El castrismo debe romper con la retórica del enemigo exterior y liberar
a los presos políticos
01/04/2010
El Gobierno cubano no puede seguir aferrándose a la mentira de que no
existen presos políticos en la isla para hacer frente a la situación
ante la que lo ha colocado la huelga de hambre de Guillermo Fariñas,
secundada por otros dos opositores. La frustración de las tímidas
esperanzas de reforma apuntadas por Raúl Castro está abriendo paso a una
creciente contestación al régimen, contra la que nada valen ya las
descalificaciones y las coartadas reiteradas durante medio siglo.
Las Damas de Blanco no son mercenarias de nadie, según han repetido
machaconamente los medios del castrismo, sino madres y esposas de
cubanos encarcelados injustamente por la dictadura. Como tampoco son
agentes del imperialismo los disidentes que reclaman algo tan elemental
como el reconocimiento de las libertades y derechos civiles básicos. Y,
entre ellos, artistas hasta ahora fieles al régimen.
La estrategia del castrismo de aguardar hasta que escampe fracasó en el
caso de Orlando Zapata y resultará insostenible si la huelga de Fariñas
o los otros disidentes termina en tragedia. Tarde o temprano, el
Gobierno cubano tendrá que poner en libertad a los presos políticos y,
por tanto, mejor que lo haga cuanto antes. No sólo porque no existe
justificación alguna para mantener encarcelados a quienes no se puede
acusar de otra cosa que de disentir pacíficamente de una dictadura, sino
también porque el tiempo juega contra el Gobierno cubano, al mismo ritmo
que contra la vida de los huelguistas.
La iniciativa del Gobierno español de acoger a Fariñas responde a una
intención humanitaria que es condición necesaria para evitar la
tragedia. La condición suficiente demandaría, además, redoblar la
exigencia al régimen cubano para que libere de inmediato a los presos
políticos, mucho más cuando España ejerce la presidencia de turno de la
Unión Europea. Sean cuales sean las razones por las que se ha suspendido
la reunión entre los Veintisiete y Cuba prevista para el próximo 6 de
abril, el régimen castrista tiene que saber que la crisis política que
atraviesa no se resuelve evitando los foros internacionales que le
pueden resultar incómodos.
La retórica del enemigo exterior es una reminiscencia del pasado que no
se corresponde con la realidad de los hechos, puesto que la oposición a
la dictadura procede del interior. De los mismos cubanos a los que el
castrismo prometió el paraíso.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Cuba/cuenta/elpepuopi/20100401elpepiopi_2/Tes
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