Sábado 17 de Diciembre de 2011 11:17
Kiko Arocha
Acepto que esta antología de chistes populares que ridiculiza a la
llamada revolución cubana, publicada en Miami, ha resultado seductora
para quienes tuvieron que sufrir años de comunismo en Cuba, aunque no
tanto para la primera generación de exiliados, razón por la que no se ha
vendido el doble. Algunos de los exilados de la primera oleada no ríen,
sino lloran, con los chistes, comportamiento que algún sicólogo
inteligente pudiera racionalizar. Tampoco el libro es muy atractivo para
personas de otra nacionalidad (excepto actualmente para los
venezolanos), probablemente porque sólo podemos burlarnos de lo que
conocemos. Si usted nunca vio ni oyó cantar a Roberto Carlos, no se va a
reír con una imitación del personaje. Quien no sufrió en la TV durante
largos años a Pedro Ross, secretario general de la CTC de Cuba, elegido
a dedo, no puede entender el siguiente chiste:
Sale Pedro Ross de la CTC con una cotorra en el hombro. Un ciudadano se
da de bruces con él y le pregunta:
¿Ese animal habla?
Contesta la cotorra:
¡Pues la verdad no sé!
Mi tío Cuco+, mi padrino Manolo+, mis dos hijos (en Miami) y algunos
amigos que no menciono por estar todavía en el paraíso, me ayudaron a
recopilar en Cuba, entre 1990 y 1994, 350 chistes que guardaba
secretamente en varios lugares. Lo curioso es que la policía política me
los incautó sin enterarse. En un registro que practicaron en mi casa en
1993 me ocuparon y nunca devolvieron 144 disquetes con todo mi trabajo
de 10 años. En uno de los disquetes incautados estaba la recopilación de
los chistes en un archivo (file) codificado y disimulado bajo el nombre
del diccionario alemán en el disco de WordPerfect. Ese fue un buen chiste.
En 1994 le hice llegar el libro a Juan Manuel Salvat, el editor miamense
por excelencia, que inmediatamente lo publicó. Cuando llegué a Miami en
1995 lo llamé y me dijo: "Ven a recoger tu cheque".
Como al llegar al exilio decidí fundar la editorial Alexandria Library,
autopubliqué una segunda edición con 500 chistes y otra tercera con 750,
según se agotaban las anteriores. Pronto estará a la venta la cuarta
edición, con 1,000 chistes. Hay también una edición en inglés titulada
Laughing under Castro. Ahora están también en forma de eBook, con un
costo de 99 centavos, en infinidad de librerías Web. El libro ha crecido
en el exilio con los chistes que me envían de Cuba, con los que
recuerdan los cubanos en la diáspora y con los que se publican en la
Web. Se ha vendido muy poco en librerías, más bien a través de la Web,
lo cual resulta alentador para los autores que autopublican. Lo han
comprado cubanos desde muchos sitios, entre ellos Australia, Siberia y
Ghana.
Muchos de esos chistes pertenecen indudablemente al ingenio popular
cubano. Por ejemplo, éste que fue uno de los primeros oídos en Cuba:
Un ancianito está tratando de salir clandestinamente del país y es
sorprendido por los guardafronteras. El viejito se esconde en un
matorral. Los guardias disparan dos o tres tiros y le gritan:
-Viejo, ríndete, si total, ¡te quedan dos afeitadas!
-Sí, es verdad, ¡pero me las quiero dar con Guillete!
También he aprendido que muchos chistes "cubanos" son adaptaciones de
chistes políticos de diversos países, algunos de cuando la guerra civil
española puestos a rodar en Cuba como venganza por peninsulares a
quienes la revolución quitó sus propiedades.
A continuación un chiste originalmente ruso que aparecerá adaptado en la
cuarta edición:
Un hombre va al MTVI (Ministerio de Transporte para Viajes de Ida) a
solicitar que le vendan un automóvil Moskvitch. Le informan que debe
depositar todo el dinero inmediatamente y que hay una lista de espera.
Sin inmutarse el hombre paga los 5,000 rublos y llena los 19
formularios. Entonces lleva cada uno de ellos a las diferentes oficinas
del gobierno. Semanas después termina su recorrido y en el último buró
un funcionario le dice: "Bueno, lo felicito, todo está en orden. Venga
este mismo día dentro de 10 años a recoger su automóvil". El hombre
pregunta "¿Por la mañana o por la tarde?". Sorprendido, el burócrata le
dice, "Estamos hablando de aquí a 10 años, ¿qué diferencia puede haber
en que sea por la mañana o por la tarde?" El hombre le responde: "Es que
el plomero viene por la mañana".
¿Adivinan por qué no se han vendido 100,000 ejemplares de este libro?
¡Bingo! Porque no se está vendiendo en el lugar adecuado. Pero no pierdo
las esperanzas de ponerlo al alcances de su público natural, hoy
secuestrado.
Alexandria Library Publishing House
http://neoclubpress.com/espectaculo/humor/2607-chistes-de-cuba-como-vendi-5000-ejemplares.html
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