¿A donde vas señor?
Yosvani Anzardo Hernández
Bitácora Cubana, 27 de noviembre de 2006 – Holguín
La historia de Daisy Cartaya, al principio me pareció curiosa, pasó por 
interesante para terminar siendo familiar. Es una mujer de este mundo 
que lucha por no pasar para el otro sin darle pelea a Hades. Vivió 
durante muchos años vendiendo folio, y siempre le fue bien, aunque 
aliviaba las tensiones con alcohol.
De pronto alguien comenzó a hacerle llegar pequeñas novelas rosa, o sea 
romántica, que a petición del público, y con el tiempo empezaron a 
abrirse, a oler a sexo y se convirtieron en eróticas.
Esta bibliotecaria del desconsuelo, con sus novelas, llena el espacio de 
la soledad femenina, y aunque gana más que con el folio, no es feliz, 
pues vive de la tristeza y la falta de cariño de la mujer cubana. 
Comparte su existencia con otra dimensión, donde ve cosas que los demás 
no pueden imaginar, mucho menos entender. Anhela el cambio, pero no 
puede esperar.
En una ocasión le dijo al panadero:
—    Cierta vez que promediaba/ triste noche yo evocaba,/ fatigada en 
viejos libros/ las leyendas de otra edad.
— Mañana te dejo sin pan –le ripostó el panadero.
Ella habla de otra época que existió en Cuba, que murió con un disparo 
en el abdomen de Chibás, y al igual que Edgar Allan Poe, tiene un 
cuervo, pero este nos arranca la lengua, nos saca los ojos y nos quiebra 
las manos, y  repite siempre: –¡Nunca más!.
  Pero, ¿Cómo se mata un sueño? Dice que en el 59 el pueblo celebró un 
entierro creyendo era un nacimiento, la patria llora desde entonces y un 
cuervo verde olivo dice: –¡Nunca más!
Ella se cree intocable, y piensa, que sólo existe en la mente de los 
demás. Una especie de nirvana borra sus huellas al andar, el panadero 
regresó y ella le soltó:
— Se asemeja al poeta, este rey de la altura, /que reta al arquero y 
vence las tormentas del mar;/ desterrado en la tierra, burlado en su 
amargura/  ¡sus alas de gigante le impiden caminar!".
— Car… Daisy te van a fusilar, toma tu pan y no jo… que no te quiero 
repudiar.
Pero esta vez fue Charles Baudelaire, recordándonos que tenemos los pies 
en la tierra y la cabeza en el aire.
Daisy decidió regresar al mundo, de donde nunca salió, y aunque muera 
pronto, pues padece de insuficiencia cardiaca crónica, quiere ser 
bibliotecaria independiente. ¿Lo logrará? No lo sabemos, pero tiene 
entre ceja y ceja las palabras de San Pedro:
— ¿A dónde va señor?
— A Roma, a que me crucifiquen –contestó Cristo.
Agencia de prensa Jóvenes sin censura (El gobierno cubano le niega a 
esta agencia su reconocimiento legal)
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=3415
 
 
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