La cartilla de racionamiento
JORGE SALAZAR-CARRILLO
Seguramente que Jean Ziegler, relator del nuevo Consejo de Derechos
Humanos de la ONU, no pasó hambre en Cuba. Y como representante de este
Consejo, controlado por los países violadores de estos derechos (entre
ellos este último país), no encontró estómagos vacíos y rugientes en la
isla. ¡Qué otra cosa esperar de un admirador consuetudinario del régimen
castrocastrense! La independiente Christine Chanet, relatora de la
disuelta, y más celosa, Comisión con el mismo nombre, no pudo ni
asomarse a la isla.
A lo largo de mis lecturas cubanas me he encontrado citas sobre lo que
el desgobierno de Cuba llama eufemísticamente la libreta de
abastecimiento (por extenso, control de ventas para productos
alimenticios). Por lo general las he encontrado inconsistentes entre sí
y generalmente equivocadas. Estas reportan lo que se reparte (cuando
toca y hay) en la ciudad de La Habana, así que adicionalmente son
parciales. Ya que sucede que la gran mayoría de la población reside
fuera de este ámbito (donde hay y toca menos). En esta situación nos
concentraremos, ya que es la más común.
Ante todo debemos comentar que el documento que se entrega a los núcleos
familiares es de una cubierta, papel e impresión de tan mala calidad
que, a pesar de todos los cuidados que se tomen, es prácticamente
imposible que dure el período anual que se supone cubra. Especialmente
cuando hay que presentarlo, para tratar de obtener suministros, a
diversos expendios, a saber: bodega, puesto, carnicería, pollería,
pescadería, leche (sic), combustible (sic) y panadería. Y realizar las
consuetudinarias colas con la consecuente reducción del día útil.
Generalmente para comer hay que primero cocinar, así que comenzaremos
con la ración de combustible: cinco litros queroseno (sic) al mes y dos
y medio litros de alcohol para su precalentamiento. Como esto por lo
general no alcanza, hay que comprar gas-oil por fuera de la libreta. O,
si no, utilizar leña, la cual es el combustible más utilizado en las
zonas rurales (Cuba tiene uno de los consumos de leña por persona más
altos del mundo, según estadísticas reportadas a la ONU).
La cartilla comienza por un pedazo de pan, a obtener del panadero, de
inferiorísima calidad y que prácticamente cabe en una mano. Este engrudo
es más o menos diario. Al mes la cartilla nos anuncia cinco libras de
arroz, dos libras de granos (a veces una), un cuarto de libra de aceite,
dos libras de azúcar blanca y tres de prieta (de vez en cuando falta) y
un paquetito de café de cinco onzas. Una libra de sal se entrega cada
tres meses.
Otros productos controlados son los ''cárnicos'', rubro bajo el cual se
distribuye una libra de picadillo extendido de soya al mes, con alguna
carne que pudiera ser de pavo u oca, junto con una libra de pollo.
Cuando aparecen, tocan dos huevos al mes por persona. El pescado se
distribuye mensualmente en una ruedita o una colita. Y la papa no llega
desde la visita del Papa. Una persona que tenga que depender de estos
suministros mensuales comprobará que se esfuman, cuanto más, en una semana.
Estas entregas se complementan con víveres controlados que se venden
ocasionalmente a precios liberados (mayores que los de la cartilla), a
veces un par de libras de arroz, otra de frijoles, media de fideos, un
paquetito de café, un ''chocolatín'' (ahora desaparecido). Esto sucede
generalmente después de serios fenómenos atmosféricos, como compensación
por la falta de productos durante los mismos (fundamentalmente hablamos
de ciclones).
Es tan grave la crisis alimenticia en Cuba, contrariamente a lo que se
puede esperar del informe que someterá el relator (y en que cualquier
problema será atribuido al inexistente embargo), que las encuestas que
de vez en cuando realiza el desgobierno cubano lo muestran como la
principal preocupación de la población. Superando al gravísimo problema
de la reparación y mantenimiento de la vivienda, que al principio de
este siglo lo consideraban más acuciante. Pero el totalitarismo
castrista está ufano de que, el complementar la irrisoria cartilla
racionadora con el resolver, le llevan al cubano de a pie todas las
deficientes calorías y proteínas que absorbe, y el tiempo que tiene, no
dejándole nada para oponerse a su dictadura.
salazar@fiu.edu
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