16-03-2011.
Alejandro Cabrera Cruz
Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- Camagueypress. A partir de la década de
los 1990 surgen los cuentapropistas para palear la crisis de la
economía cubana que se vio disminuida considerablemente, siendo
reemplazada por un pequeño sector de libres empresas, lo que propicio
refugio al gobierno cubano en busca de resortes capitalistas.
En aquella época los trabajadores privados tuvieron la posibilidad de
desempeñarse con cierta independencia en dos tipos diferentes de
operaciones en el mercado nacional. Eran dos gestiones comerciales que
debían funcionar bajo el control y las regulaciones del Estado, pero que
permitían, a los trabajadores del sector, manejar sus operaciones de
forma personal y privada.
Una de estas dos opciones de nuevo tipo, estaba vinculada a la
producción agropecuaria y contaba con la participación de los pequeños
propietarios agrícolas. La oferta se conoció como el mercado agrícola
paralelo, sistema comercial establecido para que los productores
pudieran comercializar los excedentes productivos de sus cosechas, la
pequeña parte de sus producciones que no estuvieran comprometidas con el
Estado. Los participantes podían manejar a su voluntad el valor de los
precios de venta para los productos y la ganancia que generaba la operación.
La otra manifestación de la actividad privada estaba asociada al sector
de la artesanía. Por decisión estatal se crearon zonas específicas y
micro localizadas donde los artesanos, previa registración y pago de
impuestos, podían rentar un área o estante para comercializar sus
producciones en general.
Igualmente los artesanos deberían adecuar sus operaciones a un
reglamento y un sistema de contraversiones establecidos por el Estado
para determinar el campo de acción de la actividad, asegurando la
protección y la no interferencia de esta nueva labor con el mercado estatal.
Pero a diferencia del agromercado, los artesanos no estaban obligados a
comercializar solo un excedente de su producción. Podían comercializar
el total de la producción de cada uno. Siempre asumiendo la obligación
fiscal de pagar impuestos sobre la operación de venta y sobre la
ganancia en sí.
La rentabilidad de las operaciones resultó positiva, tanto para el
Estado como para los operadores, puesto que todos los implicados
lograban recuperar los ingresos que habían planificado.
Pero estos pequeños negocios duraron muy poco y la administración
estatal se vio obligada a dar por terminados los experimentos y
reconocer que la situación se había salido de control. Al final, el
empeño se transformó en un enorme problema de corrupción.
En los últimos años del presente siglo la cifra fue descendiendo y los
tipos de actividad permitidos se vieron restringidos, así como
paralizado el otorgamiento de nuevas licencias. Pero, hasta ahora,
siempre estuvo impedida la contratación de trabajadores, salvo
familiares, como es en el caso de la gastronomía.
Sin embargo, el componente de suspenso perfeccionado por el género de
independencia económica a partir de finales del 2000 y durante los
primeros meses del 2011 ha sido relacionado con la urgente necesidad de
desinflar las plantillas en todos los centros laborales, lo mismo
administrativos, de servicios, como directamente comprometidos con la
producción. Se trata de un fenómeno que ronda actualmente, y que dio
comienzo a un nuevo repunte de contratación que cobrará mayor amplitud a
fin de que forme parte del mercado laborar de cara a la racionalización
de plantillas.
Para hacer frente a la crónica economía que arrastra la isla, el
Gobierno del general Raúl Castro ha decidido extender el trabajo privado
a 178 actividades, en un plan donde la contratación de asalariados por
parte de particulares constituye una de las principales novedades porque
abrirá la puerta a la formación de pequeñas empresas.
Los llamados "cuentapropistas" se deberán acoger a un régimen tributario
especial donde pagarán impuestos sobre las ventas o los servicios
públicos así como sus ingresos personales.
En el caso del último impuesto, el objetivo será, cumplir el principio
de que se aporte en correspondencia con la real capacidad económica. La
liquidación de este tributo, en los casos de actividades que generen
mayores ingresos o tengan complejidad, se realizará a final de cada año
mediante declaración jurada.
Para su cálculo se tomará en cuenta el total de los ingresos obtenidos
en un año a los que podrá deducir hasta un 40% por gastos propios de la
actividad.
Quienes contraten trabajadores abonarán un impuesto por la utilización
de fuerza de trabajo que tendrá un carácter regulador para evitar
concentraciones de riquezas y el indiscriminado de la fuerza de trabajo.
Con ese aumento de la actividad económica privada, el Estado cubano
espera aumentar sus ingresos tributarios en 1.000 millones de dólares en
el año 2011, según datos divulgados por economistas del Centro de
Estudios de la Economía Cubana (CEEC).
He seguido atentamente diversos cuestionamientos de los cuentapropistas,
donde se narra un conjunto de medidas forzosas en medio de una profunda
crisis. Por si no fueran suficientes las complicaciones; ell Gobierno
cubano dispuso establecer y formalizar el régimen de Seguridad Social de
forma individual y obligatoria, excepto cuando el trabajador por cuenta
propia ya es beneficiario de dicho régimen. La contribución que debe
abonar el trabajador será la del 25%, y recibirá una pensión de
aproximadamente el 60% de dicha base.
Esta contribución se determina mensualmente. Por ejemplo, la
contribución mínima es de 350 pesos, contribuirá con 87.50 pesos cada
mes, y la pensión estará en el entorno de los 210 pesos mensuales, dice
el diario Granma.
Es inteligente por parte del régimen cubano que también haya que abonar
por la fuerza de trabajo, cuando el mismo está reduciendo las
plantillas por capacidad de pago. Cabe aquí mencionar, que esta
práctica obedece a que los ciudadanos sean propiedad del Estado.
El Estado cubano le da al trabajador entre 250 y 300 pesos. El
particular para aliviar las desesperantes estrecheces de la población,
asfixiados por el problema de los salarios que no alcanzan; pagan a un
asalariado entre 600 y 700 pesos.
Por otro lado, para el ejercicio del trabajo por cuenta propia no
prevalece un mercado mayorista con precios minoristas diferenciados para
los trabajadores de este sector. Por consiguiente, trae como
consecuencia el robo y el desvió de productos industriales en las
empresas estatales.
Todo este embrollo, no es más que una válvula de escape "Se ha abierto
los ojos de muchos contratistas y han logrado saber algo que no sabían:
¡¡¡ Los cuentapropistas son rehenes de malos procedimientos del Estado
cubano!!!
Resulta evidente, que todo esto fue concebido con el único fin de lucrar
con la propiedad de los particulares. Con ese objetivo se vienen dando
paso; recientemente en nuestra isla.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=31614
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