Publicado el 09-26-2009
Un aporte al debate nacional
Por Pablo Alfonso
Una vez más los cubanos han sido convocados para que expongan en las 
aulas, centros de trabajo y en sus barrios, sus penas y sus tristezas, 
sus problemas y sus esperanzas. La nueva catarsis nacional se llevará a 
cabo hasta el próximo 15 de octubre y "el análisis" de la realidad 
nacional estará dirigido por un "Material de Estudio", que incluye 
discursos de Raúl Castro y Reflexiones de Fidel.
Las instrucciones para el llamado debate aseguran que este proceso "no 
será exactamente igual'', pues está dirigido a un "análisis interno'' de 
"lo que ocurre en cada lugar'', identificar los problemas y sugerir 
soluciones, señala el documento. Claro que, para que no existan 
confusiones, queda subrayado que "la decisión irrenunciable de construir 
el socialismo", no está sujeta a cuestionamientos.
La agenda está conformada por diez puntos que incluye, entre otros 
temas, el racionamiento de alimentos, el robo en los centros de trabajo, 
los subsidios y el mercado negro. La nueva catarsis se produce en el 
contexto de un descontento generalizado entre la población que abarca 
desde el más humilde de los trabajadores, hasta círculos prominentes de 
artistas, intelectuales y académicos.
Una carta abierta que circula por el correo electrónico de las redes 
internas de Cuba (Intranet) es una buena muestra de la temperatura 
popular. Ha llegado a mis manos el texto íntegro de esa larga misiva, 
que trataré de resumir en este espacio. Pienso que sus argumentos, muy 
bien pudieran incorporarse a ese debate convocado por el general Raúl 
Castro.
La carta firmada por el actor Armando Tomey, comienza lamentando las 
medidas del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) que paga a los 
actores salarios de miseria y las pésimas condiciones de trabajo 
impuestas a la mayoría comparados con los privilegios de los bendecidos 
por el régimen.
"Convoco a todos los actores y artistas en general a que, por muy 
necesitados que estén económicamente, no acepten condiciones leoninas y 
humillantes de trabajo", afirma.
Tomey se pregunta "si a Randy, Taladrid o el resto del selecto grupo de 
¿La Mesa Redonda? van en guagua o a pie a su programa". Y se responde 
como un latigazo: "Todos sabemos la respuesta, puesta hasta mean en un 
baño diferente". "Lléguense a los baños de los estudios del Focsa, o a 
los propios del ICRT que nos tocan a nosotros: compiten en acumulado de 
secreciones sólidas y líquidas con cualquier baño de una Terminal o una 
cervecera en moneda nacional", asegura.
Tomey recuerda que en La Mesa Redonda "nunca se debaten nuestras crisis 
ni ninguno de los problemas candentes que afectan nuestra sociedad (y lo 
más importante: ¡no hay debate! ¡No hay polémica!, todos coinciden en 
los criterios, como si estuvieran programados o con un libreto muy bien 
aprendido. Realmente es un programa monotemático, latoso y muy aburrido)".
El actor aborda sin cortapisas las limitaciones de los cubanos a la 
tecnología que está al alcance de la población en otros países: "También 
algunos logramos el derecho a tener correo electrónico, por supuesto que 
sin ¡INTERNET!, pues somos unos de los pocos países atípicos del mundo 
en que no se nos permite. Creo que Corea Del Norte y nosotros, ¿por qué 
no podemos tener Internet? Responder esa pregunta conllevaría a un 
análisis muy crítico de la filosofía o la forma autocrática y rígida con 
que se conduce y dirige nuestra sociedad socialista de la mitad del 
siglo veinte".
Tomey explica cómo en los últimos años el deterioro de la economía 
cubana, producto de la ineficiencia de un régimen agota, repercute en lo 
que se alcanzó en las primeras décadas revolucionarias en materia de 
salud, educación y vivienda, entre otros. Esta es parte de su 
ilustrativa parrafada final. ¡Toda una catarsis personal!
" Hoy este tema de la vivienda es uno de los problemas más serios de 
muchos cubanos; hasta tres generaciones comparten un apartamento; no se 
construyen casas, no se venden, no se alquilan, ¡un callejón sin salida! 
La salud es gratis, pero cada día se nos hace más difícil obtener un 
buen diagnostico, una buena atención, hacerse análisis, operarse; 
conozco casos de pacientes que tras largos días de ingresos han salido 
de un hospital sin diagnósticos o con diagnósticos equivocados y el 
precio a veces lamentablemente es la vida.
Se han restaurados algunos hospitales pero la mayoría siguen en la 
suciedad y deterioro. El transporte ha mejorado algo en la capital, pero 
en provincias viven ¡a carretones y bicicletas! El transporte 
ferroviario es un caos, muchos pueblos han quedados desconectados del 
sistema. El transporte de ómnibus interprovincial también es muy 
deficiente y el soborno es el que consigue pasajes, mientras los 
infelices esperan largas horas.
Los servicios a la población, después de un breve período de mejora y 
eficiencia, han vuelto a ser muy deficientes, provocando irritaciones y 
falta de respuesta a las necesidades humanas elementales como sentarse 
donde hay que esperar, o tener donde tomar agua, mear y cagar. Los 
viejos que trabajaron el tiempo exigido, o las viudas, tienen su 
pensioncita (que no alcanza), pero ¡coño! como tienen que sufrir en las 
kilométricas colas para cobrar, los otros clientes que necesiten hacer 
una operación en el banco en esa fecha, mejor se ahorcan. Cuánto tiene 
que sufrir el que se le rompe un equipo eléctrico, el que necesita un 
plomero, un carpintero o un albañil en su casa, pues hasta los oficios 
han ido desapareciendo y cada día son más caros. ¿Cómo se las arregla el 
que tiene pocos recursos y con limitaciones físicas debe acudir a un 
hospital con frecuencia? Hablar de los servicios en nuestro país es 
hacer un puchero y comenzar a sudar.
A todo esto hay que sumarle la mayor desdicha del cubano de hoy: ¿comer? 
La libreta de abastecimiento es una gran ayuda para la mayoría de las 
familias, pero es solo eso, una ayuda (claro que ni soñar con quitarla); 
el resto, que es la mayor parte, exige proezas cotidianas que van desde 
el invento hasta el robo, pasando por encima de los que se revientan 
trabajando honradamente y obteniendo muy poco.
Últimamente se está dando un fenómeno muy singular: ¿nadie tiene un 
kilo? Pero, ¡tampoco hay nada! Es cierto que aún podemos vanagloriarnos 
de algunas cosas muy buenas, como el hecho de que en Cuba los niños no 
tienen o no se les permite trabajar; se les exige estudiar y puede que 
muchos sufran carencias y desigualdades, pero ninguno muere de hambre ni 
vive debajo de un puente. Pero la pregunta es, ¿por qué para tener esto 
tenemos que renunciar o prescindir de otras tantas cosas?
Sí, tenemos que ahorrar, pero hemos desperdiciado y malgastado muchos 
recursos. Hemos ayudados a muchos países dándoles los que nos quitamos. 
Quisimos, siendo un país pobre, encabezar y costear la revolución 
mundial. Para defendernos de los ¿yanquis? buscamos cobija en los 
¿rusos? y bien sabemos que caro nos ha costado ese compromiso. Nos 
involucramos en muchísimos conflictos bélicos con un alto costo de vidas 
y recursos, y hoy en día ninguno de esos países practican una política 
ni similar a la nuestra. Nos olvidamos de elevar el nivel de vida del 
pueblo y de pensar en sus necesidades y aspiraciones y nos convertimos 
en el Mesías de internacionalismo proletario. Hoy insistimos en sus 
viejas fórmulas fracasadas y seguimos el mismo camino recto, recto, 
requeterrecto: ¿hacia dónde?"
Diario Las Americas - Un aporte al debate nacional (27 September 2009)
http://www.diariolasamericas.com/news.php?nid=85888
 
 
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