Un 26 de mentiritas
Camagüey, donde se vive cada día una obra peor, podría ser escenario del
anuncio de un nuevo aire para la dictadura.
Yodel Pérez Pulido, Camagüey
jueves 19 de julio de 2007 6:00:00
El anuncio de la sede de los actos centrales por la efeméride del 26 de
Julio viene a llenar un vacío que duraba ya 18 años. Casi dos décadas
sin que ningún acto de interés nacional aconteciera en Camagüey. Durante
todo ese tiempo, los altos jefes del régimen sólo se asomaron a la
ciudad para hospedarse en las lujosas casas de visita y partir, en
tránsito, hacia otros destinos.
¿Por qué, después de tanto tiempo y tras cumplirse casi un año del
traspaso de funciones gubernamentales de un hermano a otro, es Camagüey
sede del 26 de Julio?
Muchas razones son posibles y casi todas tienen un marcado significado
político. Recordemos que en aquel acto de 1989, Fidel Castro anunció la
desaparición de la URSS, el CAME y las grises perspectivas que los
cubanos tenían que enfrentar.
Fue en aquel entonces que comenzaron a surgir las iniciativas que se
desarrollaron en la década de los años noventa y han permitido mantener
el actual estado de cosas siempre driblando problemas internos y externos.
El anuncio tiene que ver con la nueva estampida política que se
pretende, con los nuevos aires que se le intentan dar al pulmón de una
nación llorosa y sufrida.
Los parámetros emulativos que se miden para la obtención de la sede no
podrían premiar nunca al territorio agramontino. La realidad de la
provincia dista mucho de premios.
Lo ocurrido puede interpretarse como otra maniobra movilizativa en la
que se trata de engatusar a una región que, durante mucho tiempo, fue
considerada la más próspera del país, y ahora resulta agreste.
Téngase en cuenta que la "emulación comunista" que define la sede en
conmemoración del fallido asalto al Cuartel Moncada en 1953, es como una
ensaladera. Son sumados puntos a las provincias en virtud de lo que
establezcan los directores de los diversos sectores de la Administración
Central del Estado y los Ministerios. Siempre hay, detrás de cada
sistema posicional, una intención o una "sugerencia" de los altos
cuadros de la dirección del partido. La realidad es que la actual
situación de la provincia inquieta a las altas esferas del poder.
Tinajones repletos de insatisfacciones
La provincia más ganadera del país y mayor productora de leche ha visto
disminuir, además de estos renglones económicos, el florecimiento de su
gente, su cultura, su valor como ciudad.
Y aunque eso ha sido un fenómeno nacional, para Camagüey, tal suerte de
desaventura, ha propiciado la desaparición de sus perspectivas
económicas y gran parte de su infraestructura. La sequía intensa diezmó
la masa ganadera, así como sus reservas de autoabastecimiento.
Los camagüeyanos han sido elegidos para experimentar programas
socioeconómicos que nunca han dado resultado y lo peor, sus legendarios
bateyes, llenos de gente humilde y que producían los más altos volúmenes
de azúcar, perdieron hace muy poco lo único que tenían: la esperanza.
Hoy viven enlutados por los viejos tiempos y por aquellos centrales
ahora ensamblados en Venezuela o Bolivia.
Desde el punto de vista social, el aumento de la criminalidad ha
aumentado a niveles tan altos, que las cifras sólo la conocen los altos
jefes de la policía política y las instituciones de prevención social.
Ya no se puede hablar de una ciudad tranquila. Las calles reflejan la
crisis en la que se vive, desde la mirada de la gente, hasta su andar
preocupado y sin futuro.
Las últimas fiestas del carnaval (San Juan) mostraron los sufrimientos
de una población que espera en junio, casi como medicina, la cerveza a
granel y la comida en cajitas de cartón. Pensar en eso como un ideal de
diversión es, más que triste, un fenómeno de dolor que se repite todos
los años.
La ciudad dejó de vivir puertas adentro para que sus habitantes se
asomaran a uno de los prejuicios mayores de los últimos años en
Revolución: la inmensa desigualdad de los bolsillos, de las influencias
y de los sueños.
Aunque esas materias no se enseñan en las nuevas universidades
municipales, donde el fenómeno del fraude abunda desde los profesores
hasta los graduados, es tan real como que el yogurt aún se sigue
repartiendo para los niños de 7 a 13 años de edad y la leche para los
infantes que viven sus primeros días.
Los famosos planes acuícolas de Florida tuvieron que suspenderse tras la
inserción del pez gato importado desde China, que no sólo hizo
desaparecer las especies autóctonas de los sembradíos, sino que ha
provocado un serio problema ecológico que aún, pese a muchos esfuerzos,
no tiene solución.
La agricultura dejó de producir en las tierras altamente productivas de
Sierra de Cubitas. Allí abundan hoy planes citrícolas olvidados: ni las
esclavizadas fuerzas del Ejército Juvenil del Trabajo pueden con tanto
plátano "burro" mal sembrado y escasamente rentable.
Los camagüeyanos ya no dicen "abur". Esa frase criolla que denotaba
educación y privilegios ahora resulta imposible y casi está tan
prohibida como el vocablo "señor".
La educación de las personas se ha confundido con el acceso masivo a la
universidad que gradúa al por mayor para difundir estadísticas políticas
y para disimular la crisis existencial de una juventud a la que se pinta
como ideal el acceso a un comité comunista.
Lo que no cabe en un 26
Sin embargo, la provincia intenta mantener a toda costa sus fortalezas
principales. La Iglesia Católica camagüeyana lucha a brazo partido
contra las instituciones gubernamentales locales para mantener, en la
cumbre, las altas torres de sus templos, a donde cada día asisten más
personas en busca de fe y salvación.
La preservación del mayor casco histórico del país, monumento nacional,
es vigilado con pasión por organizaciones que intentan priorizar la
historia pasada ante la actualidad de las noticias nacionales, perneadas
por cartas de los espías presos y las "reflexiones" infelices salidas de
un "secreto" hospital.
La cultura, aunque pierde a sus mayores talentos cuando salen al
exterior, es un semillero de creadores. Pese a que muchos de esos
artistas son vigilados con sigilo, crean un arte que resulta sospechoso
y se aleja de los colores permitidos.
Son muchos los camagüeyanos que ya no encuentran a su ciudad, no la ven.
Tampoco les interesa quién dirá las palabras centrales este 26 de julio
de 2007 y que otras tareas e inventos serán acometidos para salvar lo
que se está acabando.
Enmudecidos, tendrán que contemplar un eslogan pintado de estrellas que
sirve de estandarte para las batallas del Partido, mostrando la gran
incertidumbre de lo que se vive y diciendo lo que no es. Pese a los
colores rojo y negro que la vestirán en breve, Camagüey vive desde hace
mucho y cada día una obra peor.
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