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Friday, April 08, 2016

Ni aplazamiento ni rehabilitaciones - el Partido es inmoral

Ni aplazamiento ni rehabilitaciones: el Partido es inmoral
Tras más de medio siglo, debería saberse cómo son las cosas
Eugenio Yáñez, Miami | 07/04/2016 8:28 am

Hace muchos años, en un arranque de lirismo cursi, Fidel Castro pregonó:
"los hombres mueren, el partido es inmortal". Mejor hubiera dicho "inmoral".
El 16 de abril se celebrará el aquelarre llamado séptimo congreso del
partido comunista cubano. Fecha que recuerda la proclamación del
"carácter socialista de la revolución". Esta vez bajo la sombra de tres
acontecimientos que impactan la realidad cubana: primero, la reciente
visita del presidente Obama a Cuba, que ha puesto muy nervioso al
régimen por su repercusión en la población; segundo, la inestabilidad,
declive y potencial derrumbe del régimen venezolano; y tercero, la
profunda crisis económica que vive el castrismo, complicada más aún con
las epidemias multiplicadas en el país.
El resto es paisaje. Ni los militantes dirigen el partido ni sus voces
cuentan. El partido comunista cubano es la cohorte que creó y utilizó el
Comandante durante 41 años para imponer su voluntad sobre la población,
y que ahora responde a su hermano.
La "carta abierta de un militante cubano a Raúl Castro" en estos días es
parte del show. Su autor brinda una imagen ideal para marear tontos
útiles y despistados políticos en el mundo: gay, con su blog en la red
de redes, militante del partido, director de información del libelo
Trabajadores, órgano de los sindicatos domesticados del régimen, únicos
permitidos. ¿Quién dice que en Cuba no hay libertades o que se reprime a
la comunidad LBTG? Ahí está Paquito el de Cuba escribiendo carta abierta
nada menos que al general sin batallas.
Respondida en menos de 24 horas. No por el dictador, claro, sino por el
órgano del partido comunista, sin firma, en un bodrio titulado: "A menos
de un mes del Congreso del Partido". Que expone una idea muy sencilla:
"más que desplegar, a mitad de camino, un nuevo proceso de debate a
escala de toda la sociedad, lo que corresponde es terminar lo iniciado,
continuar la ejecución de la voluntad popular expresada hace cinco años,
y seguir avanzando por el rumbo que trazó el Sexto Congreso".
Traducción: nada nuevo sucederá, seguirá la misma cantaleta. Se
discutirán varios documentos, a los que se le realizarán ajustes
formales y superficiales para dar la impresión de que hay debates, entre
ellos evaluaciones de la economía 2011-2015; del (in)cumplimiento de los
Lineamientos y su vigencia para 2016-2021; y de los objetivos de la
Conferencia Nacional partidista de 2012; además, se analizará un modelo
"teórico" (¿?) de lo que será el socialismo para la dictadura, así como
un plan de desarrollo hasta 2030.
No saben cómo producir papas y malangas ni como abastecer los mercados a
precios asequibles para los cubanos durante el mes que viene, y discuten
proyectos hasta 2030 y conceptos abstractos sobre la definición del
socialismo cubano, que lo único que ha demostrado claramente es ser un
rotundo y absoluto fracaso. Y esta caterva de ineptos se proclama a sí
mismo como "vanguardia" y fuerza dirigente de la población y de la
sociedad cubana.
Como bien dice Marlene Azor en estas mismas páginas de CUBAENCUENTRO,
"el próximo Congreso se anuncia fallido, con grandes metas para dentro
de 15 años como si fuera una novela de ciencia ficción". Lo que tampoco
será algo nuevo: en el segundo congreso, 1980, se discutió el plan para
el año 2000, un horizonte de 20 años entonces. Con tantos problemas que
actualmente atenazan a los cubanos de a pie, el partido comunista no
mira a un largo plazo, sino a un universo abstracto y extraplanetario
que nunca podrá materializar. Grandilocuencia y autismo político siempre
han sido las características distintivas de los partidos comunistas en
el poder.
130 confiables castristas, considerados "académicos", "investigadores" o
"cuadros", independientemente de su calificación y funciones,
representando a más de setecientos mil militantes y más de once millones
de cubanos, aunque nadie los eligió para eso, en claro ejemplo de
democracia castrista, elucubraron las ideas a presentar a los delegados
al congreso para que, como focas amaestradas, hagan al principio como
que debaten con profundidad, y terminen apoyando unánimemente todo lo
que les propongan. Siempre ha sido así.
Rehabilitaciones políticas no habrá: los defenestrados por deslealtad
política, diabéticos con las mieles del poder, o acusados de eso, no
regresarán con Fidel Castro vivo. ¿Para qué servirían ahora Hassan
Pérez, Carlos Valenciaga, Carlos Lage, Felipe Pérez Roque, Fernando
Remírez de Estenoz, Carlos Aldana, Humberto Pérez, Roberto Robaina, Otto
Rivero, o cualquier tracatrán o peoncito de segunda o tercera categoría
que resultó baja colateral en aquellas tronaderas?
Cesantes por otras causas, nunca cuestionados por lealtad política, como
Marcos Portal, exmiembro del buró político, ministro de industria básica
y con vínculos familiares vía matrimonial que llegan hasta Fidel Castro,
o Francisco Soberón, quien dirigió el Banco Nacional de Cuba, tal vez
podrían reaparecer en los pasillos del poder como asesores,
investigadores, académicos o "estudiosos", para intentar con su
capacidad y experiencia mejorar el trabajo del rebaño de incompetentes
que no logran dar sentido ni resultados positivos a la economía. Sería
la máxima rehabilitación para algunos: quienes esperen ver a los
tronados regresar al buró político, o incluso al comité central o al
gobierno, harían bien comenzando a escribir su carta a Santa Claus para
este año.
Mientras se importen miles de millones de dólares en alimentos y no
aparezca el vasito de leche diario para cada cubano (un simple vasito,
no un vaso colosal, hubiera dicho Nicolás Guillén), ni los miles de
millones de dólares en inversión extranjera que el país necesita a
gritos cada año, ningún documento elaborado por 130 titiriteros
castristas, ni por 130 mil, conducirá a nada bueno para el país. Para
avanzar realmente se necesitan profundas reformas estructurales que no
interesan a Raúl Castro y su pandilla.
Lo único verdaderamente interesante a observar del próximo congreso será
la composición del nuevo buró político y quién será segundo secretario,
dando por sentado que Raúl Castro será ratificado como máxima figura, y
que las momias del jurásico que hasta ahora han formado parte de esa
selecta camarilla no continuarán en sus posiciones, porque la biología
lo impide. El segundo secretario, sea porque fallece el dictador o se
aleja del poder en 2018, (aunque no ha aclarado si se retira solamente
del gobierno o también del partido), será el timonel del barco de la
dictadura, que tendrá que cambiar o continuará hundiéndose cada vez más.
La definición de ese segundo secretario no la pueden tomar los
militantes de a pie ni los delegados al congreso. Y, por otra parte, ya
está tomada, aunque no se conozca todavía.
Habrá reformitas electorales cosméticas, veremos cuántas y cuáles, que
no alterarán el mecanismo-trampa diseñado para que el poder nunca
peligre, aunque vendedores de humo y mercachifles ideológicos difundan
quimeras. Ya se sabe que los tarugos que elaboraron esas propuestas a
nombre de once millones de cubanos a quienes nunca consultaron,
consideran que la elección directa del presidente o vicepresidente del
país es "menos democrática" que las formas existentes o las que ellos
propondrían. Con esos truenos, ¿quién duerme?
La única diferencia con Raúl Castro en el poder es que él es más
organizado que su hermano, y partidario de respetar formalidades:
congreso del partido cada cinco años, Asamblea Nacional cada seis meses,
plenos del comité central cada varios meses. Eso intenta mantenerlo.
Pero no significa que lo que se imponga en esos circos no sea la
voluntad del Castro en el poder en ese momento.
A diferencia del hermano, el general —formado en criterios militares de
estados mayores— escucha a sus subordinados antes de tomar decisiones.
Pero cuando las toma y dicta la "orden de combate", exige cumplirla a
rajatabla. También a diferencia del invicto sin victorias, "tronar" a un
subordinado no lo ve como algo personal, sino necesidad de negocios.
Como Vito Corleone.
Más allá de manifestaciones superficiales y de estilo, no habrá muchas
diferencias en este congreso con los anteriores. Seguirán apostando a la
empresa estatal contra privados y cooperativas, confirmando la
definición de Albert Einstein sobre la locura. Continuarán pretendiendo
exigir a EEUU esto o aquello, sin aceptar que están muriendo de hambre y
nada podrá impedirlo si no cambian. Permitiendo un concierto de los
Rolling Stones y reprimiendo opositores. Prometiendo futuro al pueblo,
sin cumplir nunca. Condenando "al imperio" y babeándose por sus dólares.
Exaltando al "líder histórico" y desmontando su tenebrosa obra, no por
principios, sino por conveniencia y oportunismo.
Al fin y al cabo siempre ha sido así: porque el partido comunista no es
inmortal, sino inmoral.

Source: Ni aplazamiento ni rehabilitaciones: el Partido es inmoral -
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http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/ni-aplazamiento-ni-rehabilitaciones-el-partido-es-inmoral-325284

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