The Washington Post: La cultura del miedo prevalece en Cuba
Publicado el Miércoles, 06 Marzo 2013 03:01
Por Café Fuerte	
Al publicar las revelaciones del político español Angel Carromero con 
una versión que echa por tierra el relato oficial en torno al accidente 
fatal de los disidentes Oswaldo Payá y Harod Cepero, el pasado año, el 
diario The Washington Post ha levantado su voz para reclamar una 
investigación internacional independiente sobre el caso.
El testimonio de Carromero se produce al calor de otros acontecimientos 
significativos de los últimos días: las declaraciones de la hija de 
Payá, Rosa María Payá Acevedo, tras su encuentro con él en Madrid, el 
pasado 16 de febrero; la divulgación de los mensajes de texto emitidos 
ese día y conservados en el teléfono del sueco Aron Modig; y la 
confirmación reciente de Modig de que transmitió esos mensajes a 
amistades suyas en Suecia tras ocurrir el incidente.
La entrevista concedida por Carromero a The Washington Post ha causado 
también gran impacto en los medios de comunicación españoles.
Reproducimos el editorial aparecido en las páginas del influyente diario 
estadounidense, que reclama el hallazgo de la verdad como una manera de 
preservar el legado de Payá y su lucha por los derechos fundamentales 
del pueblo cubano.
UN TESTIGO PRESENCIAL DE LA MUERTE DE OSWALDO PAYÁ DECIDE HABLAR
En octubre 2003, el disidente cubano Oswaldo Payá escribió una carta 
desde La Habana a su mentor Vaclav Havel, ex presidente checo y 
dramaturgo disidente que luchó para derrocar al régimen comunista. En 
ese momento, las esperanzas de Payá en una mayor libertad en Cuba 
estaban siendo aplastadas por Fidel Castro en una ofensiva de gran 
alcance. Decenas de sus amigos y colegas estaban siendo arrojados a la 
cárcel. "Todavía vivimos en un entorno formado por la cultura del miedo 
que genera el régimen comunista a lo largo de toda la sociedad", se 
lamentó Payá en su carta.
Casi nueve años después -el 22 de julio del 2012- Payá, de 60 años, 
murió en un accidente automovilístico en la provincia oriental de 
Granma, cerca de la ciudad de Bayamo, junto con otro activista, Harold 
Cepero. Ambos eran pasajeros del asiento trasero de un vehículo 
alquilado. La familia de Payá ha cuestionado la versión oficial del 
accidente: El auto iba a exceso de velocidad y se proyectó contra un 
árbol. Hoy hemos publicado las respuestas a preguntas que le hicimos al 
hombre que estaba al volante ese día, Ángel Carromero, quien fue 
encarcelado y condenado por homicidio vehicular en Cuba después del 
accidente. Carromero, de 27 años, vice secretario general del gobernante 
Partido Popular de España, fue liberado y enviado en diciembre a España 
para cumplir su condena, y él habló aquí por primera vez desde que salió 
de Cuba.
Sus palabras son un testimonio sobre la "cultura del miedo" que perdura 
en Cuba.  Carromero ofrece un relato sombrío y detallado de cómo el auto 
que conducía fue embestido por detrás por un vehículo con placa del 
gobierno cubano; él dice que esto causó el fatal accidente. Carromero 
alega que fue drogado y luego interrogado, y su vida se vio amenazada. 
Bajo presión, apareció en un video realizado por las autoridades 
cubanas. "Ningún otro vehículo nos golpeó por detrás", dijo en la 
grabación. Pero el video era una farsa. Carromero dice que estaba 
repitiendo las palabras escritas en un cuaderno por un funcionario 
cubano para que lo leyera, y que fue obligado a firmar una confesión que 
distorsionaba lo que ocurrió.
La historia de Carromero es una pesadilla: un impacto repentino por 
detrás, inyecciones misteriosas, el encarcelamiento en una celda plagada 
de cucarachas y advertencias severas para repetir mentiras oficiales. 
Carromero dice que había ido a Cuba por su cuenta y estaba conduciendo 
ese día para ayudar a un campeón de los derechos humanos, el señor Payá, 
quien había ganado el Premio Sájarov de la Unión Europea y fue nominado 
por Havel para el Premio Nobel de la Paz. Ahora, la familia de Payá ha 
pedido a Carromero que rompa su silencio. "Cuando ellos me pidieron la 
verdad, yo no quise ocultarla", nos dijo. Su decisión es un valente 
homenaje a los principios de Payá.
Desde su juventud, Payá fue independiente de pensamiento y espíritu. Se 
negó a ser miembro de la Liga de la Juventud Comunista y en 1968 fue el 
único en su clase que se negó a apoyar la invasión soviética a 
Checoslovaquia para aplastar la Primavera de Praga. Eso le costó a Payá 
tres años en un campo de trabajo forzado, pero él nunca perdió la 
inspiración en el ejemplo de los checos y los eslovacos, así como en los 
polacos y los húngaros que se resistieron a la opresión. Ingeniero y 
católico, visitó Praga años más tarde, después del fin de la dominación 
soviética, y recordó en la carta a Havel: "Fue como viajar al futuro y 
encontrar la prueba de que es posible liberarse".
En la búsqueda de esa libertad, Payá fue el artífice del Proyecto 
Varela, una petición del 2002 que buscaba un referendo nacional para 
garantizar la libertad de expresión y asociación, la amnistía para los 
presos políticos y elecciones libres. La petición atrajo a más de 11,000 
firmas y sacudió al régimen de Castro y su cohorte, provocando un 
operativo en el que decenas de firmantes de la petición fueron enviados 
a las mazmorras. Payá no fue encarcelado, pero su familia recuerda que 
estaba bajo vigilancia constante. Apenas dos meses antes de morir, se 
vio involucrado en otro sospechoso accidente en el que un vehículo 
apareció de súblito en una calle de La Habana y golpeó el suyo. Payá 
resultó levemente herido.
El pasado verano, cuando el carro que conducía Carromero perdió el 
control en plena vía, las autoridades cubanas debieron haber concluido 
que por fin habían silenciado a Payá y no oirían nada más sobre él. 
Probablemente pensaron que habían intimidado y obligado también al 
silencio al joven español. Pero fracasaron. Ahora tenemos un testigo 
presencial que sugiere firmemente que agentes castristas planearon matar 
a Payá y luego intentaron encubrir el asesinato.
La única acción apropiada en este caso es convocar a una investigación 
internacional que puede ser realmente independiente y descontaminada de 
los métodos ejercidos por los matones del régimen castrista. El legado 
de Payá tiene que ser el hallazgo de la verdad acerca de su muerte, y 
desplegar esa verdad para que todos la vean, especialmente el pueblo de 
Cuba, para el que Payá reclamaba nada menos que el derecho a vivir 
libres de tiranía.
http://cafefuerte.com/cuba/noticias-de-cuba/politica/2650-the-washington-post-la-cultura-del-miedo-prevalece-en-cuba
 
 
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