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Tuesday, July 04, 2006

Carta de Nefasto al perfido Don Panfilo

Julio 4, 2006
Carta de Nefasto al pérfido Don Pánfilo

Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press

LA HABANA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - Venerable depredador de las
indígenas y la flora cubana:

Cuando en el año de gracia de 1512 recorrió con su tropa bien armada el
cacicazgo de Bayamo, no sólo dejaba inaugurado el juego de la
pacificación colonialista a ritmo de la zeta y el arcabuz en la isla de
Cuba, sino también iniciaba el camino hacia la desertificación de la
cuenca del Cauto y sus afluentes.

Y esto no lo digo por su hobby de ensartar indios desarmados en su
espada, obligarlos a elaborar cazabe para su consumo, y mucho menos por
hacerlos bailar el areito en sus horas de hastío.

Tampoco porque sus caballos y sus soldados -que en esa época eran lo
mismo- fueran los predecesores del tumbe benéfico y colonial de cuanto
tronco, gajos, ramas y raíces sirviera de combustible para el fuego, o
como materiales en la construcción de carabelas a costa de la conversión
en calaveras de la totalidad de nuestra comunidad primitiva.

Si hoy hago este señalamiento histórico es porque, de acuerdo con un
trabajo de periodismo investigativo realizado en la Isla, los
colonizadores, aparte de sus huellas en el aniquilamiento de los
nativos, también nos legaron como herencia el daño al medio ambiente,
las afectaciones en la flora y la contaminación de las aguas del río
Bayamo, una de las más deslicuadas y enyerbadas ex corrientes fluviales
caudalosas que ojos y narices humanas ven y soportan en la actualidad,
respectivamente.

Mi muy jineterable y arcabuzado Pánfilo: ¿Cómo es posible que un hombre
de tantas luces -que buscar- no se percatara que transcurrida la
friolera de 494 años sería encontrado culpable de que no haya en la
ribera del río Bayamo un trocito de leña para limpiarse un diente, ni
una gota de agua para lavarse un pie, pues en el cauce por donde usted
navegaba sólo queda un tremedal cubierto por la ova, planta empleada en
la construcción de colchones, bolsas para echar no sé qué, y otros
artículos de primera necesidad en la vida de sus descendientes?

¿Negará usted que el daño al ecosistema fuera provocado por sus tropas
al desviar el cemento, las cabillas, las tuberías y otros materiales
destinados por la corona para crear un sistema de alcantarillado central
en el cacicazgo rebelde?

¿Dejará de reconocer que si usted y sus soldados no hubieran intentado
colonizar la Isla jamás hubiéramos conocido a los soviéticos, el período
especial en tiempos de paz y el posterior julepe que no dejó árbol con
rama ni raíces para cocinar en medio de una crisis de alimentos nacida
entre las grietas del muro de Berlín, y acrecentada por la sequía, los
ciclones, las olas de calor y el síndrome del efecto dominó que nos
mandó al subsuelo?

Pero como en Cuba no se puede hacer leña del árbol caído sin pagar una
buena multa, ir a la cárcel o sufrir otras penas, aquí estamos los
veladores de la flora y la fauna en nuestro "eco-sistema" para exigirle
cuentas de forma perentoria.

Entonces dígame, experto desflorador de indígenas y rosales: ¿Reconoce
que fueron usted y su tropa quienes deforestaron la cuenca del Cauto y
contaminaron las aguas del río Bayamo al talar indiscriminadamente los
árboles para cocinar alimentos, lavar los uniformes de los soldados, y
verter las aguas albañales, los desperdicios y cuanta basura sólida o
líquida generaran los mataderos y los combinados porcinos, entre otros
establecimientos ubicados en el territorio de sus encomiendas?

¿Puede acaso negar que fue usted quien bosquejó el pedraplén de forma
primitiva, al represar un río con trozos de ladrillos confeccionados por
los aborígenes en sus talleres de alfarería, para no dejar de visitar a
la india Flor de Caña, que residía en el Complejo Habitacional de Bohíos
"Las Casas", en un vara en tierra del modelo Grijalva diseñado por su
amigo el arquitecto Álvaro Núñez Cabeza de Vaca?

No sólo fue usted el causante de la desaparición vertiginosa de la flora
y el río de Bayamo -algo así como el asesino del mango y la biajaca, la
palma y el quimbolo, el mamey y el guajacón para pescar-, sino también
quien tiró la primera piedra de la discriminación en la Isla contra "el
indio ese", convertido ante el agotamiento de los aborígenes en "el
negro ese", y metamorfoseado desde la huida de la prima Vera en "el
cubano ese".

Es decir, que usted con sus acciones, sus maléficas influencias y el
poder de sus maravedíes, dejó al zarpar de nuestras costas los genes de
nuevos encomenderos, que como los de Sol Meliá y otras cadenas impuestas
previo acuerdo con el gobierno de la isla por España, hacen del nativo
una excepción.

Y tal vez en ese distanciamiento entre el actor principal de la obra y
quienes la disfrutan, se encuentren las semillas del árbol que hoy
florece desde los parqueos hasta las habitaciones de hoteles españoles
ubicados en diversas encomiendas a lo largo y ancho del archipiélago cubano.

¿No encuentra cierta similitud entre las acciones de un bando impuesto
por usted para que los aborígenes no entraran en sus tiendas en 1512, y
la decisión de sus descendientes encomenderos de que los cubanos no
pueden alojarse en sus hoteles en el año 2006?

¡Estos son los lodos del fango que usted dejó, pérfido Don Pánfilo! Y a
pesar del título de contador que usted obtuviera de manos del mismísimo
Diego Velázquez, a su posterior nombramiento como gobernador nada menos
que de Florida -tan cercana y ajena para cientos de soñadores de la
Isla-, y a su naufragio y muerte en las costas de Texas, donde a falta
de indios de seguro buscaba petróleo, las leyes revolucionarias lo
sancionarán por su genocidio contra la flora y las aguas del río Bayamo.

¡Jamás, cuando llegue la hora de la resurrección, logrará de nosotros ni
un poquito de aceite para engrasar su yelmo o evitar la herrumbre de su
espada!

¡Sus caballos perderán las herraduras por falta de clavos, comerán
cartones a falta de hierba y tomarán cicuta ante la carencia de agua!

¡Y nunca dormirá a pierna suelta por el temor de que la tienda le caiga
sobre la cabeza, las aguas albañales laven sus pies, y las penumbras del
apagón lo hagan tiritar desesperado sobre un camastro, como a un simple
cubano!

Recondenado y pérfido Don Pánfilo de Narváez: Ese será su castigo por
los daños infligidos al medio ambiente del cacicazgo de Bayamo. Y en lo
que respecta a la mala influencia del cruce entre españoles y cubanos
puesta en práctica por usted, así como a la circulación de su moneda, ya
sea maravedí, doblón o euro, queda exonerado.

Lo jura y lo promete, en nombre de los aborígenes de la Isla, Nefasto
"El vengador" Boza.

LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com

http://www.cubanet.org/sindical/news/y06/07040601.html

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