Los móviles y el control del Estado
Los cubanos siguen teniendo exactamente la misma capacidad de maniobra
que tenían antes de que Raúl Castro anunciara las llamadas "medidas de
apertura", es decir, ninguna.
Matías Jove
Antes estaba prohibido vender teléfonos en Cuba. La prohibición continúa
en vigor con una sola excepción: la de los teléfonos vendidos por
Etecsa, la compañía telefónica estatal.
La aclaración no es caprichosa. Los cubanos siguen teniendo exactamente
la misma capacidad de maniobra que tenían antes de que Raúl Castro
anunciara las llamadas "medidas de apertura", es decir, ninguna. Los
cubanos no pueden tomar ninguna iniciativa sin contar con el omnipotente
Estado, que abarca todas las esferas de la vida de los cubanos. No
pueden vender móviles, ni abrir sus casas para alojar a turistas; no
pueden abrir un pequeño taller o cocinar o regentar un restaurante para
turistas; no pueden pertenecer a un sindicato que no sea el estatal o
escribir algo en contra de los dictados del Gobierno. El Estado sigue
siendo dueño de todo. O al menos pretende serlo.
La libertad, sin embargo, siempre encuentra nuevas vías y esa
omnipresencia del Estado estaba siendo amenazada a través de la economía
informal. En Cuba existe un inmenso mercado negro donde los cubanos
pueden comprar múltiples productos que llegan a la isla por mil vías.
Ahí acuden los beneficiados de una de las grandes desigualdades creadas
por los hermanos Castro: la que existe entre los que tienen familiares
en el exilio y los que no. La existencia de este mercado informal abría
un espacio de libertad paralelo al Gobierno cubano que Raúl Castro ha
tratado de neutralizar. Habrá móviles pero los venderá el Estado cubano,
que mantendrá un férreo control sobre los titulares y, no me cabe
ninguna duda, utilizará su monopolio telefónico en tareas de
información. Que le pregunten a Oswaldo Payá.
La medida aprobada por Raúl Castro trata así de apoderarse de una parte
del mercado imposible de controlar por régimen con una intención clara:
lograr legitimidad internacional creando una imagen de cambio y, al
mismo tiempo, evitar a toda costa que los cubanos puedan llevar a cabo
cualquier iniciativa al margen del Estado.
Pero lo más interesante será ver la reacción de Raúl Castro ante el
órdago lanzado por Estados Unidos. Como a los cubanos ahora les está
permitido el uso de teléfonos móviles, los americanos podrán enviar
móviles a sus familiares en la isla. Parece que al Gobierno cubano lo
van a vencer las reglas del mercado.
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