Yosvani Anzardo Hernández
20 de julio de 2007
Holguín, Cuba – bitacoracubana - Alguien me llamó por teléfono y me
dijo: "escucha lo que te voy a leer". La sesión de lectura duró unos
cinco minutos y al final agregó que lo que acababa de leer era una
muestra de literatura postmodernista.
A mí que me jodan, pero eso sin dudas fue sexo telefónico, donde una
mujer intenta excitar a una estatua, por suerte no duró mucho tiempo y
es que de piedra ciertamente no soy, aunque tanta locura e inconexión me
resulta desconcertante.
Tampoco sé si existe una literatura postmoderna en la que el sexo se
convierte en un disparate, lo que si sé, es que dedo introducido por el
ano es un tacto rectal según los médicos, y que ese nombre varía en
dependencia de la variación de los niveles de satisfacción, y aunque en
el breve relato nada se dijo acerca de estas prácticas invasoras, al
final tuve la sensación de que pretendieron hacerme un tacto rectal
telefónico, muy considerado de su parte, digo yo, sobre todo si tenemos
en cuenta que de esa forma determiné que no padezco de hemorroides
virtuales.
En verdad no creo que alguien pueda entender cosas como esas y no me
refiero al susodicho arte postmodernista del que por demás conozco tan
poco que ha Maiakovski le daría risa, sino a la muestra que acabo de
escuchar ¡y de cualquier forma!, prefiero la autonomía de la literatura.
Ciertamente, las personas que terminan su vida en suicidio a pesar de
considerarlo públicamente deshonroso merecen mi considerado rechazo, no
por el acto en sí, sino por haberlo criticado en otros, y es que lo que
se dice no debe estar en contradicción con lo que se piensa.
No digo nada de las personas que acuden a esa salida por impotencia, por
mi parte ¡Juro! por la bolsa del canguro, que si un día me siento
impotente me suicidaré con el arma de un policía y en esto la teoría de
las probabilidades me asiste, máxime si observamos lo nerviosos que
están los gendarmes últimamente.
El hecho de que sólo ahora haya decidido escribir demuestra que no puede
ser de otra forma, o sea, nunca podré ser como Maiakovski, en primer
lugar porque no tengo el talento artístico para serlo y en segundo lugar
porque no tengo el talento personal para engañarme hasta poco antes de
la muerte, y podrá ser especulación, pero creo que el valioso artista
murió sereno y desengañado, ¡no señores, no!.
Me niego a cantar loas, no importa si alguien las merece, sólo sé que
yo, no merezco tales presiones para ganar loas, que por demás tampoco
quiero. Mis letras no tienen géneros y es que son hijas bastardas de la
necesidad y las circunstancias, por eso tampoco requieren de
clasificaciones y denominaciones teóricas y van a desaparecer un día
pues tampoco son mi prioridad, y entre la pluma y la espada, sólo acepto
la primera cuando la segunda es inapropiada y no es precisamente por sus
funciones sino por el tamaño. El problema es que en combate cuerpo a
cuerpo las armas largas no sirven, y hasta aquí llego que no quiero ser
ni más claro ni más enrevesado y en uno de los dos errores, siempre se
está a punto de caer. Salud, salud y salud que belleza sobra, lo aseguro yo.
Agencia de prensa Jóvenes sin Censura
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=5222
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