El turismo americano no minará al régimen de Castro
JOSÉ AZEL
La proposición parece intuitivamente razonable: los turistas americanos 
ayudarán a impulsar un proceso de democratización en Cuba. Pero es una 
proposición demostrablemente falsa.
La idea de que los turistas americanos, imbuidos de nacimiento con 
normas y valores democráticos, reflejarán con orgullo y transmitirán 
esos valores cuando viajan al extranjero, es una premisa auténtica. Así, 
vemos a los turistas americanos como embajadores por la democracia y 
poderosa fuerza transmitiendo las virtudes del gobierno democrático. 
Mientras que ese puede ser el caso, no se deduce con certeza silogística 
que tal función potencia a la ciudadanía en un régimen totalitario.
En el caso de Cuba, dos millones de turistas de Canadá, Europa, América 
Latina y otros lugares han viajado anualmente a la Isla sin impactar en 
absoluto al régimen cubano. El argumento más empíricamente válido es que 
los gastos de los turistas contribuyen a la longevidad del régimen, 
porque el dinero fluye hacia empresas controladas por los militares 
cubanos. Además, los dólares de los turistas le posibilitan evitar 
reformas políticas y económicas significativas.
El turismo internacional no ha llevado reformas políticas a Cuba o al 
remanente universo de regímenes totalitarios. Por ejemplo, China y 
Vietnam reciben respectivamente 130 y 8 millones de turistas cada año, 
sin impacto en su forma de gobierno.
Los defensores del turismo como camino para un gobierno democrático 
arguyen que Cuba es diferente, y sugieren que lo importante no es el 
número de visitantes, sino que sean americanos. Nunca se explica la 
lógica detrás de esta visión chauvinista de los turistas americanos como 
únicos mensajeros efectivos de valores democráticos. Se plantea 
solamente que esos turistas, por alguna vaga afinidad cultural e 
histórica, están mejor dotados para transmitir los valores del gobierno 
democrático al pueblo cubano. Pero si tal afinidad cultural e histórica 
existiera, se aplicaría mucho mejor a turistas hispanoparlantes de 
América Latina y España.
De hecho, los turistas americanos solamente tienen limitados contactos 
con la población cubana. La mayoría de los centros turísticos están en 
áreas aisladas, controladas por los aparatos de seguridad, y fuera de 
los límites del cubano promedio. La mayoría de los americanos encuentran 
la barrera del lenguaje, y no está claro si considerarán su tiempo de 
vacaciones como oportunidad para subvertir al régimen cubano. Más 
probablemente, los americanos, como la mayoría de los turistas, 
preferirán relajarse con mojitos en las bellas playas de Cuba. En los 
casos del turismo de cruceros, los pasajeros desembarcarán unas pocas 
horas para comprar ron y tabacos, y regresarán al buque. De nuevo, no 
queda claro cómo esto contribuye a guiar hacia un gobierno democrático, 
a menos que el argumento dependa de algún misterioso proceso osmótico.
Sin embargo, más que rechazar los argumentos del "turismo americano" 
solamente por falta de méritos lógicos, busqué comparaciones 
estadísticas para probar la hipótesis. El turismo americano representa 
solamente el 1.6% de las llegadas de turistas a China. En Cuba, los 
turistas de Estados Unidos constituyen el 3.3% del turismo total. En 
otras palabras, el turismo en Cuba tiene el doble de "intensidad 
americana" que en China. Ninguno de los dos países está comprometido con 
reformas políticas, y es justo preguntar: ¿Qué porcentaje de turistas 
tiene que ser americano para validar la tesis de que "el turismo 
americano llevará la democracia"? Respuesta: desconocido.
Otra comparación reveladora es relacionar el número de turistas 
americanos con la población de los países receptores. China, con una 
población de 1,300 millones, recibe 2 millones de turistas americanos al 
año. Cuba, con una población de 11.2 millones, da la bienvenida a 90,000 
americanos. Por consiguiente, en base al per cápita, Cuba recibe un 
visitante americano por cada 124 cubanos, mientras China recibe uno por 
cada 650 ciudadanos chinos. Teóricamente, al menos, eso significa que la 
concentración per cápita de turistas americanos en Cuba es cinco veces 
mayor que la de China, y no son visibles reformas democráticas en esos 
dos países. De nuevo, es justo preguntar: ¿Qué porcentaje de turistas 
tiene que ser americano para validar la tesis de que "el turismo 
americano llevará la democracia"? Respuesta: desconocido.
El propósito de todo esto es simplemente mostrar que la proposición de 
la nueva política cubana de la Administración, de que "los turistas 
americanos ayudarán a llevar democracia a Cuba", no supera el más 
elemental examen de coherencia lógica. Merecemos un pensamiento más 
analítico y riguroso de nuestros políticos.
Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y 
Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana in 
Cuba.
jazel@miami.edu
Source: JOSÉ AZEL: El turismo americano no minará al régimen de Castro | 
El Nuevo Herald El Nuevo Herald - 
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article21933099.html
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