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Monday, March 27, 2006

Susto a la olla

SOCIEDAD
Susto a la olla
Rafael Ferro Salas, Abdala Press

PINAR DEL RIO, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) - El primer mandatario
cubano habló y las mujeres cubanas se llenaron de optimismo. Hace casi
un año que Castro anunció la entrega de módulos de efectos
electrodomésticos a los núcleos familiares cubanos. Nadie se alegró más
con la buena nueva que las mujeres cubanas.

En el centro de la crisis cubana, la mujer es quien más siente la carga
de la escasez. Si es ama de casa, sabe que tiene que hacer malabares
diarios para lograr llevar al hogar los productos necesarios y alimentar
a los suyos, vestirlos y darles una vida decorosa. Basta saber que esos
productos esenciales en la isla están racionalizados y pocas veces
aparecen. Si es trabajadora y tiene familia su jornada de trabajo se
duplica a 16 horas.

La venta de los equipos facilitaría de cierta manera el trabajo de las
féminas cubanas en los hogares. Vale decir que hay casas cubanas donde
se cocina aún con carbón vegetal y en la gran mayoría se elaboran los
alimentos con gas licuado.

Los módulos estarán formados por ollas arroceras, hornillas eléctricas,
refrigeradores, televisores, calentadores de baño y lavadoras; también
se cambiarán los equipos de aire acondicionado de gran consumo
eléctrico. Toda esta parafernalia de entregas se debe a la
reestructuración que se hace en la isla en el sector electro energético;
sin dejar de ser, por supuesto, otra medida populista de estrategia.

Castro habló también del aumento en las pensiones de los retirados y las
asignaciones de la Seguridad Social (otra salpicadura de ilusiones) para
facilitar a las personas con bajos ingresos de dinero el pago de los
equipos adquiridos. Después de las ilusiones, llegaron los desengaños, a
granel.

"Todo fue muy bonito cuando habló (Castro). Las mujeres fuimos las
primeras que nos ilusionamos con lo de los equipos, pero después
apareció una ley con el aumento del pago en las tarifas de la
electricidad, es como una burla. El estado nunca pierde", expresó una
señora que hacía fila para obtener la olla arrocera en el reparto
Hermanos Cruz de esta ciudad pinareña.

Tal parece una broma de mal gusto por parte del gobierno a los
ciudadanos: se entregan módulos electrodomésticos y después se aumentan
las tarifas eléctricas.

"Primero yo vi con mucho entusiasmo el aumento en mi chequera de
jubilado, pero cuando aumentaron el pago de la electricidad me di cuenta
que no me da para nada. Ahora tengo que pagar todos los equipos
eléctricos que me dieron, pero tengo que comer también y no sé de dónde
voy a sacar el dinero", declaró un anciano.

"Las autoridades cubanas mediante los trabajadores sociales que hicieron
las entregas de equipos, exigieron a los pobladores cambiar los
refrigeradores viejos que tenían por los nuevos. Eso es como ponernos
entre la espada y la pared. Un refrigerador de los chinos nuevos cuesta
6,152 pesos; eso es sin contar las ollas que hay que pagar y las otras
cosas", ¿Qué dinero queda entonces para comer y vestirse como una
persona?", comentó una joven estudiante.

Esta venta de productos del hogar se inició por Pinar del Río. Castro
dijo que se hacía en consideración a lo padecido por los pobladores de
esta provincia cuando el territorio fue azotado por dos huracanes que
dejaron sin electricidad a casi la totalidad del territorio por más de
diez días. Los pinareños descifran la otra cara de la moneda llenos de
incertidumbre.

"A nosotros los pinareños nos han cogido de conejillos de indias. Todo
el mundo confía más en el sistema de cocinar con gas licuado que en el
eléctrico. Si lo de electrificar todo fuera tan bueno, de seguro Fidel
(Castro) hubiera empezado por La Habana. En el interior del país las
gentes somos más tranquilas, no es lo mismo en la capital. Hace dos días
anunciaron por la televisión que habrá un programa de apagones por una
grave situación que existe en la red de electricidad nacional ¿Qué nos
vamos a hacer los pinareños para cocinar cuando empiecen esos apagones
programados que anunciaron si tenemos todo electrificado en la cocina?
Nos sobran razones para estar asustados por lo que viene", me dijo una
vecina, que al menos venció la barrera del miedo para hablar.

Así las cosas, amigo lector; como pinareño me queda un solo camino sin
remedio: junto a los míos correr la mala suerte de intentar ablandar
este susto en la olla.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/mar06/27a9.htm

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