Por Dalia Acosta / IPS
17 de julio de 2007
La Habana - A pesar del machismo que corre por las venas de buena parte
de su población, sea hombre o mujer, y de la homofobia bastante
generalizada, Cuba podría ir más allá en su actual apertura hacia la
diversidad sexual y reconocer amplios derechos a las parejas de personas
del mismo sexo.
Mientras la comunidad gay y lesbiana cubana se frota las manos con
esperanza, los opositores de un nuevo proyecto de Código de Familia
muestran su rechazo con frases como "la sociedad no está preparada", "no
es el momento oportuno" o "qué modelo imitará un niño que crezca en una
pareja homosexual".
Contrario a estas tendencias, representantes de diferentes sectores de
la sociedad civil consultados por IPS estiman que para hacer justicia
cualquier momento es bueno. "No me parece aceptable el argumento de que
'la sociedad cubana no está preparada aún' o que 'no sea el momento
oportuno'. Creo que estos argumentos pueden expresar veladamente
posturas discriminatorias", comentó a IPS el sociólogo Aurelio Alonso,
autor del libro "El laberinto tras la caída del muro" (2006).
La posición de Alonso fue compartida por la reverenda Raquel Suárez,
integrante del equipo de pastores de la Iglesia Bautista Ebenezer, quien
rechazó cualquier intento de frenar iniciativas dirigidas a disminuir la
discriminación de determinados sectores poblacionales.
"Yo formo parte de la población y no pienso así. Los homosexuales
también forman parte de esa población. Entonces el tema es más profundo.
¿Qué estamos entendiendo por población y quiénes formamos parte o no de
ella? Hay que enfrentar cualquier manifestación que vaya en detrimento
de la vida plena de los seres humanos", dijo a IPS.
La propuesta de reforma ya fue entregada a la máxima instancia del
gobernante Partido Comunista de Cuba, anunció en junio Mariela Castro,
directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), principal
impulsor junto a la Federación de Mujeres Cubanas, única organización
femenina de esta isla caribeña.
Pero el debate se mantiene ausente de los medios de comunicación
nacionales y se limita a pasillos universitarios, círculos
intelectuales, especializados y académicos, grupos parlamentarios y
autoridades de diferentes sectores y, por supuesto, a aquellas
comunidades que aparecen como las principales beneficiadas.
Según el historiador y etnólogo Jesús Guanche, "el Código de Familia
puede y debe ser reformado a la altura de los tiempos actuales, pues el
concepto de familia se ha ampliado y diversificado". "Si no se cambia,
de todos modos las personas irán por un lado y como es habitual el
cuerpo legal irá a la zaga y muy rezagado", apuntó.
"Es necesario someter a debate público cualquier problema por peliagudo
que se crea. Problema que no se identifica es como si no existiera y, al
contrario, problema que se identifica correctamente ya tiene el mismo
una parte de la clave para su solución", añadió Guanche a IPS.
Además de establecer el deber y la responsabilidad familiar de aceptar y
cuidar a todos sus integrantes, independientemente de su identidad de
género y orientación sexual, el nuevo Código de Familia reconocería los
mismos derechos para las uniones entre parejas heterosexuales y
homosexuales.
La iniciativa propone flexibilizar las regulaciones vigentes sobre la
adopción para favorecer el acceso de cualquier pareja y ampliar los
servicios actuales de reproducción asistida a lesbianas y mujeres solas.
El Cenesex impulsa, además, una estrategia nacional para proteger a
travestis, transexuales y trangéneros.
Siguiendo la experiencia de otros países, Cuba se quedaría en el
reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo, sin hablar
aún de matrimonio, pues una decisión de ese tipo requeriría cambios en
la Constitución. El artículo 36 de la ley fundamental establece que el
matrimonio es la unión voluntaria entre un hombre y una mujer.
"Si la sociedad no estuviera preparada, la alternativa sería la apertura
de espacios socializadores para el debate. Esta podría ser una buena
ocasión para el análisis popular y recoger los puntos de vista de
diferentes sectores de la sociedad civil", propuso Zulema Hidalgo, del
Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR).
Sobre el derecho a adoptar, Hidalgo comentó que muchos heterosexuales
carecen de valores y recursos humanos, sin embargo, la sociedad no le
cuestiona su condición de ser padres y madres. "Esto establece
desigualdades. Nada tiene que ver la opción sexual con la educación de
un niño o niña o con calidad de vida", opinó.
En caso de ser aprobada la legislación, la isla se colocaría a la cabeza
de los países del Caribe en el reconocimiento de los derechos humanos de
las comunidades de gays, lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales
y toda la diversidad de personas transgéneros. En el área caribeña,
países como Jamaica aún sancionan las manifestaciones homosexuales.
En América Latina y el Caribe, sólo en algunas jurisdicciones de
Argentina, Brasil y México se han aprobado normas en este sentido,
mientras que en Colombia, Costa Rica, Chile y Uruguay se tramitan
proyectos legislativos al respecto. La pionera en legalizar la unión
civil de parejas de un mismo sexo en la región fue la ciudad de Buenos
Aires, en 2000.
La unión entre dos hombres o entre dos mujeres se reconoce en Dinamarca,
Noruega, Suecia, Islandia, Finlandia, Alemania, Francia, Gran Bretaña,
Luxemburgo y Suiza. En tanto que Holanda, España, Bélgica, Canadá y el
nororiental estado estadounidense de Massachusetts aprobaron
directamente el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Para Gabriel Coderch, coordinador general del OAR, en Cuba sí hay
espacio para estos cambios, lo que hay que tener es valor para llevarlos
a cabo. "Contradicciones siempre tendremos. Hace falta educar a la
población, enseñarle que ser gay o lesbiana no es una enfermedad o un
problema. Esa es una tarea ardua, indiscutiblemente", admitió.
"Los cambios culturales son muy lentos, mucho más de lo que se desearía,
sobre todo para los que están inmersos en la necesidad del cambio, pero
se van produciendo", aseguró Leticia Artiles, coordinadora de la Red
Latinoamericana de Género y Salud Colectiva, de la Asociación
Latinoamericana de Medicina Social (Alames). Cuba sancionó "las
ostentación pública de la homosexualidad" hasta la pasada década y,
durante muchos años, las personas con esa opción sexual fueron excluidas
de algunas carreras universitarias donde "se requería confiabilidad",
así como de puestos de dirección y del Partido Comunista. Ser homosexual
era, salvo raras excepciones, antónimo de revolucionario.
En los últimos años, se observa un mayor tratamiento del tema de la
homosexualidad en la televisión nacional, sobre todo vinculado a
espacios sobre la epidemia del sida (síndrome de inmunodeficiencia
adquirida).
En 2006, una delegación oficial cubana asistió a la Primera Conferencia
Internacional sobre Derechos Humanos de la Comunidad de Lesbianas, Gays,
Bisexuales y Transexuales.
"Puede haber sectores de la sociedad que no estén preparados. En 1961
también había sectores no preparados para admitir la idea de un proyecto
socialista. Cuando ideas más avanzadas aparecen como necesarias, hay que
impulsarlas, a pesar de esos grupos de resistencia", comentó el escritor
Arturo Arango.
La comparación también es válida con la legalización del aborto en 1965,
derecho que aún carecen millones de mujeres en el mundo. "¿Cuántos no se
habrán escandalizado entonces? Ahora viviremos la euforia de unos y el
escándalo de otros. Y luego llegará la normalidad, como con todo", opinó
una cubana radicada en el exterior.
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=5199
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