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Thursday, July 26, 2007

Medico de El Salvador narra impresiones de viaje a Cuba

Medico de El Salvador narra impresiones de viaje a Cuba

Los cubanos solo pueden ser testigos pasivos de la buena vida que se le
ofrece al extranjero. Como me comentó un amigo taxista, con los ojos
humedecidos por la rabia y la tristeza: acá los turistas son los humanos
y nosotros somos los extraterrestres.

Escribe Dr. Rodrigo Siman Siri
Hablar de Cuba es hablar de un paraíso donde la belleza natural se
entremezcla con el sueño de todo un pueblo bueno y trabajador.

Estoy sentado en el balcón de un hotel de La Habana, viendo uno de los
atardeceres más alucinantes que jamás haya imaginado, con una mezcla de
sentimientos tan fuertes como el olor de los puros cubanos. Pensé que
escribir unas líneas sobre Cuba iba ser de lo más sencillo después de
estar aquí por una semana, pero es difícil ser objetivo cuando las ideas
se nublan y los ojos se humedecen constantemente con la cantidad de
sensaciones vividas en estos días.

Fui invitado hace un año por las autoridades de salud de este bello país
con motivo de un congreso médico, perfectamente organizado por los
galenos cubanos. En el congreso tuve la oportunidad de ver al legendario
Fidel Castro, que no es más que los restos de lo que ha de haber sido un
fornido guerrillero. Llegó fuertemente custodiado en su caravana de tres
Mercedes Benz negros, dignos de la pobreza de un Pueblo y la opulencia
de su Dictador.

Vimos a un anciano vestido de verde olivo hablar confusamente en el foro
por más de una hora sobre mil cosas, palabras sueltas sin mensaje
alguno, desde la guerra en Irak hasta los mosquitos que causan el dengue.

Como médico llegué a Cuba sabiendo que si bien aquí no habría
libertades, el sistema de salud era uno de los mejores del mundo, pues
así lo reflejan sus indicadores de salud y sociales y nos lo repiten
constantemente los dirigentes del FMLN. No sé que parámetros utilizan
los políticos en Cuba, pero ayer un niño que parecía de siete años me
contó que acababa de cumplir 15, y en sus pellejos traslucía una
desnutrición severa y crónica.

Pedimos visitar un hospital y se nos llevó a un hospital turístico
exclusivo para extranjeros, elegante e impecablemente limpio, para
después enterarnos de que los hospitales públicos están paupérrimos y se
ven más destrozados que nuestro hospital Rosales. Son viejos, con filas
eternas de gente esperando ser atendidas, escasos de medicinas y con un
personal de salud exigiendo, por debajo de la mesa, algunos dólares
extras a los usuarios si se quiere que el enfermo se atienda
oportunamente y con las mejores medicinas. Y mi mayor sorpresa fue saber
que un médico especialista gana mensualmente la cuantiosa suma de $20.
Así es, 20 dólares al mes, cuando una botella de agua cuesta $1 en la
calle, agua que por cierto no se puede tomar del chorro pues está
contaminada, según nos advirtieron los colegas de Cuba.


Si todo esto sucede en La Habana, me imagino lo que será en las
provincias rurales. En Cuba verdaderamente no hay mendigos harapientos,
ni niños descalzos deambulando por las calles. Pero sobran los viejos,
jóvenes y niños que se acercan a los turistas en los restaurantes
rogando por unas monedas o un pedazo de pan. Los turistas tienen
acceso a los lugares creados exclusivamente para ellos, hoteles
gigantescos, restaurantes de lujo, todo en dólares por supuesto.

Los cubanos solo pueden ser testigos pasivos de la buena vida que se le
ofrece al extranjero. Como me comentó un amigo taxista, con los ojos
humedecidos por la rabia y la tristeza: acá los turistas son los humanos
y nosotros somos los extraterrestres.

Descubrir Cuba y su gente es descubrir el heroísmo y la valentía de un
pueblo que vive o más bien, sobrevive en un régimen de opresión, miedo y
miseria. Gracias al auge del turismo que hay en este país, los cubanos
pueden ver ahora las diferencias entre ellos y el mundo libre.

Al bajar del avión se me acercó calladamente un señor y luego de
preguntarme de dónde era, me pidió un periódico de El Salvador; están
hambrientos de noticias reales del mundo real, no de este fantasma
creado por sus autoridades, que acá ya nadie se la cree.

Muchos me han preguntado por nuestro ex- presidente Flores, quieren
saber cómo es su personalidad, están impresionados con él, ya que es el
único que ha puesto a Fidel en su sitio. De todo esto se han enterado
porque alguien les ha contado, ya que esta noticia, como muchas otras,
nunca se transmitió en Cuba. Recuerdo como fueron fusilados en La Habana
tres jóvenes por haber soñado con su libertad y haber tratado de huir de
Cuba en una lancha robada. Por este grave delito, fueron juzgados en un
día y 24 horas después, fusilados salvajemente, como ejemplo para el
pueblo de lo que le puede suceder al que esté en contra del régimen.
Cuando me contaba este injusto hecho, una hermosa cubana con una mirada
conformista, sólo se me ocurrió decirle que hay que tener fe en que las
cosas van a cambiar pronto.

Qué estúpido me sentí cuando me contestó que eso han esperado desde hace
44 años y acá siguen muriendo muchos. Unos a tiros, como estos tres
jóvenes y cientos que viven pero que les han fusilado la esperanza de
ser libres, de trabajar y superarse, de exigir sus derechos sin ser
reprimidos. Pero sería injusto hablar de Cuba y sólo mencionar las
miserias de un régimen obsoleto y tirano.

Hablar de Cuba es hablar de sus mujeres, de las más lindas del mundo,
del ritmo y de la calidez de su gente, de la mirada buena de su pueblo,
de las bellezas de sus calles con olor a sal, tabaco y ron. Hablar de
Cuba es hablar de un paraíso donde la belleza natural se entremezcla con
el sueño de todo un pueblo bueno y trabajador que sigue esperando su
verdadera revolución.

Dr. Rodrigo Siman Siri
Director Nacional Programa Nacional de Infecciones de Transmisión Sexual
ITS/VIH/SIDA MINISTERIO DE SALUD, EL SALVADOR

*Médico Pediatra y columnista de El Diario de Hoy

http://www.politicaydesarrollo.com.ar/nota_completa.php?id=3231

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