Los límites de lo posible y lo permitido
Ni la reintroducción parcial de elementos capitalistas, ni cierta 
apertura democrática fueron los factores claves —aunque sí 
contribuyeron— en el fin del "socialismo real" en la URSS
Alejandro Armengol, Miami | 26/05/2015 10:10 am
Medir el avance de las reformas emprendidas por el régimen de Raúl 
Castro implica al menos dos caminos posibles.
Uno es el más practicado a diario: constatar que hasta el momento los 
cambios económicos han sido pocos, limitados y lentos, y aquí el debate 
se centra en mirar al conocido vaso de agua: cuánto hay de lleno y 
cuánto de vacío. Al final todo se reduce al optimismo o pesimismo del 
observador, o a los intereses o la voluntad que le guían.
El otro es más amplio, pero también más desesperanzador: contemplar lo 
que ocurre en Cuba y contrastarlo con lo que sucedió en la desaparecida 
Unión Soviética, sin detenerse a enfatizar los casos puntuales sino 
considerándolos simplemente como breves pasos dentro de un largo camino.
Como la prensa no se cansa en su afán de detenerse en los ejemplos 
concretos, en este artículo se prefiere la visión de conjunto.
Nadie duda que la meta de Leonid Brezhnev era preservar el estado 
soviético. Pero ese empeño en sobrevivir no hizo más que contribuir a su 
destrucción. Los funcionarios y miembros del partido no hacían más que 
volver, una y otra vez, a las viejas consignas de Lenin y Stalin, aunque 
nadie creía en ellas y nadie pensaba ni por un momento que Brezhnev 
creía en ellas.
Raúl Castro se ha dado cuenta del peligro que representa este aferrarse 
al pasado, aunque públicamente no lo admite y su hermano mayor se 
encargue de vez en cuanto en reafirmarse en la vieja utopía, no por 
convicción sino por justificación de vida.
Yuri Vladímirovich Andrópov hizo pocas reformas y su mandato tuvo corta 
duración: se extendió desde el 12 de noviembre de 1982 hasta su muerte, 
15 meses más tarde. Sin embargo, su sucesor, Konstantín Chernenko, aún 
hizo menos en un sentido propio, por lo que vale considerar que ese 
pobre legado que fue el modelo de Andrópov mantuvo su vigencia hasta 
mediados de 1986.
El modelo de Andrópov se caracterizó por la reafirmación de la ley y el 
orden: mayor disciplina laboral, campañas en contra de la corrupción y 
el alcoholismo y cambios en el aparato administrativo, con la 
eliminación y transformación de ministerios: de pronto surgía un 
poderoso sector, con la fusión de dos ministerios, que al poco tiempo 
era dividido en… tres nuevos ministerios.
Durante los últimos años Raúl Castro ha estado repitiendo, con pobres 
resultados, un esquema similar.
Con la llegada de Mijaíl Gorbachov al poder, en 1985, vino el anuncio 
oficial de que la economía soviética estaba estancada y que era 
necesaria una reorganización acelerada. Luego se pusieron de moda los 
términos "glásnost" (apertura, transparencia) y "perestroika" 
(reconstrucción), pero la realidad es que la creación de empresas 
comerciales y asociaciones con empresas occidentales no nacieron con 
Gorbachov sino datan de la época de Brezhnev. Es por ello que tal 
práctica —más allá de las razones perentorias y conocidas de las 
dificultades económicas reinantes en la isla— se acepte y alabe 
actualmente en La Habana.
Puede afirmarse que el modelo cubano —con esa mezcla de improvisación, 
ajiaco ideológico y oportunismo que siempre lo ha caracterizado— pueda 
situarse en una etapa "pre Gorbachov" en estos momentos, en lo que se 
refiere a control estatal en los principales aspectos sociales y 
económicos, y ni siquiera pensar en un acercamiento a un "socialismo 
pluralista" en lo político, como llegó a plantear Gorbachov. La ecuación 
cambia en cuanto a la cultura.
Lo que sí ha asumido el régimen raulista es una actitud distinta ante 
los intelectuales y artistas. Ello puede llevar a confusiones en cuanto 
a su alcance.
En primer lugar hay que reconocer esta apertura. En segundo, añadir que 
es pautada desde arriba y acorde a un criterio pragmático, del cual se 
dio cuenta en su momento Gorbachov.
Durante el mandato de éste, se publicó la novela antiestalinista Los 
hijos del Arbat, de Anatoli Ribakov, y salieron relucir nombres hasta 
entonces prohibidos como Anna Akhmatova, Andrei Platonov, Mijaíl 
Bulgakov, Alexandr Tvardovsky y Vasily Grossman. Pero el cambio también 
obedeció al hecho de que los límites de "lo permitido" estaban lo 
suficientemente interiorizados, lo que hacía innecesario la utilización 
burda del terror para recordárselos a los intelectuales y artistas.
No fueron estos los únicos cambios que merecen recordarse. Otros como 
facilitar los viajes a Occidente, el contacto con colegas de los países 
capitalistas y autorizar a la Iglesia Ortodoxa una mayor participación 
en tareas caritativas, así como permitir la entrada de biblias, hicieron 
de la URSS un país más libre. Igual ocurre ahora en Cuba.
Pero ni la reintroducción parcial de elementos capitalistas, ni cierta 
apertura democrática fueron los factores claves —aunque sí 
contribuyentes— en el fin del "socialismo real" en la URSS y el bloque 
de países del Este. Fue el rechazo de Gorbachov al uso de la fuerza para 
mantener el sistema. Y ese paso, es el que Raúl Castro no parece estar 
dispuesto a dar.
Este artículo apareció publicado en El Nuevo Herald.
Source: Los límites de lo posible y lo permitido - Artículos - Opinión - 
Cuba Encuentro - 
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/los-limites-de-lo-posible-y-lo-permitido-322893
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