«Quedan menos de 250 asturianos en la isla, mujeres en su gran mayoría»
Gijón, J. L. ARGÜELLES
Después de «Cuba: de La Habana a La Habana», Belén Menéndez Solar, 
geógrafa e historiadora, ha hecho otra incursión en la isla caribeña. En 
«Asturias / Cuba. Los que se quedaron», la escritora y fotógrafa, autora 
de títulos como «Guía de las playas de Asturias» o «Faros del litoral 
asturiano», se acerca a los últimos emigrantes del Principado en la Gran 
Antilla. Un puñado de historias desde el corazón. El libro está 
ilustrado por Rodolfo Pico.
-¿Por qué un libro sobre los asturianos que viven en Cuba?
-Mi empresa ha trabajado en la rehabilitación de edificios en Cuba y 
colaborado ¡ en proyectos solidarios. He querido hacer un homenaje a los 
asturianos de la isla, que son ya muy pocos: doscientos cincuenta y seis 
a fecha de enero del año pasado; cuando se publicó el libro habían 
fallecido ya catorce.
-¿Se puede ofrecer un perfil de esos emigrantes?
-La gran mayoría son mujeres, un total de ciento setenta y dos, frente a 
ochenta y cuatro hombres. Son datos correspondientes a la fecha del 
trabajo. Además, otra gran mayoría vive en La Habana, nada menos que 
doscientos tres asturianos, seguida de Camagüey. Son personas casi todas 
mayores de setenta años; hay incluso un centenario y sólo hay ocho 
emigrantes menores de sesenta y cinco años. Según mis datos, la última 
emigrante llegó a la isla en 1957.
-Por tanto, antes de la revolución...
-Tras la revolución se invirtió el fenómeno: los hijos de los que se 
fueron a Cuba quieren ahora volver a Asturias. Los que han quedado son, 
bien porque estaban comprometidos con la revolución, bien porque no 
tuvieron posibilidades de regresar. El Centro Asturiano tenía más de 
cien mil asociados antes de la revolución y ahora, como hemos visto, 
quedan poco más de doscientos emigrantes.
-¿Los asturianos huyeron en su gran mayoría?
-Sí, muchos hacia Miami.
-¿Queda algo de la potencia que tuvo la emigración asturiana?
-Sí, conservan esa tradición asociativa a través de la Federación de 
Asociaciones Asturianas, que tiene unos locales muy decentes en el paseo 
del Prado, donde se reúnen todas las semanas y hacen sus fiestas o los 
actos oficiales. Son los herederos de aquella gran emigración. El 
edificio que hizo Manuel del Busto, la sede del Centro Asturiano de La 
Habana, fue incautado tras la revolución y es un museo.
-¿Por qué esa querencia entre Asturias y Cuba?
-Los asturianos, dependiendo de su zona geográfica de nacimiento, 
tendían a emigrar hacia unos u otros países de América. Hubo mucha 
emigración a Cuba desde el occidente asturiano. La llamada familiar 
tenía mucho que ver: alguien que se asentaba en la isla y después 
llevaba a los parientes. Las causas de esas emigración son distintas. 
Por ejemplo, muchos se fueron por causas económicas o por librarse de la 
guerra de Marruecos. Hay una segunda oleada de emigración motivada, 
fundamentalmente, por la Guerra Civil española, la represión posterior y 
la miseria económica.
-¿Cuál es el concejo con mayor número de emigrantes?
-Valdés, seguido de Tineo. Hay cincuenta y cinco concejos asturianos con 
emigrantes en la isla.
-Hay emigrantes que sí se han identificado con la revolución, caso del 
ex vicepresidente José Ramón «Gallego» Fernández.
-Él no está en mi libro porque he preferido hablar de los olvidados, 
aunque sí incluyo, por ejemplo, a Ana Ambou, hija de Juan Ambou, 
conocido dirigente comunista de la revolución asturiana de octubre, o 
Matilde Menéndez Muñiz, historiadora que ha sido Premio Nacional de 
Humanidades. También está Manuel Peláez López, militar comprometido con 
la revolución cubana que fue el fundador, curiosamente, de la ceremonia 
del cañonazo y ahora se dedica a recuperar relojes de sol. Y está, 
también, Manuel Pérez Fernández, fundador del Partido Comunista de Cuba.
-¿Le llevó mucho tiempo rastrear tantas historias humanas?
-Las entrevistas las hice en un mes, aunque hubiera podido estar un año. 
Me cogió una ola de frío en La Habana, lo que es muy extraño, con lo que 
muchos, que son muy mayores, no podían acudir a las reuniones que 
convocaba en el Centro Asturiano. Hice ochenta entrevistas, aunque mi 
deseo era hablar con todos. Las historias son distintas: emigrantes 
destacados, comprometidos con la revolución o el mundo de la cultura, y 
otros, la mayoría, personas humildes, normales, trabajadores. Hay muchas 
mujeres que fueron modistas.
-¿Hay nostalgia de Asturias?
-Yo creo que, fundamentalmente, se sienten orgullosos de ser asturianos. 
Todos expresan agradecimiento al Gobierno de España por la pensión 
contributiva: cuatrocientos euros -un médico gana veinticinco- que les 
permite conservar bien sus casas y tener, sobre todo aquellos que están 
solos, un montón de gente para cuidarlos. Los emigrantes asturianos se 
ayudan mucho entre ellos y se protegen.
-¿Hay identificación con la revolución?
-Se ha ido produciendo un distanciamiento. Su sueño, salvo excepciones, 
es volver a Asturias para poder morirse en su tierra. Tienen las casas 
llenas de recuerdos.
-Pero muchos, con hijos y nietos en Cuba, tendrán el «corazón partío», 
como dice la canción.
-Todos, y es la expresión que utilizan. Y los hijos, que tienen la doble 
nacionalidad, quieren regresar. Hay más de dos mil votantes asturianos 
en la isla.
 
 
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