diciembre 17, 2011
Dariela Aquique
HAVANA TIMES, 17 dic — Que ironía, la de andar pregonando: ¡…trabajar
por alcanzar la excelencia en la gastronomía y los servicios públicos…!
Son estas, entre tantas, las argucias que tienes que escuchar a diario
en el infame marketing que hacen nuestros medios a propósito del trato
afable y la calidad que merece el pueblo.
En la concurrida esquina de las calles Aguilera y Calvario, está el café
La Isabelica, allí frecuentan muchas personas por la estratégica
ubicación del lugar en pleno centro de la ciudad santiaguera. Y allí fui
testigo de algo que podríamos calificar como servilismo en moneda
convertible.
Entré por cigarrillos y vi que el sitio, siempre atestado de clientes e
incluso con cola en la puerta en espera de mesas vacías, estaba
desierto, salvo una mesita ocupada por dos turistas que plácidamente
degustaban su café.
Pero sinceramente no di mayor importancia al asunto, porque andaba con
prisa y entré tan solo por saciar mi mal vicio de fumar; justo detrás de
mí un joven se sentó a una de las mesas y dijo a la dependienta:
"Por favor, un café."
Al que ella, en un tono bastante descompuesto, por cierto, respondió:
"No se está despachando, porque no hay agua."
Y el jovencito le contesta: "Pero esos extranjeros están tomando café."
Y ella casi con sarcasmo y a modo de conclusión, le dijo: "Pero ese café
es en divisa, mijito."
Yo estaba casi de salida, cuando el muchacho me miró estupefacto y
encogido de hombros pensó en alta voz, "¿entonces, hay agua para el café
en divisa y no para el de moneda nacional?"
Yo no tenía mucho tiempo para hablar más detenidamente del tema con el
chico. Pude, sin embargo, intercambiar algo con él, le dije que no era
nada raro recibir contestas como aquella.
A fuerza de haber sido mal tratados por tanto tiempo, terminas asumiendo
que cosas tan insólitas como esas son un lugar común en la vida de
cualquiera de nosotros, los que pagamos en moneda nacional.
Si los meseros del café no tienen agua para brindar el servicio, no
saldrán a hacer gestiones para llenar sus envases. Ese no es su negocio
y a ellos no les interesa quien se quede con las ganas de tomar café.
En cambio será prudente siempre contar con cierta "reservita" del
preciado líquido puesta al servicio de los turistas que lleguen ansiosos
por el néctar negro.
Ellos dejarán una propina con la que tal vez los camareros resuelvan
comprar en las shoppings algún artículo para sus hogares, que con su
moneda no podrán adquirir.
Por eso no se esmeraran en la atención a un cliente que nada le aporta.
Si hay que ser servicial, perdón digo servilista, debe ser en moneda
convertible.
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