Posted on Sun, Feb. 05, 2006	
El hombre que dejó sin energía a Cuba
PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
La llamada revolución energética comenzó el pasado enero en la provincia 
de Pinar del Río, en lo que pudiera ser ''la última frontera'' de los 
múltiples experimentos fallidos que el dictador Fidel Castro ha tratado 
de implementar en Cuba desde que asumió el poder hace casi medio siglo.
A partir de la severa crisis eléctrica originada en la isla en el verano 
del 2004 por la rotura de la termoeléctrica Antonio Guiteras -- que 
obligó a la paralización de decenas de industrias y largos apagones en 
todo el país --, Castro ha asumido en la práctica la dirección de la 
Unión Eléctrica, diseñando su estrategia personal para solucionar los 
problemas energéticos del país: los grupos electrógenos.
En esencia tal estrategia consiste en instalar en todas las ciudades del 
país un grupo de pequeñas plantas eléctricas (que pueden producir desde 
5 hasta 25 megawatts) coordinadas entre sí y conectadas a la red 
nacional eléctrica. Cuando se produce una falla de generación en la red 
nacional, lo cual sucede con frecuencia por varias horas diarias, estos 
grupos electrógenos comienzan a funcionar para suplir la falla y 
mantener el servicio eléctrico.
Es el mismo sistema que, en menor escala, mantiene el suministro 
eléctrico a una instalación urbana, dotada de una planta eléctrica, 
cuando se produce cualquier falla en la red de distribución. El concepto 
de grupo electrógeno tampoco es novedoso, porque se emplea desde hace 
décadas en varios países, en regiones apartadas que no tienen acceso 
directo a las redes nacionales de distribución.
''Por entonces y a partir de una información que me había llegado 
tuvimos la idea de sincronizar todos esos motores independientes en 
grupos coordinados para generar electricidad'', explicó Castro en días 
pasados. 'Pero los `estrategas' del MINBAS [Ministerio de la Industria 
Básica] y la Unión Eléctrica, aferrados a dogmas y criterios 
equivocados, dijeron que era imposible la sincronización, e insistían en 
que el problema energético de Cuba se resolvía con la compra de nuevas 
plantas termoeléctricas''.
Sistema en ruinas
Las termoeléctricas de Cuba tienen un potencial instalada de 2,940 
megawatts, pero la disponibilidad real de energía es de apenas un 60 por 
ciento, aproximadamente, unos 1,560 megawatts, debido a su pésimo estado 
operativo.
Aunque la estrategia de Castro funciona a corto plazo, los técnicos y 
profesionales cubanos, que él calificó peyorativamente como 
''estrategas'', no parece que estaban equivocados cuando criticaron su plan.
''Ellos tienen razón, yo la llamo The Home Depot Solution, o para 
decirlo en criollo, una estrategia de curita de mercurocromo'', afirmó 
Jorge Piñon, investigador asociado del Instituto de Estudios Cubanos y 
Cubanoamericanos de la Universidad de Miami. ``Esta estrategia de los 
grupos electrógenos pone en evidencia no sólo que Cuba no tiene recursos 
para recomponer su sistema energético, sino que tampoco se proyecta una 
solución a largo plazo, cuando se abandona la tarea invertir en las 
actuales termoeléctricas''.
Piñón, un experto en asuntos petroleros y energéticos con 30 años de 
experiencia, de los cuales estuvo 11 como presidente del consorcio 
petrolero AMOCO para Latinoamérica, indicó que la solución real del 
problema energético en Cuba implica la modernización de las 
termoeléctricas de la isla, que utilizan una tecnología obsoleta y que 
han sido severamente dañadas por la utilización del crudo nacional.
''El uso del petróleo cubano en las termoeléctricas desde principios de 
la década del 90 contribuyó decisivamente a su actual deterioro, debido 
a su alto contenido de azufre'', subrayó.
Con la desaparición de la Unión Soviética, que abastecía con abundante 
petróleo a Cuba, los suministros de crudo a la isla sufrieron una 
drástica disminución y el régimen castrista comenzó a depender del crudo 
nacional, cuya producción se incrementó notablemente en la década pasada.
El problema, explicó Piñon, es que las únicas dos refinerías cubanas no 
tienen la capacidad tecnológica para refinar el crudo pesado de 
producción nacional. Además, las regulaciones del embargo estadounidense 
dificultan tanto la exportación del crudo cubano como su refinación en 
plantas fuera del país.
''En realidad, no tuvieron, ni tienen por ahora otra alternativa que 
seguir quemando ese crudo directamente en las termoeléctricas y en 
plantas de cemento'', indicó.
Solución descabellada
Para implementar su estrategia en el marco del llamado Año de la 
Revolución Energética, Castro ordenó la compra a la firma surcoreana 
Hyundai de aproximadamente 244 motores diésel con capacidad para generar 
2 megawatts cada uno, a un costo de $330 millones, y otras 21 unidades 
similares a la firma alemana Man B&W, a un costo de $26 millones.
''Por otro lado, el país ha contratado un total de 4,158 grupos 
electrógenos de emergencia [léase pequeños generadores eléctricos], y 
hasta la fecha, han arribado ya al país 3,003 de esos grupos 
electrógenos [. . .]. Así que estos están ahí de reserva, pero 
desempeñando una misión: en un hospital, en los frigoríficos, en los 
lugares donde se conservan los alimentos, donde hay industrias clave que 
no puede faltar la electricidad un segundo, todos nuevos'', aseguró 
Castro el pasado mes en Pinar del Río.
En opinión de los expertos consultados por El Nuevo Herald la 
''estrategia electrógena'' de Castro presenta un problema operativo, que 
el dictador cubano no ha explicado todavía cómo podrá solucionar: el 
mantenimiento y distribución de diésel a esos cientos de pequeños 
motores diseminados en todo el país, que suponen toda una flota de 
camiones cisternas, transitando por toda la isla para abastecerlos de 
combustible.
''Además, en la medida en que el deterioro de las termoeléctricas se 
agrave y se interrumpa con mayor frecuencia la red eléctrica nacional, 
los grupos electrógenos tendrán que trabajar mucho más tiempo, 
consumirán mas diésel, que es un combustible más caro y, a pesar de su 
eficiencia, necesitarán mayor mantenimiento'', indicó Piñon.
En lo que los expertos consideran uno de los más alarmantes anuncios en 
la nueva estrategia de Castro, el dictador cubano ha sugerido que los 
grupos electrógenos podrían incluso sustituir en forma total a las 
termoeléctricas.
''Este sistema que mencionaba de las termoeléctricas será sustituido 
paulatinamente por la nueva generación de motores, incluidos los de 
ciclo combinado, y se le dedican los recursos mínimos necesarios para 
mantener la disponibilidad de las unidades más eficientes'', indicó 
Castro. ``Otras unidades serán conservadas y estarán listas para 
trabajar cuando el sistema lo requiera, en tanto transcurra la primera 
fase de la transformación del actual sistema''.
En relación con los trabajadores de las termoeléctricas, Castro aseguró 
que nadie debe sentir temor, ''pues todos serán preparados para la nueva 
situación y su experiencia y calidad humana se pondrán al servicio de 
las transformaciones''. Según dijo ya existen unos 15,000 trabajadores 
del ramo ``estudiando el montaje y la utilización del nuevo sistema, 
para garantizar su uso correcto y eficiente''.
La guerra del enchufe
Otra de las líneas maestras de la revolución energética es la 
sustitución de electrodomésticos anticuados y de alto consumo eléctrico 
por otros nuevos, entre los que se incluyen ollas de presión, ollas 
arroceras y hornillas para cocinar.
La sustitución incluye a los bombillos incadescente por ''bombillos 
ahorradores'', pero sólo de 18 watts, lo que augura más tiniebla que 
claridad.
Castro está utilizando a miles de jóvenes, catalogados como trabajadores 
sociales,para censar, casa por casa, los bombillos, equipos 
electrodomésticos en mal estado, las cocinas de gas licuado y de 
queroseno, que ya comenzó a sustituir por hornillas eléctricas.
''Para el 1ro. de mayo/2006 el ciento por ciento de los núcleos cubanos 
que reciben electricidad, más del 95 por ciento del total de la 
población, no estarán consumiendo queroseno o gas licuado'', aseguró.
Un anuncio preocupante para las amas de casa, quienes temen que cuando 
pierdan sus actuales cocinas de gas licuado o queroseno y falle la 
electricidad tendrán serias dificultades para cocinar.
Además, la incorporación a la demanda eléctrica de cientos de miles de 
electrodomésticos y la utilización de energía eléctrica en las cocinas 
cubanas parece estar en contradicción con una política de ahorro 
energético y un sistema nacional de electricidad con serios problemas de 
generación eléctrica.
El pozo de la esperanza
En el marco de la revolución energética y de las necesidades futuras de 
Cuba existe un factor que pudiera inclinar la balanza, a largo plazo, en 
favor del país: la posibilidad de encontrar importantes fuentes de petróleo.
En los últimos meses Castro se ha referido, con reiterada euforia, a la 
invulnerabilidad económica de Cuba. La euforia pudiera estar justificada 
por la esperanza que despierta en la alta cúpula del régimen la 
posibilidad de que puedan ser explotados importantes yacimientos de 
petróleo ubicados en el subsuelo marino de la Zona de Exclusión 
Económica de Cuba, al norte de la isla.
Según un estudio de US Geological Survey (USGS) titulado Evaluación de 
los Recursos de Petróleo y Gas en el Subsuelo Marino del Norte de Cuba, 
2004, publicado en febrero de ese año, existen reservas no descubiertas 
de aproximadamente unos 4,600 millones de barriles de petróleo y 9,300 
billones de pies cúbicos de gas a lo largo de esa zona marina del Golfo 
que Cuba comparte con México y Estados Unidos.
Las esperanzas cubanas se remontan a junio del 2004, cuando la empresa 
española REPSOL perforó a 20 millas del noroeste de La Habana el pozo 
Yamagua 1, a un costo estimado de $40 millones. Ese mismo año el jefe de 
operaciones de REPSOL, Ramón Blanco, declaró en relación con el Yamagua 
1, que se ''había confirmado la existencia de una zona petrolífera, y 
probado la existencia de reservas de alta calidad'', aunque ese pozo no 
era comercialmente explotable.
Sin embargo, REPSOL vuelve ahora a la carga y tiene previsto comenzar, 
en la misma zona, la perforación de dos nuevos pozos, esta vez con la 
participación de la importante firma noruega Norsk Hydro, con amplia 
experiencia en explotación de petróleo en fondos marinos.
Aunque los trabajos de perforación que estaban previstos para comenzar 
este mismo mes de febrero parece que serán pospuestos, debido a que las 
complejas plataformas de perforación están comprometidas en otros 
países, la presencia de Norsk Hydro en esa perforación ''es una señal 
muy seria'', indicó Piñon.
''Lo mismo REPSOL que Norsk Hydro tienen suficientes lugares donde 
invertir ese dinero en exploración'', dijo. ``Si lo están haciendo de 
nuevo en el fondo marino al norte de Cuba es porque confían en tener 
resultados''.
Otros que confían en tener alguna participación en ese hipotético 
negocio futuro son un grupo de firmas comerciales y empresas 
estadounidenses, que ayer sábado concluyeron dos días de reuniones con 
altos funcionarios cubanos de la industria petrolera, entre ellos Fidel 
Rivero Prieto, presidente de Cuba Petróleo (CUPET).
Organizada por la firma Alamar Associates, que en el pasado ha reunido a 
empresarios agrícolas estadounidenses con funcionarios cubanos, la 
reunión tuvo lugar en el hotel Sheraton María Isabel, de Ciudad México, 
y contó con el auspicio y la participación de entidades como Valero 
Energy Corporation, Caterpillar, Port of Corpus Christi, Louisiana 
Department of Economic Development, Lafayette Economic Development 
Authority, National Foreign Trade Council y USA-Engage.
palfonso@herald.com
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/13793798.htm
 
 
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