¿Quién ganó en la OEA?
By NICOLAS PEREZ
Al anticastrismo nos han metido en el tuétano de los huesos la
propaganda comunista de la isla, un sortilegio maldito: Fidel es
invencible. La revolución cubana, indestructible. Nosotros y nuestros
aliados somos unos imbéciles y siempre perdemos frente a ellos. Yo
también fui una víctima de este espejismo. Recuerdo que, estando en la
Cabaña, pasó por Cuba en 1963 el ciclón Flora.
Y en su discurso aquella vez, Fidel Castro explicó que la catástrofe
natural había salvado cosechas en la isla, permitido que se llenaran de
agua las represas, limpiado el clima de impurezas, su paso (había
partido la isla por la mitad y seguidamente había recurvado con mayor
intensidad) se había producido en el momento correcto para no
interrumpir la zafra azucarera, y culminó su descarga asegurando que el
próximo año gracias al ciclón la producción agraria se duplicaría.
Su voz estaba llena de esperanza y optimismo. Los adjetivos que
utilizaba para describir aquel ciclón milagroso para la revolución
cubana, como un maná que había caído del cielo, eran superlativos. Hasta
el punto de que comencé a cavilar sobre la buena suerte de Fidel Castro.
Pocos días después me enteré de lo que estaba en realidad pasando. Cuba
había quedado hecha picadillo, la economía destruida y de Maisí a San
Antonio no quedaba piedra sobre piedra a causa de los fuertes vientos. Y
fue en ese instante que me enfrenté a la diabólica habilidad que tiene
Fidel Castro de convertir los reveses en victoria y al extraño karma que
poseemos sus adversarios de convertir las victorias en derrotas.
Acaba de ocurrir otra vez. En la última reunión de la OEA, en San Pedro
Sula, la expulsión de Cuba el 22 de enero de 1962 de la organización
regional por sus nexos con la Unión Soviética, que es un anacronismo y
un residuo de la guerra fría, quedó sin efecto, una disposición que
apoyó el gobierno de Obama. Para Miami ha sido una bochornosa derrota.
Sin embargo, aun cuando hubo que utilizar ese lenguaje diplomático
ambiguo para aprobarla, creo que desde el punto de vista político
Washington se ha salido con la suya y ha obtenido un triunfo sin
precedentes. En primer lugar, la medida forma parte de la nueva política
de Barack Obama de no aislar a La Habana porque el aislamiento la
fortalece, y de comenzar una nueva era de relaciones con América Latina.
En segundo lugar, quienes cedieron y aceptaron finalmente la propuesta
cuando se vieron abacorados frente a la mayoría de los países de América
fueron Hugo Chávez y sus aliados.
Y tercero, una entrada de Cuba en la organización pasa por las horcas
caudinas de hacer la solicitud y aceptar que va a formar parte de un
organismo democrático y que respeta los derechos humanos, como señala el
segundo párrafo de la resolución, y esto La Habana jamás lo va a hacer,
aunque otra vez tiene la pelota en su terreno y está contra la pared.
Finalmente, y esto también es real,todo lo anterior es una pérdida de
tiempo, ejercicios de retórica. Los Estados Unidos consiguieron atraer a
su posición a la mayoría de los países de Latinoamérica, y Hillary
Clinton fue más asediada por los periodistas y aplaudida por el público
que los presidentes de Paraguay y Honduras. Pero eso sí, Cuba jamás se
sentará en la OEA, el objetivo del ALBA es crear un nuevo organismo sin
los Estados Unidos ni Canadá. Y ya comenzaron a aplicar su estrategia
para destruir a una organización que, como quedó demostrado en San Pedro
Sula, no pueden dominar.
No obstante, cuando terminó esta reunión en Honduras los comunistas,
como Jalisco, que nunca pierde y si no gana, arrebata, comenzaron a
gritar: ¡ganamos, ganamos, ganamos! Y nosotros en Miami, obedeciendo las
consignas marxistas leninistas comenzamos a apoyarlos y a gritar:
¡perdimos, perdimos, perdimos! Lo cual no me sorprende.
Para mí, lo inexplicable es la postura del senador Bob Menéndez:
político cubano inteligente, informado y líder demócrata, que fue el
primero que habló de eliminar la subvención de los Estados Unidos a la
OEA porque en Honduras hubo un intercambio respetuoso de puntos de
vista, una negociación, un acto de civilización, de razón y no de
fuerza. Deje las amenazas y las bravatas para los comunistas, señor
Menéndez. Por ello a él le diría: senador, deje de contemplar a la OEA
como un ministerio de colonias norteamericano, deje eso para el gobierno
de George Bush. Deje de querer actuar como si Washington fuese el dueño
de Latinoamérica. Hay una nueva política de paz, diálogo y
multilateralismo. Han cambiado los tiempos. Y los ha cambiado su
presidente Barack Obama.
También debemos felicitar a un grupo de exiliados encabezados por Húber
Matos, Silvia Iriondo y Orlando Gutiérrez, que enfrentándose a turbas
castristas lograron una importante entrevista con el secretario general
de la OEA, Miguel Insulza, y le trasladaron el punto de vista de un
grupo importante de cubanos de Miami y de la isla. Sobre cómo finaliza
esto, eso sería especular. Y yo no especulo.
NICOLAS PEREZ: ¿Quién ganó en la OEA? - Opinión - El Nuevo Herald (10
June 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/v-fullstory/story/471168.html
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