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Monday, November 17, 2014

Salvar nuestra ciudad

Salvar nuestra ciudad
FERNANDO DÁMASO, La Habana | Noviembre 16, 2014

Hoy se cumplen 495 años de que fuera fundada la villa de San Cristóbal
de La Habana, después convertida en ciudad y capital de la República de
Cuba. En estos casi cinco siglos, La Habana se desarrolló, amplió,
modernizó y se convirtió en una de las ciudades más bellas de América
Latina y, según algunos, del mundo.

Este proceso natural fue interrumpido durante los últimos cincuenta y
seis años por una política errónea de las autoridades gubernamentales,
donde se construyó muy poco, mayoritariamente de mala calidad y peor
gusto estético, y no se dieron los mantenimientos necesarios ni se
ejecutaron reparaciones, perdiéndose muchas edificaciones importantes,
comercios y viviendas.

La celebración, como en años anteriores, se centrará en el casco
histórico de la ciudad, la denominada Habana Vieja, la cual, sin restar
importancia a lo que en ella han realizado el Historiador de la Ciudad y
sus colaboradores, principalmente con las donaciones de gobiernos,
organismos e instituciones extranjeras, no es toda la ciudad.

Desde hace algún tiempo recorro la Habana Vieja en busca de información
sobre las edificaciones existentes en ella, así como sobre sus
diferentes dueños y su utilización en las distintas épocas y he
comprobado que de la misma sólo se ha podido rescatar un por ciento muy
reducido.

la mayoría de las calles y aceras se encuentran en estado deplorable,
con vertimiento de residuales, sucias e insalubres, y las edificaciones
en ruinas o en estado de ruina
Si se exceptúan las pocas calles y edificaciones reconstruidas, así como
algunas plazas, todas en función principalmente del turismo, la mayoría
de las calles y aceras se encuentran en estado deplorable, con
vertimiento de residuales, sucias e insalubres, y las edificaciones en
ruinas o en estado de ruina, convertidas en ciudadelas o en espacios
vacíos, donde antes existieron importantes comercios de todo tipo y
viviendas.

Esta situación, que no es exclusiva de la Habana Vieja, se extiende a
Centro Habana, El Cerro, Diez de Octubre y hasta El Vedado y otros
lugares, lo cual ha hecho que también se multiplique el hacinamiento
poblacional en condiciones infrahumanas, que ha influido en la
generalización de las indisciplinas sociales y de la violencia callejera.

Lo poco que se ha rescatado y se continúa rescatando, si no se le da el
mantenimiento adecuado ni se le hacen reparaciones a tiempo, volverá a
perderse. Ya está sucediendo: edificaciones reconstruidas hace algunos
años, han tenido que ser sometidas a nuevas reparaciones y algunas se
encuentran cerradas esperando por ellas. El Historiador de la Ciudad
carece de los recursos necesarios para ello y, cuando ha entregado
edificaciones reconstruidas a organismos o instituciones estatales, como
éstos tampoco cuentan con recursos, se ven imposibilitados de hacerlo.

En estos tiempos en que se apuesta por la inversión extranjera como
tabla de salvación para la economía cubana, incapaz de resolver por sí
misma sus agudos y acumulados problemas, considero que una forma viable
de salvar a la Habana Vieja y a la ciudad, sería autorizar la inversión
privada nacional y extranjera en los inmuebles que, por su valor
histórico o patrimonial, lo merezcan, así como la construcción de nuevas
edificaciones en los espacios vacíos o donde sólo existen ruinas.

No estoy planteando ningún tipo de entrega en usufructo sino en
propiedad, con todos los deberes y derechos que ella conlleva. Está más
que demostrado que la apropiación de todos los inmuebles realizada por
el Estado fue un enorme error y ya va siendo hora de corregirlo, so pena
de que se pierdan la Habana Vieja y la ciudad.


Parte de La Habana vista desde una azotea (Foto Silvia Corbelle)
Cuando se entregue un inmueble en propiedad, mediante venta, aparte del
cumplimiento de las regulaciones urbanísticas establecidas, deberán
agregarse las exigencias de tipo arquitectónico, artísticas y otras, con
el objetivo de, independientemente del uso al que se destine, mantener
su valor patrimonial en caso de que lo posea.

Estas últimas exigencias se establecerán sólo para aquellos inmuebles
que sea importante preservar, ya que no todos tienen la misma
importancia ni tampoco todo puede ni debe ser preservado. Esta tal vez
sea la forma de, en plazos relativamente cortos, salvar la Habana Vieja
y otros lugares de la ciudad, así como ciudades y pueblos de otras
provincias. La forma hasta ahora utilizada, sin dejar de reconocer lo
realizado, no puede, ni desde el punto de vista económico ni de la
fuerza de trabajo, revertir la pérdida acelerada de la riqueza
arquitectónica del país, la cual se produce a ritmos más rápidos que los
de las acciones emprendidas: es mucho más lo que se pierde cada día que
lo que se rescata. Para comprobarlo, sólo basta con recorrer las calles
de nuestras ciudades y puebles, dejando de lado las pocas reparadas con
fines turísticos.

Sólo la iniciativa privada, materializada en la inversión nacional y
extranjera, como está más que demostrado en todo el mundo, y se
demuestra cada día en Cuba en los pequeños espacios en que se le ha
permitido actuar, podrá resolver este problema. Sin ella es una tarea
imposible.

Source: Salvar nuestra ciudad -
http://www.14ymedio.com/nacional/Salvar-ciudad_0_1671432841.html

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