diciembre 30, 2011
Julio de la Yncera
HAVANA TIMES, 28 dic — Hace unos días leí un artículo de Cubadebate que 
me llamó la atención. El artículo trata de la producción de cepillos 
dentales en lo que es aparentemente la única fábrica que existe en Cuba 
para ello, y que naturalmente es propiedad del Estado.
El artículo nos informa de la poca demanda que este producto tiene. Se 
señala también que el precio del cepillo dental a los consumidores es 
alto. Un cubano debe pagar 16 pesos cubanos, equivalentes a 
aproximadamente más de la mitad de un día de trabajo.
El trabajo periodístico termina explicando que la población cubana no 
tiene hábito de cambiar el cepillo dental con frecuencia y tampoco de 
cepillarse los dientes cuatro veces al día,  a eso se suma el precio 
excesivo, como explicación de la poca demanda, lo que, según el 
artículo, provocaría gastos mayores en servicios estomatológicos.
Estuve revisando los comentarios al trabajo y muchos se quejan de la 
calidad de los cepillos  dentales. Supuestamente las cerdas de este se 
desprenden con facilidad, y constituyen un peligro. Otros se lamentan 
por el precio excesivo y otros explican que los cepillos están baratos, 
lo que ocurre es que los salarios son muy bajos.
Este artículo me recordó la sabia expresión inglesa: "No pongas todos 
tus huevos en un solo cesto",  que traducida a nuestro escenario debería 
escribirse como: "No produzcas todos los cepillos dentales en una sola 
fábrica".
La razón fundamental del problema no son los consumidores en este caso. 
La explicación de la baja demanda ciertamente es la baja calidad del 
producto y su alto precio para cubanos normales.
Cabe preguntarse: ¿Cómo se le asigna valor a un cepillo dental producido 
en Cuba por una empresa socialista? Y ¿cómo se asegura que los productos 
tengan la calidad necesaria para no crear problemas mayores?
Creo que el problema ocurre por varios motivos.
La administración de la empresa, como toda empresa socialista, no tiene 
nada personal invertido en el éxito de la misma. Si ocurre como está 
ocurriendo, en el peor de los casos, serán trasladados a administrar o 
mejor dicho a des-administrar otra empresa.
Este es un ejemplo de por qué el monopolio de estado es terrible desde 
cualquier punto de vista que se le mire.
Digamos que en lugar de una existan al menos dos empresas que produzcan 
cepillos dentales. Digamos que estas dos empresas son propiedad de 
individuos. Sería en el mejor interés de estos individuos que la empresa 
funcione correctamente.
Es decir, que produzcan artículos  que las personas puedan pagar y sean 
de buena calidad, pues de lo contrario, les sucedería como a la empresa 
socialista en cuestión.
Adicionalmente, estas empresas probablemente pagarían a la televisión y 
  la radio por comerciales para publicitar sus productos. Explicando y 
educando al público de por qué es necesaria la higiene bucal y por qué 
su producto es mejor que el de la competencia.
De la competencia entre ambas, el precio se optimizaría posiblemente al 
máximo que los consumidores estuvieran dispuestos a pagar, y ellos 
pondrían el precio al mínimo que motivaría la venta y el movimiento de 
estos de forma que no les produzcan pérdidas.
Estos individuos pagarían sus impuestos al Estado de la parte de sus 
ganancias. Y otra parte de ellas podría dedicarse a investigar por 
mejores cepillos de diente o por otros métodos de limpiar los dientes 
que sean menos costosos y más efectivos.
Mientras tanto, con en el monopolio de estado, tenemos un grupo de 
trabajadores que quizás pierdan su trabajo y, con toda razón, pues no lo 
hacen bien.
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