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Thursday, January 22, 2015

La nueva disidencia cubana

La nueva disidencia cubana
JOSÉ PRATS SARIOL | Miami | 22 Ene 2015 - 8:53 am.

Tras los acuerdos Obama-Castro, el régimen enfrenta ahora una mayor
disidencia proveniente de sus propias filas.

Ironías de la historia: el régimen enfrenta ahora, tras los acuerdos
Obama-Castro, una mayor disidencia proveniente de sus propias filas, de
los cuadros intermedios y de base, tanto de la burocracia estatal como
del Partido Comunista y sus adeptas organizaciones sociales.

Mientras la casta gobernante se beneficia de la normalización de
relaciones con el antiguo imperialismo yanqui, devenida en solución de
sobrevivencia para descendientes y amigos de los ancianos guerrilleros,
los de abajo no alcanzan ni las migajas del pastel de manzana. Oyen que
Roberta Jacobson arregla con Josefina Vidal las escenas finales de una
tragicomedia demasiado larga; pero ni media palabra acerca de que ellos
no terminarán en la calle, destituidos —la mayoría con razón— por
ineptitud y exceso de personal.

Más funcionarios administrativos y políticos —multiplicados por sus
familias—corren hoy a entrar en el sector privado o cooperativista... En
el trayecto —como los precursores— se desprenden de compromisos
"revolucionarios", hasta del antes codiciado carnet del Partido o de la
Juventud Comunista, que ha dejado de funcionar como patente de
escalamiento para convertirse en yerro, estigma.

La desbandada, desde luego, necesita una justificación "moral" para no
aparecer solo como asunto de dinero. Lo mismo que los comerciantes e
inversionistas estadounidenses, junto a sus políticos, necesitan hablar
de que defienden los derechos humanos en Cuba, estos "dejados de la mano
de los Castro", encuentran en hablar mal del programa socialista y sobre
todo de los dirigentes —en particular de Raúl Castro y el Buró
Político—, un somnífero para conciliar el sueño, huir de más pesadillas.

Diestros y zurdos en el arte de la oportunidad —exige dotes teatrales a
cada momento—, por lo general tienen menos ingenuidad que un croupier de
Las Vegas. Y ya no son ratones —los primeros que abandonan el barco—,
porque en realidad son miembros de la tripulación, hasta oficiales de
segundo rango.

A este segmento intermedio del mecanismo de Poder —en una sociedad aún
carente de alternativas sólidas—, hay que agregarle el personal de sus
alrededores: periodistas oficiales, diplomáticos de rango medio,
científicos y académicos, empleados de confianza en ministerios
subvencionados, artistas y escritores...; entre los que se apresuran a
alejarse, desentenderse y hasta hacerse las víctimas por "cándidos",
"crédulos".

Con una señal de peligro: el mismo sector intermedio, pero en el
Ministerio del Interior y en el de las Fuerzas Armadas, donde las
especulaciones y los recuerdos de que Batista apenas era un sargento —lo
esencial de la historia suele repetirse—, abren incógnitas. Porque a
pesar de que se trata de un personal privilegiado respecto de sus
similares civiles, alberga grupos deseosos de saltar al estrellato, tras
avizorar un capitalismo al estilo de República Dominicana, con el visto
bueno de Washington y vista obesa ante márgenes especulativos y
operaciones de dudosa legalidad.

Los más osados dentro de este personal —civiles y militares— del régimen
ya son un peligro para la cúpula del poder, porque sus escrúpulos
—patrióticos incluidos— se oxidaron hace décadas. Hoy ellos saben que
les convendría un tránsito a la democracia representativa, con varios
partidos, aperturas...

En ese río revuelto, sus oportunidades de ascenso aumentan, para dejar
atrás el sueldo fijo, la jaba mensual y sobre todo el miedo a ser
destituidos, tronados en razón de que la actual estructura vertical de
dirección es excesiva, incosteable, para colmo entorpecedora de los
cambios.

No es muy pronto para augurar ciertas alianzas coyunturales entre
fracciones de la disidencia histórica, esta nueva oleada y el exilio
pragmático. Tampoco para pensar que la estrecha casta del poder verá
impasible los nuevos núcleos conspiradores, en la opción de buscar
arreglos o enfrentamientos... De ahí el consenso sobre los imprevisibles
sucesos que pueden ocurrir este año.

Obama apuesta a los imprevisibles y Raúl Castro a que no contradigan su
transición o a que a él no le toque verlos. A estas alturas da lo mismo.
Los funcionarios disidentes lo saben. Se apresuran. Se les oye decir
como a los de la Brigada 2506 en 1961 —cuando Playa Girón— que los
embarcaron.

Source: La nueva disidencia cubana | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1421873550_12451.html

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