Cuba toca fondo
El 75% de las familias no llega a fin de mes mientras el Gobierno de
Raúl Castro se propone mejorar las duras condiciones de vida
MAURICIO VICENT 14/07/2007
Dime tres logros de la revolución, pregunta un chiste cubano. La
respuesta, obvia: la educación, la salud, el deporte. ¿Y los tres
mayores fracasos? Unos segundos de silencio... y el narrador contesta:
"El desayuno, el almuerzo y la comida". La broma, que es muy seria,
adquiere estos días especial actualidad; casi un año después de que
Fidel Castro delegara "provisionalmente" todos sus cargos por una grave
enfermedad, aliviar las desesperantes estrecheces y padecimientos
cotidianos de la población es para el Gobierno interino de Raúl Castro
una prioridad.
El 75 % de las familias no llega a fin de mes y emplea tres cuartos de
sus ingresos en la compra de alimentos
La cantidad de pasajeros transportados hoy por el servicio público de
autobuses en todo el país es similar a la de 1964
Desde hace meses, la radio y la prensa critican la ineficiencia estatal
y la burocracia
El Gobierno de Raúl Castro convierte en prioridad nacional mejorar las
duras condiciones de vida de los cubanos
Desde que el pasado 31 de julio asumió poderes, el jefe del Ejército y
sucesor constitucional de Fidel Castro ha incorporado a ministros y
colaboradores a la tarea de mejorar las duras condiciones de vida de la
población, asfixiada por el problema de los salarios que no alcanzan,
los elevados precios de los alimentos, la pésima situación del
transporte y la vivienda y un sinfín de dificultades para todo.
Si en los noventa, cuando la isla se hundía en la pesadilla del Periodo
Especial, Raúl Castro pronunció aquella frase de "los frijoles son más
importantes que los cañones", ahora la consigna parece ser "Producción o
muerte". El mensaje es claro: la revolución y su continuidad dependen de
"hacer eficiente" la economía. Sin producir es imposible repartir y
mejorar, se admite; y cada vez hay más certeza de que las urgencias mandan.
Los datos oficiales y los resultados de las investigaciones académicas
independientes preocupan. "La última encuesta de la Oficina Nacional de
Estadísticas sobre la situación socioeconómica de los hogares cubanos
revela que en el 75% de los núcleos familiares los salarios de sus
miembros no alcanzan para cubrir los gastos que deben realizar", afirma
un sociólogo conocedor del estudio. Su moraleja: "Los sueldos son
completados a la brava, con ingresos que provienen usualmente del
expolio de los recursos estatales, siguiendo la filosofía popular de 'si
no me dan lo que me corresponde, me lo cojo".
Usualmente, el calvario cotidiano de asegurar la existencia vital
comienza por la alimentación: la libreta de racionamiento,
subvencionada, a duras penas alcanza para dos semanas; y una compra
decente de viandas y carnes en un mercado agropecuario, donde rige la
ley de la oferta y la demanda, fácilmente se lleva el salario de medio
mes, probablemente más. Tras un estudio del aporte de calorías y
proteínas que suministran los productos distribuidos por la cartilla de
racionamiento, así como de los precios prohibitivos del mercado
agrícola, Armando Nova González, del Centro de Estudios de la Economía
Cubana (CEAC), asegura que la mayoría de las familias "destinan el 75%
de los ingresos mensuales a la compra de alimentos (...) dejando poco
margen para asumir otros gastos".
En resolver, categoría cubana que raya la ilegalidad, la gente emplea
parte de sus energías y tiempo. Y su traducción, en malestar, se expresa
cada vez más abiertamente. Del problema del transporte, ni hablar: la
cantidad de pasajeros transportados hoy por el servicio público de
autobuses en todo el país es similar a la de 1964. Reparar una casa -el
50% de los tres millones de viviendas cubanas están en estado regular o
malo- o construir una nueva mediante la modalidad de "Esfuerzo propio"
puede convertirse en una "odisea similar a la Ulises", admitía el diario
oficial Juventud Rebelde.
Es cierto que a raíz de la dolarización y de las reformas económicas de
los años noventa, una parte de la población se benefició de la apertura
al turismo y la inversión extranjera, así como de la entrada de remesas
del exterior. Pero fueron una minoría. Más del 70% de la población
activa y de los jubilados dependen de salarios y pensiones del Estado,
en moneda nacional. Para mucha gente, la reciente reducción de los
subsidios a algunos servicios básicos ha supuesto un duro golpe. En
noviembre de 2005, el Gobierno decretó importantes aumentos salariales,
pero también en los últimos tres años subió el precio de la electricidad
-hasta un 400 % en el caso de los núcleos que más consumen-, mientras
que el pasaje en autobús entre La Habana y Santiago se ha multiplicado
por 15.
Desde hace meses, la radio y la prensa escrita critican la ineficiencia
estatal y las trabas burocráticas que dificultan la solución de
problemas que más angustian a la gente. Hay especial interés en poner de
manifiesto que las autoridades son perfectamente conscientes de la dura
realidad y del malestar general, y también en demostrar que resolver los
problemas concretos de la gente es prioridad.
Por iniciativa directa de Raúl Castro, en este tiempo, entre otras
medidas prácticas, se han pagado todas las deudas estatales acumuladas
con los campesinos privados, responsables del 60% de la producción de
alimentos; se han elevado en un 250% los precios "de acopio" que pagaba
el Estado a los productores privados de leche y carne; se ha
flexibilizado la política aduanal para importar artículos
electrodomésticos, DVD y computadoras, entre otras mercancías antes
restringidas; y en La Habana, donde el transporte público es crítico, se
ha tolerado que todo aquel que posee un vehículo ejerza de taxista "por
cuenta propia".
Sin embargo, cada vez son más las voces que aseguran que para reactivar
la producción y mejorar la calidad de vida de la gente hacen falta
reformas estructurales. Regresar a la descentralización y conceder de
nuevo autonomía a las empresas; fomentar la inversión extranjera y el
trabajo por cuenta propia y, en definitiva, "liberar las fuerzas
productivas", serían algunas de las reformas a realizar, según
economistas que hablan ya de la necesidad de ir hacia un "nuevo modelo"
de socialismo.
Aunque todavía tímidamente, los discursos de los dirigentes han tocado
puntos que en cualquier otro lugar se dan por hecho, pero que en Cuba
implican delicados asuntos ideológicos y suponen avances: "No importa
cuánto gane un campesino" si produce más y vende barato (Raúl Castro);
hay que ir a una "revisión de los sistemas de pago por rendimiento" y
establecer una "política salarial que garantice que el sueldo sea el
principal estímulo" (Alfredo Morales, ministro de Trabajo); el único
modo de que "la revolución y el socialismo sean realmente irreversibles"
pasa por hacer eficiente la economía y elevar la calidad de vida del
pueblo; (Ramiro Valdés, comandante histórico y ministro de Informática).
El debate, en esencia, es: ¿es viable mantener la revolución sin
reformarla? Cada vez hay más señales de que el cambio económico se
impone; y de que el Gobierno de Raúl Castro es práctico y realista,
aunque haya factores e inercias que condicionen los ritmos. Se trata de
una cuestión de subsistencia.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Cuba/toca/fondo/elpepuint/20070714elpepiint_1/Tes
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