Capitalismo sobre ruedas
Moverse en Cuba sigue estando en el libro de las heroicidades
cotidianas: El Estado no ha podido mitigar la crisis del transporte con
su maltrecha flota de ómnibus.
Federico Fornés, La Habana
martes 24 de julio de 2007 6:00:00
En un verano de infierno, las tarifas de los alquileres de taxis
privados llegaron a la televisión, pero a diferencia de los reportajes
con final feliz, aquí todo fue amargura.
"Lo cierto es que a falta de controles y escasos mecanismos seguirá
rigiendo la ley de oferta y demanda en los bolsillos de los pasajeros",
reconoce, antes de terminar, la periodista Talía González, autora del
material visto en el noticiero de televisión.
Fue un cierre de capa caída que choca con el tradicional optimismo de
los trabajos teleperiodísticos.
"Hasta ahora ninguna entidad ha sido capaz de regular el incremento de
precios que los boteros ponen a las carreras. No existe un sistema que
norme los tramos y rutas", denunció González, una profesional que goza
de la simpatía de las autoridades y que hace las veces de maestra de
ceremonias en actos oficiales.
Parece que no hay nada que hacer y que los usuarios están abandonados a
su suerte, toda vez que el Estado, con su maltrecha flota de ómnibus,
apenas puede mitigar la crisis permanente del transporte.
El capitalismo que pueda haber en Cuba —maneras fáciles y expeditas de
hacer dinero— tiene en los llamados boteros a uno de sus campeones.
Promedian doscientos pesos por hora o más y suelen exhibir manos
regordetas y anilladas de oro sobre los volantes.
Por desplazarse unos seis kilómetros del Capitolio Nacional, en el
centro de La Habana, hasta la avenida Paseo, en el barrio del Vedado, el
cliente desembolsa diez pesos —el 3 por ciento del salario mensual promedio.
Si su meta termina en el municipio Playa, que comienza unos dos
kilómetros más al oeste, entonces deberá pagar otros diez pesos, lo que
equivale al 6, 6 por ciento de una mensualidad estándar.
Una ruta similar en kilometraje, que enlaza los municipios de Centro
Habana con los de 10 de Octubre y San Miguel del Padrón, en dirección
sureste, también rompe los bolsillos de mucha gente.
Letra muerta
Está listo un estudio para el control de las tarifas que espera su
aprobación por el gobierno.
Desde el 2005 existe el reglamento de operación del transporte que
contiene 16 obligaciones. Una de ellas se refiere a las tarifas
establecidas por los gobiernos locales para los diversos recorridos.
Letra muerta.
Según fuentes del Ministerio del Transporte, en los primeros cinco meses
de 2007 se movieron en la Isla más de 600 millones de personas, 27
millones en autos privados.
Los taxistas ilegales proliferan como los hongos. "Hay una impunidad
increíble", se queja un botero que paga licencia a la ONAT (Oficina
Nacional de Administración Tributaria).
"Están establecidas las multas para los ilegales, que de ser
reincidentes pueden hasta ser objeto de un acto de decomiso", advirtió
Alberto Alamo, vicedirector del Ministerio del Transporte.
El decreto 261 de 1999 estableció el cuerpo de inspectores para detectar
a los infractores. Con suerte y unos billetes, el ilegal escapa de las
garras del fisco.
Desde 1995 las licencias están congeladas. De acuerdo con Flora
Carvallo, directora nacional de servicios fiscales y recaudación de la
ONAT, del total de inscriptos en esa oficina sólo el 10 por ciento son
taxistas particulares. En total se han expedido unas 5.200 licencias en
doce años.
La ley de oferta y demanda
El reportaje insistió en que en el origen de la inflación subyace la ley
de oferta y demanda, que rige en casi todos los niveles de la sociedad.
Pero otros televidentes destapan perspectivas que el material obvió o calló.
"Mientras la gasolina esté carísima y siga subiendo, los boteros harán
lo mismo. Ellos van al ritmo de la bomba", dice Efraín, joven mecánico
que sale tiznado del chasis de un Chevrolet 57, conocidos como
almendrones por sus formas volumétricas.
"Esto consume una barbaridad, es un cacharro, y si te la ponen difícil
en el CUPET —estaciones de bombeo de diesel—, no queda más remedio que
pedir más".
Como casi todo en Cuba, la gasolina también trepa en los precios. Un
litro de diesel regular, que es el combustible que emplea la mayoría de
los autos estadounidenses antiguos, cuesta 85 centavos convertibles,
poco más de 20 pesos al cambio actual.
Cada 24 horas, Cuba consume unos 180.000 barriles de petróleo y produce
unos 80.000 barriles diarios de crudo pesado con un alto contenido de
azufre, que se utiliza fundamentalmente en la generación de
electricidad, según datos de la empresa estatal CubaPetróleo.
Además, el país cubre gran parte de su demanda con los cerca de 100.000
barriles diarios de petróleo que recibe de Venezuela a precios
preferenciales y que, según el gobierno, remunera mediante servicios
médicos, educativos y deportivos en virtud de un acuerdo suscrito entre
ambos países en 2002.
Acosado por las indisciplinas, la falta de personal —en la capital se
dejan de dar 110 viajes diarios por carencia de choferes— y la escasez
de piezas y equipos, el sistema de transporte de pasajeros estuvo a
punto de colapsar hace unos meses, según reconoció en diciembre último
el propio presidente interino, Raúl Castro, ante la Asamblea Nacional.
En la sesión estival del parlamento, celebrada a fines de junio, el
ministro del Transporte, Jorge Sierra, reiteró que los medios que se
adquirirán garantizan un mejoramiento progresivo del servicio de
transportación, pero aún no podrán alcanzarse en breve plazo los ritmos
del período de 1986 a 1990, considerado la era dorada del sector.
Sierra, uno de los ministros llegados al gabinete de la mano de Raúl
Castro, anunció, sin embargo, que la transportación de pasajeros tendrá
una mejoría gradual gracias a la adquisición de una importante cantidad
de ómnibus que llegarán al país en los próximos meses.
'El dinero es el dinero'
"Pareciera que no hay alternativas para el excesivo precio del pasaje",
adelantó la reportera Talía González en el trabajo de marras.
Su resignación es un portazo contra el optimismo oficial.
"El dinero es el dinero", dice una anciana que se derrite en una parada
de Lawton. Son las once y media de la mañana y espera desde hace hora y
tanto la ruta 79 que la traslade al reparto Miramar.
"No puedo estar pagando un carro cada vez que salgo", arremete bajo el
paraguas negro que la protege de un sol de justicia.
Cuando cae la noche, todo es más dramático para los que tienen poco
dinero. Hay menos guaguas y pululan los transportistas de toda ralea.
Con licencia, sin licencia y, sobre todo, choferes de autos estatales
que le paran a todo el que tenga algo que ofrecer.
"El colmo fue que en la Virgen del Camino no pude llevarme a todos los
que querían montar el taxi. Era de madrugada, estaban desesperados. Un
patrullero parqueó a mi lado y preguntó qué pasaba. Le expliqué que
todos no cabían. 'No importa, yo me llevo algunos', respondió el policía".
La historia la cuenta Vicente, un taxista de línea que hace el turno de
noche. "Por veinte por cabeza fueron más seguros que en mi carro", dice
riendo. En su boca, un incisivo montado en oro ilumina como un flash.
Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/capitalismo-sobre-ruedas
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