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Thursday, February 22, 2007

Fraude en la academia

Sociedad
Fraude en la academia

La universidad tradicional cubana ha muerto. En su lugar ganan terreno
la improvisación y el invento.

Yodel Pérez Pulido, Camagüey
jueves 22 de febrero de 2007 6:00:00

La denominada "batalla de ideas", proceso que guía la política interna
en Cuba desde la "lucha" por la devolución del niño Elián González,
contempla entre sus objetivos más priorizados el desarrollo de un
"nuevo" sistema educativo que se conoce como "universalización de la
enseñanza superior".

Tal desgaste, inventiva de Fidel Castro, va costando al país no sólo un
fuerte financiamiento en infraestructura pedagógica —entiéndase salarios
para inventados profesores—, sino la destitución del hasta hace muy poco
tiempo vitalicio ministro de Educación Superior, Fernando Vecino Alegret.

Estudiar por obligación

Millares de cubanos están hoy matriculados en una universidad que, según
la política oficial, convierte el estudio en un oficio. La creación de
169 universidades municipales, una en cada ciudad o pueblo del país,
constituye el semillero donde han sido sembrados, casi por obligación,
los miles de técnicos e ingenieros que laboraban anteriormente en la
menguada industria azucarera.

Mediante una convocatoria política denominada "Tarea Álvaro Reinoso",
los desempleados de la centenaria industria han sido obligados a
superarse "científicamente" en los pocos locales que se han salvado del
derrumbe azucarero. Ese fue el regalo enviado por el Comandante después
de años de esfuerzos.

Ahora, la desolación y el desamparo tienen solución a partir de una
matrícula en una universidad espuria, para estudiar materias que a
muchos ni les interesa. Pero deben hacerlo para asegurar, al menos, un
salario fijo.

Junto a ellos, comparten pupitres los dudosamente formados trabajadores
sociales, recogidos de la marginalidad donde la propia Revolución les
puso, y convertidos en una clase laboral que el gobierno utiliza lo
mismo para las disímiles demostraciones políticas de apoyo, que para la
vigilancia de todo y de todos.

Ese grupo de esclavos laborales fue convertido en bachiller en un solo
año de estudios y se les permitió, en pago al esfuerzo diario del apoyo
incondicional a la demagogia, el acceso directo a carreras
universitarias que van desde Psicología y Derecho, hasta Pedagogía,
Comunicación Social, y un invento académico llamado Estudios
Socioculturales.

La descomunal matrícula se completa con los trabajadores no graduados en
el nivel superior de las diferentes esferas de la producción y los
servicios, quienes, desde las organizaciones políticas y sindicales de
sus respectivos centros de trabajo, son obligados a convertirse en
estudiantes universitarios y construirse un sueño que naufragará apenas
llegue la hora de la graduación; así como al ejercicio de una profesión
para la que ni siquiera le comprobaron idoneidad, pertinencia y solidez
cognoscitiva.

Desplazamiento y profesores 'express'

La mayoría de los profesores de las universidades "tradicionales" del
país han sido desplazados hacia las mencionadas "sedes municipales",
donde el ofrecimiento salarial es mayor y la frecuencia de sus
encuentros con los estudiantes se limita a un día al mes. Pero su
presencia en los nuevos claustros es, más que todo, una tarea política y
quien no la cumpla puede enfrentar severas medidas disciplinarias.

Dichos profesionales, con años en la enseñanza superior, comparten ahora
espacios con personas de todo tipo, que, con ser habilitados durante un
mes en un curso de Metodología de la Enseñanza Superior —impartido por
un jefe político—, pueden llegar a convertirse en doctores en el período
de un año, debido a otro programa "acelerado", creado y monitoreado por
el gobierno para la formación masiva e intensiva de los mismos.

Si la bibliografía para la extinta universidad era carente, censurada,
casi inexistente, los libros para el naciente método son de 1 por cada
30 estudiantes. En todo caso, cuando se logra acceder a un documento de
texto, no es más que un tabloide de ocho páginas donde ha sido
condensado, en extremo, el contenido a evaluar.

Existen casos en que ni el profesor que imparte la asignatura domina el
material y, así mismo, al inicio del curso debe diseñar y entregar a las
instancias de mando los exámenes parciales y finales en los que,
evidentemente, no habrá suspensos.

Se ha desbaratado la débil infraestructura pedagógica que alguna vez
tuvo la ya afectada universidad cubana. Se ha erguido una enseñanza
superior ficticia que casi elimina la asistencia de alumnos a clases y
la necesaria comprobación de sus conocimientos.

Pan y circo

El hecho de las altas calificaciones, la poca (casi nula) presencia de
alumnos reprobados o suspensos, evidencia que más que enseñar el
gobierno juega al pan y al circo.

Desde el punto de vista ideológico, la mayoría de estos nuevos
estudiantes son captados para integrar las filas de la Unión de Jóvenes
Comunistas o del Partido único, e insistirles en un compromiso que
traspasará los límites de la supuesta academia.

Herederos, según el oficialismo, de la Universidad Popular José Martí,
creada por Julio Antonio Mella en los años treinta del siglo XX —en
condiciones y circunstancias donde también existía dictadura en la
Isla—, la nueva prole universitaria se inventa un prestigio que deja
atónitos a los que aún subsisten desde las aulas de la universidad
tradicional.

Y es que La Habana está agotando todos los métodos posibles para no
tener personas desvinculadas del estudio o el trabajo, con lo que
pretende disminuir la creciente oposición a la que se unen, cada día
más, profesionales de gran nivel académico y prestigio social.

Por otra parte, la idea de la nueva universidad ha servido para borrar
de los cálculos oficiales la gran tasa de desempleo que sacudiría la
Isla si los millares de obreros de la colapsada industria azucarera no
fueran obligados a matricular en las aulas.

Para la futura época de cambios, habrá, sin duda alguna, que
instrumentar un serio proceso de recalificación profesional que
desbarate ese artificio, alejado de toda ciencia, que ahora aniquila la
universidad cubana, máquina monstruosa donde se están formando los
especialistas de la nada.

En julio de 2007 se verán graduados los primeros "profesionales"
egresados de tal engendro. Serán miles en todo el país. Muchos esperan,
con lógica ansiedad, esa graduación para el ejercicio de sus nuevos
oficios, garantizados y bendecidos por una sociedad que ya apenas forma
agricultores, técnicos y obreros.

La universalización de la enseñanza superior no sólo es un culto letal a
la mediocridad, sino que constituye una de las nuevas armas políticas de
la decadente dictadura, esa que exporta sus experiencias a Venezuela y
Bolivia y hace congresos de Pedagogía en La Habana para fabricar, a los
tontos que asisten, un mundo sólo creíble desde las diapositivas en
Power Point.

Habrá que ver qué hará "el país de los inventos" con la esperanza de
tanta gente que, una vez graduada en actos masivos y proletarios, no se
contentará seguramente con integrar el multitudinario batallón de los
sueños rotos, ese que continúa viendo en el Alma Máter un gran abismo.

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