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Tuesday, February 07, 2006

La casona prohibida

CULTURA
La casona prohibida

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - Sí, me hubiera gustado
haber visitado aquella elegante casona habanera de E y19, en el Vedado,
donde vivió la poetisa Dulce Maria Loynaz. Haberla visitado primero que
Miguel Barnet, cuando se atrevió a hacerlo por su cuenta y riesgo, o
cuando entre martines y ron a la roca lo planeamos Fayad Jamis y yo, y
nunca fuimos, porque era un poco tarde para una visita de desconocidos,
o tal vez por miedo.

La poetisa era considerada una disidente porque no era miembro de las
organizaciones de masas.

Dulce Maria Loynaz no existió para la Unión de Escritores y Artistas de
Cuba durante más de veinte años. Tampoco para los gobernantes cubanos y
algunos intelectuales. Sin embargo, en l986, Luis Marré fue designado
para que visitara a Dulce Maria y le pidiera un ejemplar de Un verano en
Tenerife, con el fin de reeditarlo.

Me contó el poeta que pasó una tarde encantadora conversando con la
autora de Jardín y de tantos otros libros que son orgullo de nuestro
país. Cuando Marré le dijo que él también era poeta, aquella mujer de
mirada profunda le menciono el titulo de un libro suyo y le aseguró que
lo había leído.

- Yo se quién es quién en mi país -le dijo Dulce Maria.

Marré no salía de su sorpresa. La poetisa le brindó vino de Málaga y le
informó que eran provisiones enviadas de España que ella guardaba para
las visitas especiales. Marré se puso rojo de emoción. No olvidará jamás
la servilleta bordada de encaje, la copa de vino en una bandeja, la
larga bata color marrón de Dulce María, la prima un poco loca bajando
las escaleras y riendo sabe Dios por qué.

Conversó con Dulce Maria en medio de un escándalo de perros y gatos que
se disputaban el regazo de la mujer, según contó mi amigo.

Algo parecido me ocurrió en 1993, cuando Dulce Maria cumplió 90 años y
brindábamos en los jardines de la UNEAC. Me le acerqué con un libro suyo
y le pedí que me lo dedicara. Cuando le dije mi nombre me miró a los
ojos y me dijo:

- Su nombre me dice muchas cosas.

- Ojalá y todas sean buenas -le dije.

Me regaló una sonrisa solidaria y una linda dedicatoria que dice: "Para
Tania Díaz Castro, con un fuerte abrazo de Dulce Maria".

Dulce Maria Loynaz retornó a la vida pública cuando cumplió setenta
años, segura de sí misma, sin haber cometido pecado alguno, con sus
manos puras y su personalidad dulce y enigmática. Victoriosa, por la
puerta ancha de la poesía.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/07a10.htm

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