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Tuesday, March 25, 2008

La vaca

13 de marzo de 2008

La vaca

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - No supe que era sagrada hasta
que no ocurrió el accidente. Yo viajaba de Guantánamo a La Habana en el
Yutong 1244. Fue en la madrugada del jueves pasado en la carretera
central, entre Las Tunas y Camagüey, cerca de Sibanicú. El impacto
despertó a los viajeros.

Cuando bajé ya los conductores habían avisado a la policía local y los
pasajeros más curiosos rodeaban el cadáver. El frente del ómnibus estaba
abollado y un chofer discutía con el policía más joven, con quien se fue
a la estación a levantar el acta de defunción. Regresó a la seis de la
mañana con otro gendarme y un veterinario de la granja más cercana.

Continuamos el viaje con tres horas de atraso, entre murmullos y cuentos
de ocasión. "Solo aquí y en la India se les rinde honores a ese animal",
dijo alguien con desdén.
"Allá se justifica por asuntos religiosos y tradicionales, pero aquí es
un problema de carencias, leyes y matarifes", agregó una anciana que
decía no acordarse del sabor de un bisté.

"Si todo volviera a ser como antes, la libra valdría unos centavos en
las carnicerías y mi sobrino no estuviera cumpliendo ocho años de
prisión por sacrificio de ganado mayor", expresó el anciano del asiento
lateral.

Así transcurrió el viaje. El fantasma de la vaca se apoderó de los
pasajeros. La ausencia de carne y las regulaciones penales sobre
sacrificios, ventas o recepción sin permiso estatal pareció nublar las
mentes embotadas por el sueño y la estupidez.

Permanecí en silencio pero recordé a Matilda, la vaquita de la
televisión que resurge –como ave Fénix- en los potes de leche que venden
en las shopping. Me acordé también de Ubre Blanca, la campeona
embalsamada por orden del Comandante en Jefe, a quien complacía con
doscientos litros al día. Evoqué con nostalgia la promesa del Máximo
líder de llenar la bahía de La Habana con el espumoso alimento de las
cuencas lecheras de Bayamo y Camagüey.

¿Será la vaquita que chocó con el Yutong nieta de esas rumiantes que
hicieron quedar mal a nuestro egregio Mesías?

Recordé muchas cosas sobre el noble animal durante el viaje, pero no
pude imaginarme el sabor de su leche ni de su carne. Tal vez las cosas
sagradas y prohibidas son buenas consejeras para evitar las tentaciones
y los años de encierro. ¡Dios nos libre del pecado!

http://www.cubanet.org/CNews/y08/mar08/13cronica3.html

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