TRANSPORTE
Tener o no tener un auto
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 23 Oct 2013 - 9:43 am.
Dan movilidad, pero son un lastre para el bolsillo y la psiquis de los
propietarios.
En cualquier país la adquisición de un auto, sea nuevo o de uso, suele
representar un motivo de satisfacción para el nuevo dueño. En Cuba, si
adquirir un vehículo exige superar numerosos obstáculos, mantenerlo
funcionando requiera vencer muchos más.
En primer lugar, los autos nuevos solo pueden adquirirse si previamente
el Estado otorga el derecho a ello, generalmente a funcionarios de
organismos políticos y gubernamentales, oficiales de las fuerzas
armadas, algunos profesionales (sobre todo del sector de la salud, tras
cumplir misiones en el exterior), artistas (principalmente músicos),
algunos intelectuales y deportistas de alto rendimiento con resultados
relevantes en eventos internacionales. En todos los casos, es requisito
indispensable la fidelidad demostrada a la ideología y la política
gubernamentales.
En segundo lugar, el decreto que autoriza la compraventa de vehículos
entre nacionales —algo que ya se hacía de forma ilegal—, se refiere
únicamente a los que están en uso con varios años de explotación.
Estamos hablando de los que durante mucho tiempo han transitado por
nuestras deterioradas calles y avenidas: vehículos de los años 40 y 50,
los primeros conocidos como "almendrones", mayoritariamente de
fabricación norteamericana, algunos alemanes e italianos, y los
incorporados del otrora campo socialista, fundamentalmente de la extinta
Unión Soviética y Polonia. En los últimos años se han agregado, aunque
en reducidas cantidades, vehículos de Japón, Corea del Sur, Alemania,
Brasil y, últimamente, China.
El propietario de un vehículo debe enfrentarse a diferentes problemas,
siendo uno de los más importantes la adquisición de combustible: deberá
pagar por cada litro 1,20 CUC en pesos convertibles, si es gasolina
regular, y 1,40 CUC si es especial. Esto representa, en el primer caso,
el salario de dos días en moneda nacional (29 CUP), y en el segundo, de
más de dos días (33 CUP), sobre la base de un salario medio mensual de
440 CUP.
El siguiente problema se refiere a las grasas y lubricantes, faltantes
en los garajes que ofrecen el servicio de fregado y engrase en moneda
nacional, debiendo adquirirlos el propietario del auto en CUC, a precios
elevados, en los garajes de pesos convertibles, o en CUC o CUP, a menor
precio, en el mercado negro.
Sin embargo, estos problemas son nimiedades ante los que suponen tener
que enfrentar las reparaciones y la adquisición de piezas de repuesto,
neumáticos y baterías. Desaparecidos la mayoría de los talleres de
mecánica estatales, y no autorizados aún los particulares, las
reparaciones deben resolverse con mecánicos particulares, que pueden
trabajar en un local estatal desprovisto de equipamiento (previo acuerdo
con el administrador correspondiente), en su casa, en la del propietario
del auto o en la calle, utilizando sus herramientas propias y, a veces,
hasta las del cliente.
Los precios, como es de suponer, se acuerdan directamente entre el
mecánico y el propietario del auto, siendo por lo regular elevados,
tanto en CUC como en CUP. Las principales piezas de repuesto, casi
siempre faltantes en las tiendas estatales, han de resolverse en el
mercado negro. Resulta habitual, en los alrededores de las tiendas
estatales, la presencia de ciudadanos equipados con celulares que, ante
cualquier solicitud, localizan inmediatamente la pieza o accesorio buscados.
En las tiendas estatales, en dependencia del tipo de vehículo, un
neumático puede costar entre 89 y 155 CUC (el salario medio de casi
cinco o de ocho meses) y una batería entre 90 y 175 CUC (el salario
medio de casi cinco o de nueve meses). En el mercado negro pueden
adquirirse a 60-80 CUC los neumáticos y a 90-110 CUC las baterías.
Tal parece, aunque esa no sea la intención, que el Estado, con sus
elevados precios de venta a los ciudadanos, estimula la existencia de la
ilegalidad, máxime cuando todos estos artículos o la mayoría, provienen
del "desvío de recursos" y del hurto en los almacenes y tiendas estatales.
Y mejor no tratar el tema de la chapistería y la pintura, porque estos
servicios, más el costo de los materiales (chapa metálica, acetileno,
soldadura, pinturas, diluentes, etcétera), alcanzan cifras siderales,
del orden de los cientos de CUC.
La decisión sobre tener o no tener un auto en Cuba exige mucha
reflexión: si bien resuelve un problema ante la escasez del transporte
público y representa libertad de traslado, constituye una carga
demasiado pesada para cualquier bolsillo y la psiquis del ¿feliz?
propietario.
Source: "Tener o no tener un auto | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1382514238_5618.html
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