en Santa Clara del supuesto cuerpo del «Che»
NUEVOS DATOS PONEN EN DUDA QUE EL CUERPO SEPULTADO EN CUBA DESDE 1997
FUERA EL DE ERNESTO GUEVARA
AP
ABC
Madrid
España
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Francisco Díaz
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Febrero 3, 2007
«Es el comandante, al fin lo encontramos». Diez años después, las
jubilosas palabras de los siete científicos cubanos que rescataron en
Vallegrande (Bolivia) el supuesto cadáver del mítico líder
revolucionario Ernesto «Che» Guevara, que sirvieron para que Fidel
Castro encabezara el célebre entierro del «guerrillero heroico» en el
mausoleo de Santa Clara (Cuba), en octubre de 1997, están en entredicho.
Sin que se realizara el anunciado análisis de ADN y sin pruebas
científicas constatables públicamente, los datos que llegaron a
presentarse como evidencias se derrumban con el tiempo.
Según los testimonios recabados por los periodistas Maite Rico y
Bertrand de la Grange, publicados en el último número de la revista
«Letras Libres» todos los indicios utilizados por la versión oficial
para concluir que el cuerpo exhumado era el del «Che» topan con la
realidad: el cadáver no podía compartir fosa común con los guerrilleros
que le acompañaban cuando fue abatido, ya que todos los mandos militares
con los que han hablado coinciden en que fue enterrado solo; ni la
chaqueta ni el cinturón que se conservan casan con los que llevaba, como
corroboran dos testigos directos, uno de los cuales posee la chamarra
auténtica, mientras que el otro prueba que el cinturón original fue
sustraído horas después de su muerte; ni la autopsia practicada al
cuerpo coincidía con la que se llevó a cabo después de ser asesinado por
el Ejército boliviano el 9 de octubre de 1967. Ahora sólo presentaba
cuatro orificios de bala, frente a los nueve originales.
«Operación de inteligencia»
El hecho es que, según el documento periodístico, la del hallazgo de la
osamenta del «Che» Guevara habría sido «una operación de inteligencia
más que una misión científica». De hecho, coincidió con uno de los
peores momentos internos del régimen castrista, que habría empujado al
dictador a buscar un golpe propagandístico a modo de «relanzamiento» de
la simbólica figura del guerrillero argentino-cubano, que haría
coincidir con el treinta aniversario de su muerte. No en vano, Castro
declaró 1997 «Año del Che» y se dispuso a organizar un gran acto de
reconocimiento, para lo que envió una misión especial de científicos que
antes de octubre debía desenterrar el cadáver y demostrar su autenticidad.
Según este documento informativo, aunque el trabajo de este equipo
apenas fue cuestionado, ya algunos periodistas bolivianos se extrañaron
de que la exhumación se produjera de noche, fuera del horario legal
fijado por las instituciones bolivianas, encabezadas por el presidente
de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada. Que el Gobierno del país fuera ya
de izquierdas y que se ocupara del enlace el ex embajador en Cuba
Franklin Anaya, facilitó los trabajos.
Al mando del director del Instituto de Medicina Legal de La Habana,
Jorge González, tres ingenieros geofísicos, un antropólogo forense, un
arqueólogo y una historiadora, tuvieron el camino expedito para manejar
los trabajos de comprobación, y también, el tiempo suficiente para que
el Equipo Argentino de Antropología Forense que revestiría de seriedad
el informe final se encontrara con el trabajo hecho. Así, la dentadura
encajaría con la ficha que se tenía (?) del «Che».
Algunas curiosidades más de la versión oficial: el cadáver del «Che» era
el único que no tenía el cráneo fragmentado y, por tanto, más fácil de
recomponer, y, de los otros seis, sólo lograron ser identificados los de
los tres cubanos.
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