2007-07-24.
Luis Tornés Aguililla
Julio 2007. Mariela Castro Espín y los otros críos de la banda armada no
tienen la culpa de ir a rastras por el mundo con los patronímicos de los
dinamitadores de la nación cubana porque, después de todo, ellos
heredaron involuntariamente el resultado de la destrucción y del terror
como metodologías de gobierno.
A la muerte de la gran sarta habanera habrá que seguir viviendo en
aquella isla donde durante medio siglo ¡y quizá más!, la única
alternativa habrá sido el sufrimiento y la soledad o el desenfado con
pachanga y carcajada.
Habrá que soportar un ensordecedor silencio para pasar la página más
triste de nuestra historia y observemos que allí, donde muchos desean
justicia y otros venganza, la mayoría de los cubanos, hartos de
artificios, de miserias y de tiranía, quizá sueñe con aprovechar los
años robados en una pesadilla sin fin.
Amigo lector, el caso de Cuba -mi pobre país- me recuerda la aldea
francesa de Courtecon cuya destrucción al final de la guerra fue tan
grande que lo único que hoy queda de ese lugar es sólo un tomo del
registro del Estado Civil.
Los cubanos, la próxima vez tendrán que llegar a tiempo ¡y sin pasarse!,
sin pasarse en nada para luego… empezar de cero.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10916
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