2008-06-07.
Elías Amor, Economista ULC
Una vez más el régimen castrista se empeña en hacer el ridículo
internacional, tratando de sacar el máximo provecho de la estrategia
política falaz que practica, basada en la crítica no constructiva y el
desprecio a los que opinan de forma diferente, y utilizando en beneficio
propio los espacios que las democracias internacionales otorgan a las
dictaduras, para poder desarrollar las actividades, generalmente de
libre expresión, que ellas limitan y persiguen dentro de sus fronteras.
Lo cierto es que los acontecimientos no suceden en vano, y que el
aislamiento del régimen castrista es ya una evidencia internacional
incuestionable.
Esto es más o menos lo que ha sucedido durante la Cumbre de Seguridad
Alimentaria organizada por la FAO en Roma, con la participación de
destacados dirigentes europeos e internacionales, y con el texto de la
declaración de la Delegación Cubana en ese Foro, leída por el
responsable del Ministerio para la Inversión Extranjera y la
Colaboración Económica, MINVEC, Orlando Requeijo, "acusando de la falta
de voluntad política de los países del Norte para promover una solución
justa y duradera a la crisis alimentaria mundial".
El texto no tiene desperdicio y vuelve a poner de manifiesto, una vez
más, los difíciles equilibrios que se están dando en el régimen
castrista entre los sectores radicales y duros talibán, y los que
pretenden ampliar y reforzar los tímidos procesos de cambio.
Como siempre, Estados Unidos, en la dialéctica oficial cubana, es el
responsable de todos los males internacionales, y se le califica como
"único país que se opone al derecho a la alimentación, fue el principal
responsable de la frustración de las expectativas que la comunidad
internacional cifró en esta conferencia de alto nivel, las que fueron
confirmadas en las intervenciones de la inmensa mayoría de los altos
dignatarios que aquí han hablado".
Olvidan las autoridades cubanas que la miseria y la necesidad, la
escasez y el racionamiento donde se encuentran presentes casi 50 años es
en Cuba, y no en el vecino del Norte, donde cualquier indicador de
consumo, de las clases sociales más bajas multiplica por tres o cuatro
veces los niveles más elevados que se registran en la Isla.
Y si se pretende continuar con este análisis, las diferencias de consumo
y condiciones de vida existentes entre la clase dirigente política
comunista y la media de la población en Cuba, son, si cabe, mayores que
las observadas en otros países latinoamericanos. Los datos son los
datos, por mucho que se pretenda tergiversar la historia.
El texto de la Resolución añade, a continuación, que "no hay un
diagnóstico medianamente objetivo de las causas esenciales del hambre en
el mundo. No se podrá encontrar en el documento referencia alguna a
temas como el impacto de los subsidios agrícolas y el control monopólico
de la distribución de los alimentos en la ruina de muchos agricultores
en el Sur; la siniestra estrategia de convertir los granos y cereales en
combustibles; el efecto de los insostenibles patrones de producción y
consumo del Norte en el cambio climático; y las consecuencias de la
especulación financiera en el aumento de los precios de los alimentos",
referencias que cualquier lector habrá podido comprobar que ya se
realizan en varias de las colaboraciones que Fidel Castro viene
realizando periódicamente en Granma sobre estos asuntos.
Nada hay de cierto en todo ello. El diagnóstico es conocido, y la
respuesta también. La Cumbre ha avanzado notablemente en estas
cuestiones. La producción mundial de alimentos experimenta un
crecimiento no acompasado al ritmo de avance de la población con
capacidad de consumo en aumento, como sucede en aquellos países que
empiezan a superar las trabas del atraso y subdesarrollo, como China por
ejemplo, que tanto parece inspirar a algunos sectores del castrismo.
El ajuste entre estas variables tiene en el mercado una referencia
principal, a pesar de los elevados niveles de subvención y protección
que existen en determinadas zonas del planeta. Es posible que en Cuba no
se entiendan estas reglas de funcionamiento de la economía mundial, lo
que resulta evidente si se analiza la historia económica de los últimos
49 años. Los participantes en la Cumbre de la FAO son conscientes de los
retos planteados, pero también conocen las políticas más eficaces para
encontrar una solución.
Luego la declaración prosigue con los típicos enunciados aburridos y
faltos de contenido que caracterizan a la prosa castrista mas añeja: Por
ejemplo, "Cuba no puede hacer silencio para convertirse en cómplice de
una representación demagógica y oportunista como esta". O también "Acota
que la Isla seguirá trabajando en defensa de la justicia, la equidad y
la solidaridad". Para concluir afirmando "Y asegura que podemos cambiar
el injusto orden internacional que sustenta el hambre y la pobreza y
hace posible la adopción de textos como este en franca negligencia ante
las necesidades vitales de aquellos que padecen hambre".
Y entonces, como sucede siempre, llega la oportunidad para denunciar el
"bloqueo" y atacar a Estados Unidos buscando una solidaridad
internacional cada vez más problemática, en tanto las cárceles cubanas
siguen llenas de presos políticos, se continúa eliminando el ejercicio
pacífico de la libertad de expresión y se frena cualquier proceso de
apertura democrática.
Con un apoyo limitado y circunscrito a los delegados de Venezuela,
Argentina, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, la declaración, leída en la
plenaria final de la Cumbre de la FAO, "insiste en que nuestro país
agradece el apoyo recibido de la abrumadora mayoría de los estados, en
particular del Grupo de América Latina y el Caribe, en su justa
reivindicación para que se ponga fin al criminal bloqueo impuesto por el
gobierno de Estados Unidos contra la nación caribeña, que tiene
planteada la imposible pretensión de doblegar la convicción de
independencia del pueblo cubano, mediante el hambre. La política de
hostilidad, bloqueo y agresiones de EE.UU. a Cuba no ha prescindido de
la manipulación de los alimentos como instrumento de presión política y
económica".
Cuesta una vez más entender esta posición tan compleja si se tiene en
cuenta que gracias a las ventas al contado de cereales y carne de los
granjeros estadounidenses el régimen castrista en 2007 pudo paliar
situaciones de escasez y hambruna que encendieron todas las luces rojas
del sistema. Las recientes entregas de tierras a los campesinos se
presentan como una reacción a toda prisa por mejorar la deficiente
producción agraria cubana en un intento de mejorar las condiciones de
consumo de la población, pero ya han sido ampliamente cuestionadas por
las organizaciones independientes de agricultores.
La alarma no ha pasado aún. Los indicadores, por ejemplo, de precios,
nos han de avisar de que las cosas no están yendo correctamente en la
Isla y que previsiblemente, en cualquier momento, se pueda producir
algún tipo de estallido social similar a los de otras capitales del
tercer mundo. Es solo cuestión de esperar.
Mientras tanto, la delegación cubana deja el Foro de la FAO acusando a
los "ricos y poderosos" de todos los problemas de hambre en el mundo.
Poco más. Ver para creer.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15665
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