El líder cubano tacha de hipócrita el gesto adoptado por los 27
Fernando García | 21/06/2008 | Actualizada a las 00:00h
Hace diez años, Juan Pablo II hizo votos para que "Cuba se abra al mundo
y el mundo se abra a Cuba". Fue la declaración más sonada de su
impactante visita a la isla. Tal deseo parecía ayer realizable: el
levantamiento de las sanciones comunitarias a La Habana coincidía con
uno de los momentos más dulces en las relaciones exteriores de la Cuba
revolucionaria, embargo norteamericano al margen. No obstante, Fidel
Castro enfrió abruptamente los ánimos al expresar anoche su desprecio
por la decisión europea.
Aún falta por ver la respuesta del Gobierno de Raúl Castro al gesto de
la UE; en especial ante los condicionantes sobre derechos humanos y
"liberación incondicional de presos políticos" que salpican el acuerdo
de los Veintisiete. Pero la fulminante reacción del líder histórico de
Cuba no es un buen augurio. En contraste con una primera impresión
favorable del canciller Felipe Pérez Roque, Fidel emitió a medianoche
una reflexión en la que afirmaba: "A mi edad y en mi estado de salud,
uno no sabe qué tiempo va a vivir, pero desde ahora deseo consignar mi
desprecio por la enorme hipocresía que encierra tal decisión". Ésta -
continuó- "coincide con la brutal medida europea de expulsar a los
inmigrantes no autorizados procedentes de los países latinoamericanos,
en algunos de los cuales la población en su mayoría es de origen europeo".
El convaleciente ex mandatario Cuba afiló la pluma al referirse a la
demanda de liberación de los presos: "A Cuba, en nombre de los derechos
humanos, le exigen la impunidad de los que pretenden entregar, atados de
pies y manos, la patria y el pueblo al imperialismo", escribió Fidel en
un texto titulado "Estados Unidos, Europa y los Derechos Humanos". La
carta, fechada a las 7.55 horas de la tarde (hora española), se difundió
exclusivamente por Internet - por expreso deseo del autor- poco después
de las 0 horas de la pasada madrugada.
Horas antes, el canciller Felipe Pérez Roque había considerado - según
la agencia Reuters- que el acuerdo de los Veintisiete aparentaba ser "un
paso en la dirección correcta", si bien el Gobierno se tomaría su tiempo
para estudiar a conciencia los términos de la decisión antes de dar una
respuesta oficial.
Como tantos otros acuerdos de la Unión, el referido a la relación con
Cuba es una ejercicio de equilibrismo que trata de compatibilizar el fin
de las simbólicas pero incómodas sanciones impuestas en 2003 a La Habana
- suspendidas desde 2005- con un considerable listado de condiciones y
exigencias relativas, no sólo a la liberación de presos sino también a
las políticas internas de la isla. Así, la UE también reclama al
Gobierno de Raúl Castro que no ponga pegas a los contactos del club
europeo y sus socios con "la oposición democrática" de la isla a fin de
promover un "progreso real hacia la democracia pluralista" o de
proporcionar un "apoyo práctico hacia un cambio pacífico" en el país; en
caso contrario, el diálogo que se ofrece en el acuerdo podría
suspenderse en un año, cuando la UE revise de nuevo su "posición común"
sobre la isla, aprobada en 1996 y que los Veintisiete ratificaron pese
al fuerte rechazo que suscita en La Habana.
Fidel Castro terminó así su sorpresiva reflexión de ayer: "Tengo muchas
cosas que decir, mas por hoy basta. No deseo molestar, pero vivo y pienso".
Mientras, la disidente Marta Beatriz Roque, a quien Cuba relaciona con
la CIA y con un supuesto terrorista, denunció la detención de siete
compañeros suyos que se habían manifestado ante la sede de Interior en
Matanzas.
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