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Monday, September 21, 2009

Primero el ritmo, luego la política

Primero el ritmo, luego la política
Más música que consignas en el concierto organizado por Juanes en La Habana
MAURICIO VICENT - La Habana - 21/09/2009

Un rugido descomunal del público y el merengue endemoniado de la
puertorriqueña Olga Tañón abrieron ayer el histórico concierto Paz sin
Fronteras en la plaza de la Revolución de La Habana. Eran las dos de la
tarde (ocho de la tarde en la Península), y atrás quedaban meses de
tensiones y desgastadoras batallas extramusicales. Frente al escenario
blanco, montado en el mismo lugar donde hace 11 años el papa Juan Pablo
II pidió "que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba", una masa
de un millón de cubanos, según cálculos oficiales, parecía un único y
gigantesco animal hambriento de espectáculo.

Tremendo. Salió Olga Tañón del brazo de Miguel Bosé y el cantante
colombiano Juanes, y en nombre de los 15 participantes en el concierto
leyó una pequeña presentación: "It's time to change" (es hora de
cambiar), dijo. Mencionó también con todas sus letras al exilio. Algo
absolutamente excepcional. Uf... La plaza tembló cuando empezó el ritmo
violento de El mentiroso. Se palpaba la energía y la emoción. Era algo
que los cubanos necesitaban desde hace mucho tiempo.

Nada más sonar el primer bongó, Yoraidis, una estudiante situada en
primera fila que llevaba horas de espera, espetó a este corresponsal:
"Chico, no seas pesao: mejor mover el culo que hablar de política". Buen
resumen de la situación nada más comenzar...

Para Juanes y los participantes en el concierto la iniciativa pretendía
ser un puente de paz, un grito de tolerancia y por la reconciliación
entre los cubanos. Según el exilio duro de Miami, Paz sin Fronteras era
sobre todo "un regalo al régimen dictatorial de los hermanos Castro".
Para Yoraidis y la mayoría de los cubanos que se reunieron ayer en la
plaza, el macroconcierto -de cinco horas de duración- era simplemente la
oportunidad de escuchar en directo a artistas de fama mundial, en un
país excluido de los circuitos comerciales de la música internacional.

"Que vengan todos, Ricardo Arjona, Willy Chirino, todos", decía casi
llorando Leslie Morales, una habanera de 25 años que decía estar
"soñando". Tañón, llamada por los cubanos Olga Cañón, garantizó un
comienzo movido, con más caderas que mensaje. Si insistías en preguntar
al público cosas profundas, las ideas más repetidas eran que ojalá la
iniciativa de Juanes sirviera para "tender puentes" entre Cuba y Estados
Unidos y "abrir caminos" que puedan transitar otros artistas famosos.
Pocos, o casi ningún discurso acartonado. La gente hablaba y vibraba de
corazón.

Los artistas también estaban nerviosos por las expectativas creadas.
Antes del concierto hubo tensiones por el excesivo control. Una
anécdota. Cuatro horas antes del concierto, Víctor Manuel, de anónimo y
vistiendo una camiseta negra, se quiso dar un paseo por los alrededores
de la plaza de la Revolución. En un cordón policial, a medio kilómetro
del escenario, fue detenido:

-No puede pasar. No lleva ropa blanca...

-Oiga, que eso es para la gente, no para los artistas.

-Lo siento, son órdenes...

-Mire, yo soy Víctor Manuel, uno de los cantantes, sólo vengo a dar una
vuelta...

-Ya, y yo soy Napoleón.

El exceso de celo del uniformado se sumó a otras cositas y derivó
después en un enfrentamiento más serio. Juanes y Miguel Bosé se quejaron
airadamente a la contraparte cubana por el control, además de por
haberse colocado vallas en la plaza separando una zona vip, pegada al
escenario. Al final, después de las protestas -hubo un encuentro de
última hora con el ministro de Cultura, Abel Prieto- desaparecieron las
vallas y nada pasó.

Ajenos a estos intríngulis, y aunque el calor era una salvajada -35
grados de Cuba-, en la plaza de la Revolución el público bailó y
disfrutó de lo lindo. Desmayados hubo cientos, pero mereció la pena...
Las palabras irresponsables anteriores al evento fueron barridas por la
música.

El concierto blanco de Juanes (sobre el que Cuatro prepara un
documental) sirvió de catarsis colectiva a cientos de miles de cubanos
ansiosos de buen arte. Era lo que se pretendía. Primero el movimiento,
después la política, como decía Yareidis, saturada de tanta ideología.
La intransigencia burda del otro lado -en Miami destrozaron discos de
Juanes con martillos y cachiporras- también fue derrotada por la
cinturita cubana.

Después de Olga Tañón vinieron otros sin tanta cadera pero con mensaje,
todos vestidos de blanco. La larga lista de artistas (X Alfonso, Silvio
Rodríguez, Jovanotti, Carlos Varela, Amaury Pérez, Luis Eduardo Aute,
Víctor Manuel...) llegó al clímax con Juanes que cantó sus principales
éxitos, y por supuesto A Dios le pido y La camisa negra. Pero antes,
otra apoteosis: el grupo de rap cubano Orishas, emigrado hace tiempo
-llevaba diez años sin actuar en la isla-. Luego, la orquesta Van Van:
todo el mundo a menearse. Ése era el verdadero puente: disfrutar, cero
política, más nada. Mientras, en Miami un loco había sacado a la calle
una apisonadora de dos toneladas a destrozar la música de los participantes.

Primero el ritmo, luego la política · ELPAÍS.com (21 September 2009)
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Primero/ritmo/luego/politica/elpepugen/20090921elpepicul_1/Tes

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