Carta desde la prisión
Carta desde la prisión del periodista independiente y prisionero de
conciencia Héctor Maseda, condenado a 20 años durante la ola represiva
del 2003, a su esposa, Laura Pollán.
Colón, Matanzas, 18 de enero, 2007
Prisión provincial de Agüica
Mi bella Afrodita:
Hoy cumplo sesenta y cuatro años. Desde que se hizo la luz del día cogí
la pluma, una hoja de papel, de apoyo la agenda que tú me regalaste, y a
escribirte.
Dentro de un rato, cuando concluya esta carta, iré a bañarme temprano,
me afeitaré, y escogeré la ropa con la cual iré al encuentro del familión.
Lo primero que hice cuando concluyó el primer recuento del día fue
preparar la correspondencia que debo entregarte, organizar lo que te
devolveré y vaciar una de las jabas grandes de nylon que me servirá para
traer lo que Uds. me entreguen para los próximos dos meses de estancia
en esta preciosidad de penitenciaria.
Dentro de dos meses y un día cumpliré cuatro años de injusto encierro.
No me quejo. Entre todas las experiencias amargas que he tenido en mi
vida, esta es la que me ha permitido acumular mayor número de vivencias,
además de conocerme y probarme a mí mismo, con virtudes y defectos.
A pesar de no ser un asiduo lector de la poesía martiana- aunque sí de
su prosa y obra periodística- me considero un seguidor de su conducta
ante la vida: Soy liberal como él; he sembrado muchos árboles (es decir,
trabajar con honestidad y disciplina); he tenido, de acuerdo a su
predica, cuatro hijos (constituir una poderosa y bien llevada familia);
he confeccionado varios libros (que simbólicamente significa alcanzar el
suficiente nivel que permite ser libre, culto y aportar a la sociedad);
como él he sido condenado injustamente al prolongado encierro y
privación de libertad por los enemigos de mi pueblo y nación. Ahora sólo
me falta entregarme en holocausto al sacrificio supremo de dar lo más
preciado que tenemos en el altar de la nación: la vida.
Con toda sinceridad te lo digo, amor mío, si después de todos los
sacrificios que he realizado, mis principios éticos-morales y
políticos-ideológicos me exigieran esta última y postrer entrega, con
muchísimo placer avanzarla al encuentro de mis verdugos. ¡Todo lo que
entreguemos es poco si lo que está en juego es la libertad y la
justicia, el decoro y la tranquilidad, el bienestar y la paz que merece
nuestro pueblo!
No te preocupes que no me siento vencido, enfermo o decepcionado. Un
hombre que se manifiesta en estos términos es porque esta consciente de
hasta dónde es el viaje que debe realizar para encontrar su destino. Y
en la última parada debe bajarse con la frente alta, lleno de valor,
brotando dignidad y satisfacción por cada uno de sus poros, y enfrentar
el futuro con la fe de que todo cambio sociopolítico, que signifique
felicidad plena y colectiva para sus ciudadanos, siempre es y será posible.
A ti, amor mío, y al resto de mi familia, los quiero con todas las
fuerzas de mi corazón. Abandonarlos durante un período tan prolongado a
todos y al mismo tiempo, ha sido para mí la prueba más dura que he
debido enfrentar. Pero al ponerlos en un extremo de la balanza; y en el
otro mis deberes para con el GADU, con mis semejantes y conmigo mismo,
no dudé un instante que este último era el camino que debía elegir para
poderme sentir satisfecho. Este pudiera ser mi testamento político en vida.
Esta mañana amanecí filósofo y consideré justo exponerte las ideas que
rigen mi conducta sociológica. Es una buena forma de comenzar el nuevo año.
Saludos para todos mis hermanos y amigos.
¡A ti te estoy entregando y entregaré los últimos años más fecundos,
intensos y productivos de mi vida! ¡Cómo hubiera deseado empezar esta
vida en común, mucho antes! ¡Cuídate mucho!
Tuyo,
Héctor.
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