Ejercer el periodismo libre en Cuba es como cometer un delito de Estado
28 de marzo de 2017 - 19:03  - Por IVÁN GARCÍA
Cuando alguien se enrola en la disidencia o ejerce la profesión de 
reportero, la Seguridad del Estado se encarga de cobrar el costo de informar
LA HABANA.- El miedo suele tocar primero a la puerta. Una tarde 
cualquiera, en el centro de trabajo o en la casa, un oficial de la 
Seguridad del Estado con mirada intimidatoria le extiende una citación 
oficial a un ciudadano.
Puede ser tu hermana, un pariente cercano, amigo de la infancia o un 
vecino. La estrategia siempre es la misma. El asesinato de la reputación 
del periodista disidente conjugando medias verdades con arteras mentiras.
Juegan todas las cartas. Desde el compromiso con la revolución al 
chantaje y el aislamiento ciudadano.
Desde que inicié relaciones con mi esposa, ingeniera en 
telecomunicaciones, su carrera profesional se ha visto estancada. Bajo 
lupa controlan su correo electrónico y el contenido de su trabajo. 
Sucede igual con amistades que colaboran en mis notas periodísticas. Es 
un acoso insolente y arbitrario.
Los oficiales de la policía política en Cuba se saben con poderes 
omnímodos. Actúan violando olímpicamente las propias leyes de la autocracia.
Un oficial de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) me contaba del 
descontento que causan entre los instructores de ese cuerpo las 
improcedencias de los agentes del Departamento de Seguridad del Estado 
(DSE).
"Se consideran que están por encima del bien y el mal. Llegan a la 
unidad y movilizan personal y recursos para detener o reprimir a un 
opositor. O te ocupan la oficina sin siquiera pedirte permiso. Son unos 
desfachatados".
Si se quieren conocer los métodos para crear tensiones entre familiares 
y amigos y causar problemas conyugales, les recomiendo ver el documental 
Prisioneros políticos en Cuba. Avatares de la familia, realizado por 
Palenque Visión y recientemente estrenado en Miami.
Cuando una persona se enrola en la disidencia pacífica o ejerce el 
periodismo independiente, la familia suele pagar la patente. Por si no 
bastara la inquietud cuando la madre, el padre, el esposo o el hijo no 
van a dormir esa noche a su casa, pérfidamente la Seguridad del Estado 
intenta dinamitar las relaciones íntimas con acusaciones de infidelidad 
conyugal.
El régimen se lava las manos como Poncio Pilato cuando en foros 
internacionales declara que en la isla no se asesinan opositores o 
periodistas libres. Es cierto. Pero la fabricación de expedientes con 
pruebas falsas también es un delito punible.
Las golpizas en la vía pública a mujeres disidentes o delante de sus 
hijos han aumentado. La ocupación de equipos de trabajo y el acoso a 
periodistas independientes se ha convertido en una práctica habitual de 
la policía política.
No importa el credo, religión o ideología. Se reprime por igual a 
blogueros neo comunistas como Harold Cárdenas, corresponsales 
extranjeros como Fernando Rasvberg o reporteras de raza como Elaine 
Díaz, fundadora de un periódico digital que da cobertura a las 
comunidades vulnerables en el país.
Para el Gobierno de Raúl Castro la discrepancia es un síntoma de 
insubordinación y el primer escalón hacia la disidencia. En pleno siglo 
XXI, el Estado verde olivo se abroga el derecho de otorgar un permiso 
sobre lo que se debe escribir u opinar. El que no cumpla ese precepto es 
un delincuente y está al margen de la ley. Desde luego, para los 
periodistas abiertamente anticastristas la represión es más feroz.
En la primavera de 2003, hace catorce años, Fidel Castro mandó a 
encarcelar a 75 opositores pacíficos, 27 de los cuales eran periodistas 
libres, entre ellos el poeta Raúl Rivero, quien por 'armamento' tenía un 
reguero de bolígrafos, una máquina de escribir Olivetti Lettera y una 
colección de literatura de escritores universales.
Algunos colegas que escriben sin el permiso estatal, con doctrinas 
diferentes, creen que por no hacer visible el tema de la disidencia en 
Cuba, cargada de problemas, dividida, pero real, se concede un peaje de 
status quo con la policía cultural, ideológica y del pensamiento en la isla.
Los hechos recientes demuestran que el manto de la intolerancia, que a 
ratos comulga con el comportamiento fascista, no tiene fronteras. Igual 
insultan a Rasvberg con groserías barrioteras que detienen a Elaine y 
varios de sus colegas de Periodismo de Barrio, cuando intentaban hacer 
reportajes en Baracoa a raíz del huracán Matthew, que hostigan 
sistemáticamente al periodista independiente camagüeyano Henry 
Constantín Ferreiro, desde hace unos meses vicepresidente regional de la 
Sociedad Interamericana de Prensa
Conozco personalmente a Henry. Un tipo sosegado, campechano y creativo 
al que ahora mismo, las autoridades intentan acusarlo de "usurpación de 
capacidad legal". Su 'delito' es ejercer el periodismo libre y dirigir 
una revista sin el patrocinio del Estado.
Los periodistas cubanos debemos ser solidarios entre nosotros cuando el 
rodillo estatal intente acallarnos. No importa cómo piense cada cual. 
Todos tenemos el libre derecho a expresar nuestros criterios.
Parafraseando a Martin Luther King, yo no quiero que me amen, solo pido 
que no me linchen.
Source: Ejercer el periodismo libre en Cuba es como cometer un delito de 
Estado | Cuba - 
http://www.diariolasamericas.com/america-latina/ejercer-el-periodismo-libre-cuba-es-como-cometer-un-delito-estado-n4118339
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