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Friday, June 05, 2009

El ruso

El ruso

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - A Denis Torres Sokurenko le
decían el ruso, pero era ucraniano; nació en Kiev, donde su padre fue a
estudiar a fines de los años setenta, cuando Cuba giraba en la órbita de
la Unión Soviética y Moscú era el centro de atracción de los países
socialistas. El becario habanero regresó con su título universitario,
una esposa bellísima y un niño de brazos que creció en un barrio de San
Miguel del Padrón, entre las malas palabras de los vecinos y los
susurros nostálgicos de la madre eslava, a quien conocí en agosto de
1998 en una Unidad antiaérea de Santa María del Rosario, mientras cada
uno esperaba al hijo, convertidos en amigos por obra y gracia del
Servicio Militar Obligatorio.

La amistad entre los jóvenes uniformados convirtió a Denis en visitante
ocasional de mi casa, centro de fugas y coordinación de fechorías, hasta
que ambos ascendieron a sargentos, lo cual implicó ciertas ventajas para
tolerar las órdenes absurdas, el encierro y el hambre de los cuarteles,
especie de barracones sin cañaverales.

El ruso es un rubio alto, fuerte, velludo, de pelo amarillo y ojos
claros, un típico ejemplar eslavo bajo el sol tropical. A sus rasgos
físicos sumaba el espíritu romántico de la madre ucraniana y la vocación
militar del padre cubano. Como se convirtió en el mejor flechero del
Ejército Occidental, creíamos que aceptaría un curso para oficiales,
pero su inteligencia, carisma y jovialidad, lo ayudaron a buscar otro
horizonte al concluir el servicio militar.

Como sargento y jefe de pelotón de una batería de cohetes se sintió
decepcionado por la incompetencia, el desvío de recursos, la soberbia y
el maltrato de los soldados por parte de los oficiales. La falta de
equidad en el plano de las relaciones y su sentido de la amistad lo
inclinaron al bando de sus compañeros, lo cual le creó problemas con el
mando.

Al finalizar sus días en el regimiento el ruso se fugaba como los demás.
En la postrimería fingió una lesión en la rodilla, se inyectó miel,
empezó a cojear y obtuvo un certificado médico. Entonces alternó las
guardias con un empleo en la cafetería de un vecino; luego incursionó en
pequeños negocios, compraba autos viejos, los reparaba y revendía;
invirtió su ganancia en la cría de cerdos y hasta especuló con corales.

Cuando obtuvo la baja ya había cambiado su estatus de vida y estaba
preparado para sobrevivir de su esfuerzo personal en cualquier sociedad.
Como en ese momento nuestros jóvenes buscaban el horizonte fuera de las
costas cubanas, Denis se acordó de su condición natural y obtuvo el
pasaporte de Ucrania o Rusia con la ayuda de la madre, que vivía en
Cojímar con un mulato.

La corriente migratoria que predominó en la isla entre los años 2001 y
2002 pasaba por la obtención de una carta de invitación para ir a
Rusia, cuya embajada en La Habana concedía la visa con facilidad. El
avión iba a Moscú pero se quedaba medio vacío en Madrid. El éxodo se
interrumpe por la protesta de la Cancillería española cuando todos los
pasajeros de una aeronave cubana pidieron asilo al llegar a Barajas;
solo el piloto y sus asistentes continuaron el viaje.

Desde ese escándalo internacional nadie ha visto a Denis Torres
Sokurenko, el ruso de Kiev que creció en La Habana, de donde partió en
busca de otro paraíso. Sus amigos del servicio militar no saben si pasa
frío en Kiev, vende jamón pata negra en Madrid o se baña en Miami Beach.
Tampoco conocen si la madre se fue tras él, o se acostumbró al calor y
al mulato de Cojímar.

culturakiss@yahoo.es

El ruso (5 June 2009)

http://www.cubanet.org/CNews/y09/junio09/05_C_5.html

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