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Wednesday, April 20, 2011

Viviendo en la ambigüedad

VI Congreso del PCC, Cambios

Viviendo en la ambigüedad

Mientras en Cuba el aumento del papel del mercado y la propiedad privada
pueden elevar el bienestar y la independencia económica de la población,
ciertos rasgos autoritarios se mantienen o refuerzan

Arturo López-Levy, Denver | 19/04/2011

Hay personas en Cuba y el exilio que hastiados del castrismo quisieran
que no hubiese ninguna reforma en Cuba, para que el deterioro de la
situación galvanice el descontento y una rebelión ocurra. Hay otros en
Cuba que, disfrutando de los privilegios del sistema comunista,
quisieran que no hubiese reforma alguna, para seguir disfrutando del
estatus concedido por familia, lealtad ideológica o simplemente
oportunismo. Hay otros muchos que quisiéramos que Cuba iniciara reformas
ordenadas que terminen con gradualidad en un sistema político y
económico coherente con todos los derechos humanos, civiles y políticos,
económicos, culturales y sociales, recogidos en la Declaración Universal.

El informe central al VI Congreso del Partido Comunista, presentado por
Raúl Castro, apunta a una Cuba en la que ninguno de los tres grupos
posiblemente quedará satisfecho. La proposición de reformas se inserta
en un diseño de cambio económico dentro de una continuidad política
unipartidista. Tal formulación implica que puede haber avances de
legitimidad, libertades y bienestar en algunas áreas mientras no se
avanza, o incluso se producen reforzamientos autoritarios en otras. Es
una Cuba que puede llegar a combinar la posible prosperidad y el consumo
alegre de un crecimiento económico orientado al mercado, con la
permanencia de los repudiables actos de repudio.

Los dilemas de la reforma económica

El informe refleja un conjunto de propuestas generalmente asociadas a
proposiciones heterodoxas dentro de los partidarios del Gobierno.
Posiciones a favor de límites de mandato, la descentralización, la
revalorización del mercado como herramienta de desarrollo, la separación
de funciones partidistas y estatales, el aumento de la representación de
mujeres, negros, mestizos y jóvenes en la dirección del Gobierno y a
favor de balances y contrapesos entre las ramas de Gobierno y el PCC,
han estado presentes en los debates internos cubanos desde la década de
los 80.

En la práctica, la transición a un modelo de economía mixta, con
descentralización del Estado y un importante sector no estatal,
considerados en el pasado como antitéticos a la ideología oficial, ha
comenzado. El presidente Raúl Castro ha tomado (robado dirían algunos)
agendas promovidas en el pasado por grupos reformistas o incluso
opositores y ha planteado implementarlos desde la dirección del PCC. El
reto está en que pueda hacer esas reformas con una burocracia educada en
la hostilidad a esos conceptos.

Hacer una reforma económica, hacia el mercado y la reducción de la
función distributiva del estado, es una decisión tomada. Las preguntas
que se hace el PCC se refieren a su rapidez, modo, secuencia, alcance y
gradualidad. Las respuestas del informe a ese respecto son todavía
mínimas. Se insinúa un enfoque gradualista a partir de descartar
terapias de choque al estilo de los paquetes del FMI y la eliminación
repentina de la libreta de racionamiento. Pero no hay todavía una visión
integrada o modelo de economía alternativa al actual, ni una discusión
de los riesgos políticos que el PCC va a correr para implementarla.

Si como plantea el informe, los contratos serán la "herramienta
reguladora de las interrelaciones entre los actores económicos", el
Gobierno tiene significativo atraso en el diseño de los mismos. No hay
leyes viables de bancarrota, ni mecanismos legales creíbles de solución
de conflictos entre prestamistas y prestatarios, ni leyes apropiadas de
protección del consumidor o la competencia económica.

¿Se compromete el PCC a un modelo económico en el que empresas
estatales, cooperativas o privadas pueden quebrar? ¿Cómo va a actuar el
Gobierno cuando un prestatario no pague un crédito? ¿Cuáles son las
regulaciones para reestructurar deudas en el menor tiempo posible o
disponer de valores embargados? ¿Qué bienes serán usados como
colaterales para brindar créditos?

Como solución a esos problemas el informe propone al congreso la
creación de una Comisión Permanente del Gobierno para la Implementación
y desarrollo de la reforma. La Comisión incluye un subgrupo jurídico que
deberá proponer cambios a las leyes, anunciando incluso cambios
constitucionales. La Comisión parece ser la instancia con el poder
estratégico para reformar las reformas, algo que ha ocurrido hasta ahora
de manera ad hoc con respuestas puntuales a demandas generadas por los
cambios, como la creación de un mercado de créditos para los productores
privados y la ampliación de las tierras otorgadas bajo el decreto 259.

En primera instancia, la credibilidad de esa comisión dependerá de
quiénes son sus integrantes y qué rango ocupan, particularmente su
presidente, en la estructura partidista y del Gobierno. Se deduce
entonces que Marino Murillo será uno de los promovidos al Buró Político.
Su ascenso, sin embargo, no es necesariamente una bendición personal,
pues el cargo asignado requerirá muchos choques con la burocracia y los
poderes establecidos. Tendrá muchos enemigos, pero alguien tiene que
promover y coordinar los cambios. Para poner una tortilla en la mesa de
los cubanos, el PCC tendrá que romper huevos.

Ajustes políticos asociados a la reforma económica

Un tercio del discurso se refirió a la necesidad de un cambio de
mentalidad y un relevo de cuadros. La adopción del principio de límites
de mandatos (dos períodos de cinco años) representa un paso histórico
hacia la creación de formas institucionales de liderazgo. El PCC ha
aceptado que un tipo no carismático de liderazgo requiere
institucionalizar la sucesión presidencial y la política de cuadros con
límites y balances de poderes.

Es el inicio de una liberalización política que sustituye el modelo de
"Fidel al timón" por una dinámica de pluralismo institucional y política
burocrática, donde agrupamientos generacionales, de región, y de sector
dentro del Gobierno serán más relevantes. En el corto plazo, el informe
alerta que no hay disponible "una reserva de sustitutos" apropiadamente
preparados, por lo que se trabajará en crear el relevo generacional en
los próximos cinco años, incluyendo el de la máxima dirección del
Gobierno y el PCC. Tal planteamiento prepara el camino para un segundo
secretario de la generación histórica, dejar vacante la plaza o
simplemente nombrar a varios segundos secretarios.

En términos de la política de cuadros, la crítica a la promoción "por
helicóptero" de líderes jóvenes a cargos principales, es quizás la más
demoledora. La propuesta raulista de una política de cuadros
institucionalizada implica un rechazo implícito a los nombramientos
típicos del modelo de "Fidel al timón" donde algunos dirigentes de
primer rango como Roberto Robaina, Felipe Pérez y Carlos Lage fueron
escogidos en congresos de organizaciones juveniles y elevados
directamente a ministerios o al Grupo de Apoyo del Comandante en Jefe y
de allí a altos puestos en el Gobierno.

Una tendencia reiterada en el informe es la de enfatizar la preparación
técnica de los cuadros del PCC y el Gobierno, especialmente en el área
económica. Raúl mencionó la incorporación de cursos de contabilidad y
economía como parte del sistema de escuelas del partido y la promoción
de los cuadros, paso por paso, desde la base, y relacionada
fundamentalmente con áreas de especialización. En la administración del
Estado, se subraya la experiencia técnica mientras se critica el
requisito tácito de militancia comunista para ocupar posiciones de alto
rango en el aparato estatal. Es el fin del famoso chiste popular de "el
que sabe, sabe y el que no, es jefe".

Las referencias en el discurso a los estatutos del PCC y el
funcionamiento de comisiones para actualizar las estructuras del
Gobierno y el PCC a partir de nuevos sistemas de regulación,
planificación e información reflejan una voluntad de
institucionalización partidista y ejercicio asertivo de normas
constitucionales. Aquí hay una crítica implícita al voluntarismo,
característico del liderazgo fidelista. El informe de Raúl Castro
propone una regularización de los plenos del Comité Central, por lo
menos dos veces al año, sugiriendo la discusión como punto central de
los mismos y en las sesiones de la Asamblea Nacional de una evaluación
de la marcha de la reforma y el cumplimiento del plan económico.

Pocos retos parecen más grandes para el PCC que el tema de separar sus
funciones y roles reguladoras y supervisoras de la gestión ejecutiva del
Estado. Es un asunto viejo, esporádicamente ventilado pero nunca
resuelto. Uno de los mayores bloqueos a esta separación es la unión por
artículo constitucional, artículo 74, de las funciones de Presidente del
Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. ¿Propondrá la Comisión de
Implementación y Desarrollo una separación de esas funciones? ¿Será esa
una de las reformas constitucionales que Raúl Castro insinuó?

Los lineamientos como orientación para el trabajo del PCC en los
próximos años

Expresión de un cambio de mentalidad es que el informe del PCC trazó su
límite ideológico "socialista" no en la existencia o la promoción de la
propiedad privada, sino en el rechazo a su concentración. Tal
formulación expresa que las fronteras ideológicas se han movido y que la
dinámica desatada por el proceso de reformas puede volver a moverlos.

A diferencia del V Congreso que percibió el trabajo por cuenta propia
como una concesión necesaria al mercado en aras de la supervivencia
política, este informe celebra como un éxito que 200 mil nuevas
licencias de trabajo no estatal fuesen otorgadas desde octubre a la
fecha. Por primera vez, se dice que la promoción, respaldo y protección
del sector no estatal debe ser una prioridad de las autoridades, "a
todos los niveles".

No se debe subestimar el papel de la discusión de los lineamientos de
política económica y social y su reformulación en el proceso masivo de
debate. Según los datos ofrecidos por el informe de Raúl Castro y que
expresan la visión del PCC sobre las demandas ciudadanas y de desarrollo
a atender con prioridad, el grueso de los cuestionamientos a las
políticas propuestas se ubicó en las áreas asociadas al bienestar de la
población, "política social" (la libreta de racionamiento [comida] como
tema más planteado y la aplicación de los despidos), "políticas
macroeconómicas", vivienda, transporte y el "modelo de gestión
económica". Es alentador que los temas educación y salud siguen siendo
prioritarios en la visión de la población y que el Gobierno ratifique su
compromiso a mantenerlos. (p.7)

Relaciones Internacionales

En el análisis del contexto internacional resalta la ausencia de
referencias a China y Vietnam, y el énfasis en la temática
latinoamericana de integración.

El centro de la atención en este acápite fueron las relaciones con EEUU,
en que lo único novedoso fue una corta referencia a como "la actual
administración ha decidido algunas medidas positivas, pero sumamente
limitadas". Tal aseveración fue acompañada por una historia
relativamente extensa, para un documento de veintitantas páginas, sobre
las agresiones de EEUU a Cuba en los últimos cincuenta años. Es evidente
que este recuento histórico busca refutar el planteamiento del
presidente Obama en Chile sobre iniciar una nueva etapa con tabula rasa
respecto al pasado.

El congreso ratificó la visión partidista de que la política de embargo
está totalmente desacreditada internacionalmente y que en lo esencial el
PCC no hará concesiones políticas para cambiarla.

Nacionalismo y relaciones PCC-sociedad civil

El informe situó la reciente liberación de los prisioneros y el diálogo
con la Iglesia católica como contribuciones a "la unidad de la nación",
una formulación que el PCC prefiere al concepto de "reconciliación
nacional" promovido por varias comunidades religiosas, incluyendo la
Iglesia católica, y sectores moderados del exilio y la oposición interna.

Un símbolo de los nuevos tiempos en la relación del PCC con los actores
más relevantes de la sociedad civil fue el elogio al Cardenal Ortega y
al presidente de la Conferencia de Obispos, Monseñor Dionisio García. La
referencia al diálogo con la jerarquía de la Iglesia "cuyos criterios no
son siempre coincidentes con los nuestros" ofrece también una
metodología de posible expansión a otros actores en el interior del país
y el exilio: "respeto mutuo, lealtad y transparencia". La condición para
dialogar no es la aceptación de la ideología marxista sino la comunión
madura en el nacionalismo, particularmente en la defensa de la
independencia nacional.

El tema aquí no es de concepto (la mayoría del pueblo cubano repudia las
sanciones del embargo, como lo hizo Juan Pablo II por "inmorales,
ilegales y contraproducentes") sino de implementación. ¿Abrirá el
Gobierno la reforma económica y su formulación sobre la "unidad de la
nación" a todos los cubanos de Cuba y las diásporas, que repudian al
embargo y el plattismo intervencionista de sus promotores? ¿Tendrá la
flexibilidad para desarrollar un diálogo de "respeto mutuo, lealtad y
transparencia" con aquellos nacionalistas cuyos criterios ideológicos no
sean "siempre coincidentes" con los suyos? ¿Ajustará la política
migratoria cubana a esa enunciación política sobre la unidad de la nación?

Viviendo en la ambigüedad

El presidente Raúl Castro ha planteado al menos una liberación parcial
del pluralismo y la iniciativa económica del pueblo cubano, en los
marcos del sistema unipartidista. ¿Por cuánto tiempo podrá hacerlo?
¿Cómo se puede dejar la mitad económica del genio salir de la botella
mientras se retiene la parte política bajo control?

Como han demostrado China, Vietnam, Taiwán, y el México del PRI, ese
juego de separar libertades económicas y políticas es posible, pero
riesgoso. A la larga, las reformas económicas generan fuertes presiones
para cambios políticos. Uno de los secretos más subvalorados de todos
esos países es que en paralelo con los cambios económicos fue
imprescindible generar aperturas políticas graduales, que al menos en
los dos últimos casos terminaron forzando una democratización con
elecciones competitivas.

Cualquiera que sea la dinámica cubana a largo plazo, la Isla se adentra
en un contexto en el cual el aumento del papel del mercado y la
propiedad privada pueden elevar el bienestar y la independencia
económica del pueblo mientras ciertos rasgos autoritarios se mantienen o
refuerzan. Cuba no se transforma en una democracia tolerante, pero una
significativa expansión de las libertades económicas ha empezado. Los
actores favorables a una Cuba más abierta al mundo y a sus ciudadanos
tendrán que vivir con esa ambigüedad.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/viviendo-en-la-ambigueedad-261021

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