Paupérrimo libreto
[20-03-2013]
Alberto Medina Méndez
(www.miscelaneasdecuba.net).- El populismo contemporáneo, ha construido
una estructura desde la cual defienden su visión ideológica, que incluye
una historia que redactaron a su arbitrio y que suscriben linealmente,
para diseminarlo como verdad única.
Se trata de un relato de escasa jerarquía, que con el paso del tiempo y
el esperable desgaste en el ejercicio del poder, se debilita
progresivamente y ya no resiste el más mínimo contraste cuando se lo
tamiza con la realidad.
Queda claro que los gurúes del poder, se han quedado sin letra y también
sin creatividad, y no tienen otra alternativa que reiterarse, por eso es
que abusan del mismo ardid, y lo replican hasta el cansancio.
Se amparan en esa vieja creencia, errónea por cierto, que dice que "si
hasta aquí ha funcionado, porque habrían que cambiar". Y así se
mantienen firmes en esta variante, porque entienden que no hay motivos
suficientes para modificar la estrategia. Se apalancan además en el
éxito de los resultados electorales como aval inapelable de las
decisiones elegidas.
Abundan ingredientes en ese discurso, pero algunos de ellos asombran por
su evidente autoritarismo e intolerancia manifiesta.
Por un lado invocan aquel alegato que insiste en que aquellos a los que
"les va bien" no deben quejarse. Bajo esa línea de razonamiento, los
fanáticos del modelo, parecen pretender desde su posición de iluminados,
indicar que los únicos que pueden hablar son los perjudicados por el
sistema, y como no los hay según su visión, pues entonces nadie puede
reclamar.
Esta interpretación es despiadadamente despótica. Propone que los que se
lamentan, se callen, solo porque su realidad económica es positiva, y
como se atribuyen el mérito gubernamental de ese resultado, pretenden
como agradecimiento el silencio de los que ellos definen como favorecidos.
Es tan básico y elemental ese razonamiento, que bajo esa forma de ver la
realidad, el gobierno actual debería seguir siempre, porque al hacer las
cosas bien, según ese criterio, casi no tendría sentido ir a elecciones.
Lo que no admitirán es que quieren "discurso único", y por lo tanto que
los que no están de acuerdo, enmudezcan. Es que se acostumbraron a que
su voluntad, siempre se cumple. Compran a los mas con dinero, subsidios
prebendarios y planes sociales, favores políticos o tráfico de
influencias, créditos blandos o concesiones generosas, y en el caso de
los medios y el periodismo, la suficiente dosis de pauta publicitaria
oficial.
Les molesta terriblemente la opinión diferente y eso ya no lo pueden
ocultar, por eso apelan a buscar cualquier mecanismo para minimizar las
críticas ajenas, o bien al menos menoscabarlas sistemáticamente.
Es que cuando la razón no los asiste, el último recurso al que pueden
apelar es el cruel e inconsistente, de desacreditar a su interlocutor de
turno. Si tuvieran mejores argumentos para defender su postura, los
usarían, pero como están frágiles en ese plano, entonces solo les queda
la dinámica de desprestigiar a quien manifiesta el reproche.
Cuanto más flancos presente la víctima elegida, mucho mejor para los
perversos operadores del NO debate. Ese eventual traspié, error o
alocución desafortunada en el pasado, es suficiente para que sea castigado.
La otra variante, siempre posible, es condenarlo por su presente, sobre
todo por su circunstancial cercanía a algún personaje público que
disponga de algún costado endeble para ser así el blanco predilecto de
la reprobación.
Una modalidad utilizada adicionalmente es la de juzgar al sujeto según
la actividad profesional o el sector al que pertenece, o bien buscar
algún pariente que, en el presente o en el pasado, permitan generar
alguna relación familiar que posibilite desnaturalizar el primer esbozo.
Ese es el juego que proponen. Cambiar el eje, mutar el foco. El único
que pueden usar. Lo concreto es que no tienen argumento mejor, solo les
queda despotricar contra el interlocutor, lo que evidencia la debilidad
de su razonamiento y la pobreza intelectual de su construcción dialéctica.
No tienen razón, y si la tienen, lo disimulan muy bien. Solo recurren a
lo emotivo, para desarmar el debate en base al ataque personal para
luego pasar a la quebradiza estrategia de la incomprensión y la
victimización.
Cuando ya nada funciona, aparece la tesis de las mayorías, esa que
utilizan también para finalizar la discusión. De última, si no tienen
razón, tienen al menos el número suficiente para imponerla, porque han
obtenido el voto popular.
En fin, más de lo mismo. Nada nuevo ni demasiado atrayente. NO les
interesa la discusión, ni el debate, solo los mueve seguir en el poder.
Es importante no entrar en el juego que ellos proponen. Por eso, cuando
aparece este esquema que empuja a responder en línea con el planteo, no
se debe seguir el ritmo del poder. Hacerlo implica ser funcional al
relato que ellos intentan establecer.
Los argumentos malos solo se contrarrestan con argumentos mejores,
superadores y no, a la defensiva, explicando si el protagonista que
emite su opinión tiene pasado, presente, parientes, amigos, historias, o
lo que sea que tenga que ver con su individualidad.
Si el ataque al referente en cuestión fuera veraz, eso no cambiaría en
nada la eventual solidez o debilidad de su planteo para neutralizar el
original.
Cuando recurren al golpe bajo, es porque se quedaron sin explicaciones
consistentes. Esto queda cada vez más en evidencia. Ya está agotado el
artilugio. No se puede mentir todo el tiempo. Solo les queda la agresión
personal. Pero es un error seguir ese juego irracional del relato como
si fuera cierto. En definitiva estamos solo frente a un paupérrimo libreto.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=38842
No comments:
Post a Comment