Publicado el 06-20-2008
¿Hay perspectivas de cambio en Cuba?
Por Guillermo Cabrera Leiva
Para un observador poco enterado de la situación que impera en Cuba,
pareciera que las cosas van encaminadas a alterar su curso, y que éstas
poco a poco van a configurar otro panorama, más halagüeño y esperanzador
que el que ahora existe.
Pero a medida que ese observador analice el cuadro y conozca más a fondo
lo que ha ocurrido en Cuba durante los últimos cincuenta años,
seguramente alterará su juicio y será más objetivo en sus apreciaciones.
Definir el régimen que impera en Cuba no es muy difícil. Creo que tiene
mucho de parecido a un bastión feudal, en que un señor, rodeado de una
elite de hombres sin escrúpulos, audaces y temerarios, asume el mando y
dispone de la vida y hacienda de sus subordinados.
Los cambios que se desean consisten, sobre todo, en restablecer el
estado de derecho que existe en los países civilizados, en abrir las
cárceles y poner en libertad a todos los presos políticos, en permitir
el libre movimiento del ciudadano, para salir o entrar en el territorio
nacional, en la libertad de prensa, en la organización de partidos
políticos y la celebración periódica de elecciones libres.
Hay dos maneras de lograr esos cambios. Una es la manera violenta, ya
sea mediante la sublevación de una parte considerable de las fuerzas
armadas de Cuba, una invasión extranjera o una rebelión popular. Estas
tres posibilidades parecen lejos de ocurrir. Explicar en detalle esa
imposibilidad llevaría un artículo muy extenso.
La otra manera sería mediante la protesta pacífica, constante,
disciplinada y firme, para lo cual se necesita una población consciente
de su deber cívico y dispuesta al sacrificio personal. Esta opción, que
los disidentes y las Damas de Blanco llevan a cabo en pequeña escala y
que salva la dignidad del pueblo cubano, la consideramos imposible de
realizar en mayor escala en la Cuba de hoy, donde es muy difícil
coordinar ningún plan de esa trascendencia, por razones obvias.
Ante ese cuadro cabe una posibilidad más, y es la de una catástrofe
natural, de tal magnitud que sacuda las mismas entrañas de la nación, y
conduzca, como resultado final, a una reconstrucción del país.
La respuesta a la pregunta del título tiene, pues, varias modalidades.
Existen, con toda certeza, posibilidades de cambio. Hoy todo parece
favorecer la continuidad del régimen opresivo e injusto que gobierna en
Cuba. El paso del tiempo, sin embargo, puede ir transformando las
circunstancias y creando nuevas avenidas conducentes al anhelado cambio.
Hay una realidad, que solemos perder de vista, y es el juicio de Dios.
El caso de Cuba, como el de la fenecida Unión Soviética, puede que sea
objeto de un derrumbe desde adentro, que deje atónitos a cuantos lo
presencien.
El cambio en Cuba puede que esté a las puertas. Nadie sabe, al parecer,
cómo se desarrollarán las cosas en lo que resta del año. Pero sea cual
fuere el final de esta ya larga tiranía, hay que rogar al Señor que su
término no traiga consigo un derramamiento de sangre que deje sin vida a
muchos inocentes.
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