo - Opinión -
ElNuevoHerald.com (16 December 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/v-fullstory/story/610421.html
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