El crimen de un pacto
RAFAEL ROJAS
La lucha por el poder de la revolución cubana comenzó antes de que los
propios revolucionarios llegaran a conquistarlo. Los últimos meses de
1957 fueron un momento decisivo de la confrontación ideológica entre el
creciente autoritarismo de la Sierra, por un lado, y las corrientes
democráticas que se oponían a Batista en el llano y el exilio. Dos
capítulos importantes de esa confrontación serían la intensa y olvidada
polémica entre René Ramos Latour (Daniel) y el Che Guevara y la
desautorización del Pacto de Miami por Fidel Castro.
En una carta del 31 de agosto de 1957, Guevara proponía a Fidel que,
para evitar que ''lidercillos de baja calidad moral e intelectual
trataran de suceder a Frank'', se enviara a Santiago a un hombre de la
Sierra como Raúl, Almeida, Ramirito o él mismo. Varias semanas después,
comenzó un intercambio epistolar sumamente tenso entre el propio
Guevara, Fidel y Raúl Castro, de un lado, y Ramos Latour, del otro, en
el que los primeros acusaban a este último de haber ''abandonado'' a la
Sierra y de confiar en pactos con los ''politiqueros'' de la ortodoxia y
el autenticismo.
Daniel se defendió en su correspondencia y durante una visita a la
Sierra, en octubre de 1957, aduciendo siempre que la ''lucha no debía
circunscribirse única y exclusivamente a las montañas''. La polémica con
Guevara llegó a niveles de gran intensidad retórica e hizo evidente,
desde entonces, que el comunismo de Guevara y la socialdemocracia de
Ramos Latour eran dos ideologías en pugna por el futuro de Cuba. No hubo
otro momento en que aquel conflicto, que sólo habría tenido solución en
una Cuba socialdemócrata, quedara más claramente expuesto.
En una carta del 14 de diciembre de 1957, Guevara escribía a Daniel:
''Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la
solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de
hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el
afán de la burguesía de liberarse de las cadenas del imperialismo''. Más
adelante, confesaba que se ''avergonzaba'' de haber pensado que Fidel
era un líder de derecha --``lo que ustedes representan''--, ya que la
reacción de Castro contra el Pacto de Miami lo había convencido de que
éste estaba ``por arriba de su clase''.
Daniel responde a Guevara el 18 de diciembre de 1957: ''Los que tienen
tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está
en liberarnos del nocivo dominio yanqui por medio del no menos nocivo
dominio soviético''. En aquella misma carta, Ramos Latour agregaba que
la ideología del Movimiento 26 de Julio se inspiraba en el pensamiento
político de José Martí, que consistía en hacer de Cuba un país
democrático y próspero, pero con justicia social, y que los pactos con
otras fuerzas opositoras eran necesarios y saludables.
El creciente rechazo de los jefes de la Sierra a los líderes del llano
no tenía que ver, fundamentalmente, con la queja de que no llegaban
recursos, que nunca dejaron de enviarse, sino con la política de
entendimiento con los dos principales partidos de oposición --el
Ortodoxo y el Auténtico-- y de diálogo permanente con diplomáticos
norteamericanos. Armando Hart, que presumía de su radicalismo, escribió
en una carta del 16 de octubre a Castro: ``He estado en contacto con
círculos íntimos de la embajada [...] Muchas personas vinculadas a
nosotros, pero que no aparecen como tales, fueron a conversaciones con
el propio embajador''.
Fruto de esa política, que Fidel, Raúl y el Che llamaban
''politiquería'', fue el Pacto de Miami, firmado a principios de
noviembre de 1957 por Carlos Prío, Manuel Antonio de Varona, Carlos
Hevia y Carlos Maristany, por los auténticos; Roberto Agramonte y Manuel
Bisbé, por los ortodoxos; Lincoln Rodón y José R. Andreu, por los
demócratas; Faure Chomón y Ramón Prendes, por el Directorio y la FEU;
Angel Cofiño, por la CTC; y Raúl Chibás, Mario Llerena, Léster
Rodríguez, Lucas Morán y Felipe Pazos --quien sería nombrado presidente
provisional--, por el 26 de Julio. A pesar de que la Junta de Liberación
constituida llamaba a la ''unidad de la oposición cubana contra la
dictadura de Batista'', en un lenguaje muy similar al del Manifiesto de
la Sierra, los guerrilleros montaron en cólera.
Raúl Castro escribió: ''indudablemente que estos dos señores (Pazos y
Léster) ni fusilándolos pagan lo que han hecho''. El Che Guevara, en la
misma carta a Ramos Latour, dirá que ''en Miami se ha entregado el culo
en el más detestable acto de mariconería que probablemente recuerde la
historia cubana. Mi nombre histórico no puede estar unido a ese
crimen''. Y Fidel Castro, en carta a Mario Llerena, concluye: ``la
politiquería ha hecho mucho daño en Cuba y tratará de hacerlo también
fuera de Cuba. Pero ya hemos logrado que la politiquería se exilie y eso
al menos es un avance''.
Así se criminalizaba el pacto y se descalificaba toda oposición que no
aceptara la hegemonía de la Sierra y su caudillo.
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/226905.html
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