Jimmy Carter en La Habana
Oscar Espinosa Chepe
Jimmy Carter, ex presidente de EEUU, visitó Cuba por segunda vez del 28
al 30 de marzo. La primera ocasión fue en mayo de 2002, cuando ganó la
simpatía del pueblo cubano por su carácter afable y sincera disposición
a contribuir al entendimiento entre Cuba y Estados Unidos.
Se recuerda su conferencia en el aula magna de la Universidad de La
Habana, donde con una honestidad ejemplar, al mismo tiempo que criticó
aspectos de la política norteamericana hacia Cuba, proclamó
respetuosamente la necesidad de libertad y democracia en la Isla,
refiriéndose elogiosamente al Proyecto Varela, entonces llevado a cabo
por la disidencia. Magistrales fueron sus respuestas a preguntas mal
intencionadas que le formularon algunos individuos preparados para ello.
Jimmy Carter, junto a Nelson Mandela y el arzobispo Desmond Tutu,
representa el pequeño grupo de personalidades que hoy desde posiciones
no oficiales reflejan la conciencia de la humanidad y las aspiraciones
de un mundo más justo y democrático. Durante la reciente visita a La
Habana desplegó una actividad increíble para una persona de 86 años y
larga trayectoria de trabajo. Sostuvo un prolongado encuentro con el
presidente Raúl Castro, y se entrevistó con el cardenal Jaime Ortega, la
comunidad judía, y el ex presidente Fidel Castro, y otras autoridades.
Asimismo pudo reunirse con el contratista Alan Gross, condenado
injustamente a 15 años de cárcel.
Singular importancia tuvo su encuentro con miembros de la disidencia y
ex presos de conciencia, en un claro respaldo al movimiento de defensa
de los derechos humanos y la democracia en Cuba, lo cual legitima a
quienes en muy difíciles condiciones luchan pacíficamente por cambios
hacia una sociedad plural y con justicia social. Antes de marcharse
realizó una conferencia de prensa y dio una entrevista a la televisión
cubana, trasmitidas íntegramente posteriormente.
En esta oportunidad, Carter mostró su nivel ético, su coraje y su
condición humana. Al igual que en su intervención en la universidad hace
casi 10 años, fustigó la fracasada política norteamericana hacia Cuba,
demandó el cese del embargo y que fuera sacada de la lista de países
terroristas del Departamento de Estado. Con igual energía abogó por la
apertura económica y política en la isla, defendió el derecho de los
cubanos a expresarse, asociarse, y salir y regresar libremente.
Siempre con el mayor respeto demandó la liberación de Alan Gross y
expresó que los 5 cubanos prisioneros en Estados Unidos sean
excarcelados. No obstante dejó claro que ambos casos son totalmente
diferentes.
Para el gobierno de Raúl Castro la visita de Carter podría constituir la
posibilidad de iniciar el proceso de reducción de la confrontación con
Estados Unidos y corresponder a los gestos positivos tomados por el
presidente Obama desde que asumió la presidencia. En primer lugar, Alan
Gross deberá ser liberado, al carecerse de pruebas contundentes sobre
propósitos reales de subvertir el orden interno. Las autoridades no han
nombrado ni a una sola persona que hubiera recibido las técnicas que se
dice el contratista trajo. Pero aun cuando facilitara a la comunidad
judía cubana algún equipo de comunicaciones, ha sido castigado en
demasía por ese supuesto hecho delictivo.
Regímenes sumamente represivos como los de Irán y Corea del Norte han
devuelto a ciudadanos norteamericanos que sin autorización traspasaron
sus fronteras, dando muestras de sentido común y conmiseración hacia las
familias de los detenidos. En el caso de Cuba, además, quitaría un
obstáculo que dificulta a la Administración Obama continuar dando pasos
para desmontar la actual política hacia Cuba, presionada como está por
elementos conservadores.
Esta visita en vísperas del VI Congreso del PCC debe llevar al gobierno
cubano a meditar sobre la importancia y la urgencia de cambios reales
para salir de la crisis. Si existiera voluntad política, este hecho
pudiera convertirse en un punto de inflexión en las relaciones
cubano-norteamericanas hacia el entendimiento. Las autoridades deben
entender que hacer cambios no significa en modo alguno satisfacer
presiones exteriores, sino las crecientes demandas de un pueblo
asfixiado por un modelo económico, político y social fracasado. Deben
tomar nota de los actuales acontecimientos mundiales y como en un efecto
dominó pueblos privados de libertad por regímenes represivos durante
decenios se levantan en procura de libertad y progreso.
Pensar que esas tendencias globales no llegarán a Cuba, en un mundo tan
interconectado como el actual, es un grave error. Por muy eficientes que
puedan ser las fuerzas represivas, llegado a un punto de insatisfacción
las fuerzas populares se impondrán.
Es sabio encontrar una solución de concordia y reconciliación para
evitar llegar a enfrentamientos entre cubanos.
Economista y periodista independiente cubano.
http://www.elnuevoherald.com/2011/04/05/v-fullstory/916837/oscar-espinosa-chepe-jimmy-carter.html
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