Lunes, Diciembre 19, 2011 | Por Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Encontrar paquetes de café
marca Serrano, al precio de $ 3,45 CUC (algo más de $ 80 pesos en moneda
nacional), en una shopping de la calle Monte, me llenó de alegría.
Entonces no podía adivinar el problema que me traería.
El estruendo por la detonación de la cafetera fue la señal de que no
tendría desayuno. El paquete de café molido que me vendieron por
auténtico estaba adulterado, con una mezcla altamente explosiva y
peligrosa. La cafetera quedó destruida. Aquella mezcla del no-café había
sellado la salida y cubrió la cocina y parte de la meseta con una
arenilla carmelita oscura.
Realmente es imposible beber el café que venden en las bodegas, en
sobres de 4 pesos. La falta de café de primera calidad en las shoppings
aumentó proporcionalmente con la mala calidad de ese café barato. Y al
mismo tiempo aumentaba el bandidaje en tales establecimientos, donde ya
resulta común que los artículos de aseo, alimentos y bebidas sean
adulterados para estafar a los consumidores.
Esto sucede a diario con botellas de ron, latas de cervezas, de leche
condensada, pomos de mayonesa, sobres de comino, frascos de champú,
croquetas de masa explosiva, jamones mal curados, etc. He sido testigo
de consumidores que han protestado con vehemencia en las shopping porque
han abierto o probado los artículos alimenticios o de aseo en el
instante en que lo compraron y cayeron en cuenta que el contenido estaba
adulterado.
Todo se debe a la falta de un real control de calidad y también a la
corrupción imperante. Por ejemplo, el paquete de café marca Serrano que
yo compré era aparentemente auténtico. Estaba empacado al vacío en un
envase especial para su conservación. Y ese tipo de envasado se hace con
máquinas con una tecnología apropiada. Entonces, ¿cómo y dónde se
produce la adulteración del producto?
Precisamente, hace dos fines de semana sesionó en La Habana la Asamblea
Provincial del Poder Popular de La Habana. Entre los asuntos examinados,
los delegados analizaron las múltiples quejas de la población acerca de
los problemas que presentan los establecimientos que comercializan
servicios gastronómicos en la capital.
Reporteros de la radio local dieron a conocer que unos 60
administradores fueron expulsados de sus puestos por la mala gestión y
los robos en las unidades donde laboraban. ¿Pero nadie aclaró desde
cuándo los pillos robaban, ni cuál era el grado de responsabilidad de
quién los situó en una posición de administración?
Si pasaran esos establecimientos de servicios a manos de particulares, o
de trabajadores asociados en cooperativas, entonces puede ser que
hubiera un verdadero control administrativo y una gestión adecuada.
¿Evitaríamos así las explosiones matutinas de las cafeteras?
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