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Tuesday, November 14, 2006

De todos y de nadie

Economía
De todos y de nadie

Si no se democratiza la economía, la crisis de la producción y los
servicios no tendrá solución.

Dimas Castellanos, Ciudad de La Habana

martes 14 de noviembre de 2006 6:00:00


"Algunos servicios estatales están siendo usados para lucro personal por
insensibles que alteran precios y normas de los productos, traspasando
falazmente la frontera entre lo estatal y lo privado". Así comienza La
vieja gran estafa, un reporte publicado los días 1, 15 y 22 de octubre
por un equipo de periodistas del diario Juventud Rebelde, que,
acompañado de "inspectores integrales provinciales", visitó varios
centros que prestan servicios en la capital.

En la cafetería El Manzanares (Infanta y Carlos III), a las jarras de
cerveza le faltaban 90 mililitros. En La Tropical (12 y 21), los
bocaditos de 3,50 no cumplían con la cantidad de 29 gramos de jamón
correspondiente, y los vasos de refresco no alcanzan los 232 mililitros
establecidos. En el comedor comunitario de 12 y 21, los usuarios reciben
"poca comida y con mala calidad". En El Centenario (Infanta y Estrella),
a cada jarra de cerveza le faltaban 50 mililitros.

Estas alteraciones de precios y/o los faltantes en pesos y volúmenes
fueron comprobados en relojerías, cafeterías, zapaterías, bodegas y
otras instalaciones. Las cifras publicadas hablan por sí solas: "Hasta
agosto del presente año los inspectores integrales capitalinos
realizaron 22.692 verificaciones y en 11.692 centros encontraron
violaciones de precios y alteraciones en la norma de los productos". El
52 por ciento de los centros examinados tuvo problemas.

En lo que va de año, los inspectores del Departamento de Fiscalización y
Control de la Unión de Empresas del Comercio y Gastronomía de la
capital, detectaron que en 112 unidades los trabajadores introdujeron
productos ajenos al centro. Como resultado de las pesquisas, el equipo
investigador arribó a las siguientes conclusiones: "En la epidermis de
la sociedad cubana aflora un mal perceptible".

La 'gestión' de los trabajadores

Algunos criterios recogidos en La vieja gran estafa son la necesidad de
que la población tenga más cultura sobre este asunto, que cada cliente
debe conocer sus derechos para así poder exigir a quienes tratan de
vulnerarlos; enseñar a los niños sus derechos y deberes como
consumidores; fortalecer la conciencia general en contra de estas
ilegalidades, bajo el principio de que en Cuba los servicios estatales
son para beneficio de la población.

Pero, ¿qué ocurre realmente? Según los trabajadores, no reciben insumos
para trabajar, razón por la cual mantienen los servicios con materias,
utensilios y dinero de su propiedad: el talco, los ventiladores, las
lámparas, las reparaciones e incluso la construcción de muebles en
muchas barberías corre por cuenta de los trabajadores, así como la
colcha de trapear, las espumaderas para las cocinas, los vasos y jarras
para la venta de bebidas, la reparación del motor para el abastecimiento
de agua, la goma y el hilo para la reparación de calzados o el costo de
las reparaciones de los taxis…

Por ejemplo, la administradora de El Centenario asegura que los
empleados compran las jarras —por supuesto, con una medida menor a la
establecida—, porque no les dan otras y tienen que vender. A ello se
agrega que en casi todas las unidades faltan las pesas para la
comprobación, y en consecuencia, el monto de las utilidades se
distribuye entre los trabajadores. Muchos de los administradores, que
tampoco viven de sus salarios, igualmente se apropian de una parte de la
tajada.

El doctor Omar Everleny, profesor titular del Centro de Estudios de la
Economía Cubana, dice que "es increíble y hasta imposible pensar que por
un salario de 200 pesos y pico alguien brinde un buen servicio, pero
además tenga que buscar el bombillo, la colcha de trapear y cuanto
insumo necesite para laborar".

Tan generalizada es esa situación que basta con encontrar una unidad que
funcione para saber que detrás está el interés de los trabajadores. Y
ese interés, ajeno a consignas o conductas revolucionarias, constituye
una respuesta al poco valor de los salarios, lo que implica un daño
ético no sólo para la actual generación, sino que afectará a varias de
las futuras, pues esa moral negativa, surgida de condiciones anormales
de vida durante tanto tiempo, ha devenido cultura.

Ante los continuos fracasos en los intentos por eliminar el "mal" desde
la represión pura, hay que redefinir cómo enfrentar la crisis. En ese
sentido es alentador que Juventud Rebelde reconozca que esos problemas
no se resolverán sólo con inspectores, talonarios y multas.

Lo principal es la propiedad

Teniendo en cuenta que en la red estatal de servicios lo que funciona es
la empresa "estaticular" —una forma peculiar de economía caracterizada
por la propiedad aparente del Estado y la apropiación real por parte de
trabajadores y administradores, surgida de la combinación entre la
tendencia natural a la posesión de propiedades, la incapacidad
productiva del modelo económico vigente, la insuficiencia de los
salarios para vivir y la iniciativa y preparación profesional de los
cubanos—, hay que dirigir el análisis a la necesaria reestructuración de
las formas de propiedad existentes en Cuba.

Según reconoce el equipo de periodistas, el lucro personal resultado de
esa forma novedosa de servicios surgida en el socialismo insular, goza
de ciertas ventajas respecto al trabajo por cuenta propia; pues los
mismos se libran de los impuestos, el pago del área, los gastos de
corriente eléctrica, la compra de materias primas y el uso de las
herramientas.

Sin desdeñar la importancia de remodelar las unidades y de abastecerlas
de los insumos necesarios, lo determinante radica en la estructura de la
propiedad actual. Según Luis Marcelo Yera, del Instituto Nacional de
Investigaciones Económicas, "desde que el socialismo surgió en la Rusia
soviética, el tipo de propiedad estatal que se aplicó no pudo mantener
el desarrollo ascendente de las fuerzas productivas que se había logrado
desde la comunidad primitiva hasta el capitalismo".

Es necesario que las relaciones impuestas, ajenas a la naturaleza humana
y la experiencia, sean desplazadas gradualmente hasta la conformación
del ciudadano capaz de participar, con derechos institucionales, como
sujeto en las principales determinaciones de los procesos económicos.

Por tanto, si la empresa estaticular funciona porque mueve el interés de
los trabajadores por las utilidades, lo aconsejable sería, aprovechando
la experiencia acumulada en ese tipo de gestión económica, que el Estado
se retirara de lo que en casi medio siglo fue incapaz de hacer funcionar
y convirtiera esa peculiar forma de empresa en cooperativas, vendiéndola
a los trabajadores para su gestión.

Ello significaría un aumento de los ingresos que hoy escapan al fisco,
mayor interés por el mejoramiento de los servicios, disminución de los
altos precios resultado de una mayor oferta, y una significativa
disminución de los delitos comprobados por el equipo de Juventud
Rebelde, con la consiguiente disminución del enorme y creciente ejército
de inspectores.

Mientras el Estado, por su parte, podría concentrarse en las empresas
estratégicas del país y en la macroeconomía. Sería además, un paso
decisivo en la democratización de la economía, sin la cual la crisis de
la producción y los servicios no tendrá solución.

URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/de-todos-y-de-nadie

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