Una bomba de tiempo demográfica
OSCAR ESPINOSA CHEPE
La Habana -- En muchas ocasiones, al reflexionar sobre el catastrófico
estado de la sociedad cubana se centran los análisis en los aspectos
económicos, sociales, políticos y medioambientales, pero no se hace el
énfasis requerido en la crítica situación demográfica.
Datos preliminares de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE),
aportados a los diputados asistentes al VIII Período Ordinario de
Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular a fines de diciembre
de 2006, demandan un llamado urgente de atención sobre las graves
tendencias negativas presentes en la dinámica de la demografía cubana.
En el Informe se expone una reducción absoluta de la población cubana en
3,715 habitantes con respecto al año anterior, o sea una tasa de -0.3
por mil habitantes. Con ello se cierra un período de continuo
debilitamiento de los niveles de crecimiento de la población, que habían
conducido en el 2005 a una pobre tasa anual de aumento de 0.2 por mil
habitantes, la más baja de América Latina. De confirmarse estas cifras
resulta evidente el comienzo de una etapa de contracción poblacional.
Este cuadro se complica por crecer el grado de envejecimiento, al ser el
número de personas con 60 años o más del 16.2%, que en algunas
provincias alcanza niveles muy superiores, como 18.5% en Ciudad Habana y
19.3% en Villa Clara. La población total del país tendrá el 19.2% con 60
o más años de edad en 2015, según proyecciones de la ONE realizadas el
año pasado. Todo unido a un factor positivo, como una relativamente alta
esperanza de vida al nacer de 77 años en 2005, inferior en la región a
los índices de Costa Rica (78.5 años) y Chile (78.3) de acuerdo a datos
suministrados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Las causas de este preocupante escenario se encuentran en una continuada
caída de la tasa de natalidad desde hace años, sólo 9.9 nacimientos por
mil habitantes en 2006; un descenso del 70.0% respecto a los niveles de
los años 1960. También afecta el crecimiento poblacional el continuo
saldo migratorio externo negativo, que fue de 190,802 personas en el
período 2000-2005 según la ONE, para un promedio anual de casi 3
emigrantes por cada mil habitantes. A fin de brindar una idea de la
importancia del saldo migratorio negativo, puede decirse que muchas
capitales de provincia actualmente no sobrepasan esta cantidad de
emigrados, que no es mucho mayor debido a las duras restricciones
impuestas por el gobierno para salir de Cuba. Este terrible fenómeno
responde a la crisis de la sociedad cubana, crecientemente sumergida en
la miseria y la degradación por muchos años, con falta de alimentos y
los elementos mínimos para que una familia pueda vivir decentemente. Por
ello se produce la reducción de la tasa de natalidad mencionada, de lo
cual se desprende el empequeñecimiento de la tasa global de fecundidad
(total de hijos por mujer) a 1.54 y la tasa bruta de reproducción (hijas
por mujer) a 0.75.
Según los especialistas, para lograr el aumento de la población la tasa
global de fecundidad debe ser superior a 2.2, mientras que para
garantizar la reproducción estable, sin incrementos, la tasa de
reproducción debería alcanzar 1.0 a 1.01; o sea, que cada mujer deje
aproximadamente una hija como promedio
Al mismo tiempo, el problema del éxodo continuado fundamentalmente de
personas en edad laboral se debe a la citada crisis y a que la
ciudadanía ha perdido absolutamente la confianza en el futuro de un país
bajo el férreo control de un régimen totalitario. Las múltiples
consecuencias de esta crisis demográfica son enormes, en primer lugar
actualmente no existe posibilidad de solución mediante la apertura a la
inmigración extranjera como sucediera en la primera parte del siglo XX,
cuando cientos de miles de europeos, asiáticos y caribeños vinieron a un
país que, aunque con dificultades, ofrecía mejores condiciones que las
disfrutadas en sus tierras. Esta situación provoca que la relación entre
las personas menores y mayores de edad con respecto a la población
económicamente activa empeore, con el agravante de que la productividad
del trabajo es sumamente baja debido a los antinaturales mecanismos
económicos vigentes.
Con el incremento progresivo de la población de 60 años o más, se
profundizará el aumento de los costos sociales en la salud pública y los
cuidados a los ancianos, quienes pasaron toda su vida trabajando y ahora
requieren atención especial. Asimismo, los fondos de pensiones seguirán
creciendo a tasas muy superiores en términos reales a la de la economía
en su conjunto. En el 2006, los gastos por seguridad social crecieron un
22.4%, mientras la contribución a ella sólo financió el 60.0% del
desembolso, según datos de ONE. Sin embargo, las pensiones pagadas a los
jubilados no alcanzan para cubrir los requisitos mínimos de una vida
adecuada y digna. La inmensa mayoría de los pensionados cubanos sólo
recibe 164 pesos mensuales (equivalentes a unos 8.2 dólares
estadounidenses, de acuerdo al cambio oficial).
Como puede apreciarse la situación demográfica cubana es muy grave; una
verdadera bomba de tiempo que ya demanda enormes recursos y de los
cuales el país carece, además de generar incontables sufrimientos a
generaciones que se esforzaron en su momento para desarrollar el país.
Un destino injusto e inmerecido, imposible de corregir en el marco del
fracasado sistema económico, político y social imperante en Cuba.
Economista y periodista independiente cubano.
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