Carromero: indignación e impotencia
La investigación del asunto con plenas garantías entra hoy por hoy en el
capítulo de los sueños irrealizables, porque se le pide justicia y
verdad precisamente al "gobierno cubano".
Joan Antoni Guerrero Vall
agosto 08, 2013
Un fuerte sentimiento de indignación e impotencia es lo que genera el
conocer los nuevos detalles del caso del accidente que costó la vida a
Oswaldo Payá y Harold Cepero. Las nuevas declaraciones de Ángel
Carromero nos dan más datos sobre la truculencia del suceso y arrojan
nueva luz sobre el proceder del régimen en un caso que requiere una
investigación internacional pero, además, que sea llevada a cabo por
expertos totalmente imparciales, sin ningún tipo de enlace con el
gobierno cubano.
Está claro que lo de la investigación del asunto con plenas garantías
entra hoy por hoy en el capítulo de los sueños irrealizables, porque se
le pide justicia y verdad precisamente a un ente, el llamado
artificiosamente como "gobierno cubano", que promueve todo lo contario,
es decir, la injusticia y, que además, basa su existencia en la mentira.
Es poco probable que entestarse en llamar y considerar gobierno a la
asociación de individuos que maneja los hilos del poder en la Isla sea
el mejor camino para esclarecer los hechos. Pero es evidente que no
queda otra solución. Con esa gente habrá que verse las caras.
Ahora bien, ¿se les puede obligar? ¿Se les puede de algún modo
coaccionar para que esa exploración se lleve a cabo en Cuba de forma
segura y confiable? ¿Por qué un gobierno ilegal –de acuerdo a su
mantenimiento en el poder en base a un sistema antidemocrático- dispone
todavía de este margen de actuación e impunidad frente a una población
sin instrumentos para defenderse, ni tan siquiera de una mínima libertad
de expresión? La familia Payá habla de nuevos testimonios que han ido
llegando progresivamente en los últimos meses desde dentro de la Isla.
Está claro que habría que procurar inmediatamente protección a esas
personas, dado que sus versiones serían relevantes para determinar lo
que pasó ese fatídico 22 de julio en las proximidades de Bayamo.
Hasta este momento no se ha producido una reacción por parte del régimen
a las nuevas declaraciones de Carromero, pero está claro que no van a
dar fácilmente su brazo a torcer, acostumbrados como están a que nadie
se decida a meterlos en cintura y a sacar pecho incluso cuando todas las
evidencias están al descubierto. Van a usar la militancia de Carromero
en un partido conservador para desviar la atención y, ayudados por sus
contactos en España, van a insistir en el asunto del carnet retirado y
en otros detalles como que los diplomáticos españoles calificaron de
impecable el proceso judicial llevado a cabo por la dictadura.
Resulta entonces muy poco probable que la verdad sobre el caso Payá
pueda determinarse en poco tiempo, básicamente porque no existe una
voluntad política internacional para que se esclarezca. Tampoco resulta
probable, aunque sería una sorpresa agradable si así sucediera, que la
Audiencia Nacional española admitiera a trámite una virtual querella de
los Payá contra las autoridades cubanas. Hay que recordar, en este
sentido, que tenemos precedentes en este ámbito. En 2007 esta misma
Audiencia Nacional ya archivó una querella contra Fidel Castro
presentada por un grupo opositor en el exilio denunciando las muertes de
un grupo de prisioneros cubanos en los hechos de la Bahía de Cochinos en
1961.
En este asunto no faltará tampoco la ayuda que cierta prensa española
del ala izquierda prestará, como es de costumbre, a la casta castrista
de la que jamás son capaces de emitir juicios adversos. Es curioso que
aquellos que sistemáticamente critican gobiernos e instituciones
democráticas (y está bien que así sea) no encuentren ni el más mínimo
motivo para dudar de la palabra de un régimen comandado desde 1959 por
una pandilla de militares cuyos miembros hoy ya se acercan a su cien
aniversario. Si por un momento esta gente se pusiera al lado de la
justicia, quizás entonces estaríamos unos pasos más cerca de la verdad.
De momento, a esperar y confiar en un nuevo giro.
Source: "Carromero: indignación e impotencia" -
http://www.martinoticias.com/content/article/26202.html
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