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Thursday, April 07, 2011

El ladrón que devuelve lo robado

El ladrón que devuelve lo robado

El vuelo que traerá a España a medio centenar de presos políticos
cubanos y a sus familias representa, prácticamente, el fin del proceso
LUIS AYLLÓN
Día 07/04/2011

El vuelo especial que traerá a España a medio centenar de presos
políticos cubanos y a sus familias representa, prácticamente, el fin del
proceso puesto en marcha por el régimen castrista de acuerdo con la
Iglesia Católica de Cuba para devolver la libertad a unos 130
disidentes, encarcelados por el grave delito de querer para su país un
régimen democrático.

En ese proceso, el Gobierno de Zapatero ha desempeñado un papel
fundamental, en el que pueden verse, sin duda, aspectos positivos, pero
que en el fondo no contribuye a poner fin a la dictadura cubana.

El ex ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos descubrió pronto en
Cuba el espacio idóneo para ejercer lo que ha sido el «leit motiv» de la
política exterior del Ejecutivo: hacer lo contrario de lo que hacían los
Gobiernos del PP. Si Aznar había forzado la máquina para conseguir que
Europa aumentara sus exigencias a las autoridades castristas, abriendo
las puertas de las embajadas en La Habana a los opositores, ahora había
que hacer todo lo contrario. Se trataba de practicar el diálogo, bálsamo
de Fierabrás, que iba a curarlo todo. Había, que hablar con los Castro
como si no fueran unos dictadores e ignorar a los disidentes del
interior de la isla, porque, de lo contrario, no se podía dialogar con
el régimen.

Eso es lo que sucedió en las visitas que Moratinos hizo a Cuba para ver
a su colega y amigo Felipe Pérez Roque, caído posteriormente en
desgracia. Contrariamente a lo que hicieron Aznar o su ministro de
Exteriores Abel Matutes cuando viajaron a Cuba, Moratinos se negó a
recibir a los Oswaldo Payá, Elizardo Sánchez o Yoani Sánchez y asistió,
sin mover un músculo de la cara, a la afirmación de Pérez Roque ante los
periodistas de que en Cuba no había presos políticos.
«El hombre de Castro»

Paralelamente, el ministro se embarcó en una campaña ante sus socios de
la UE para que levantaran la Posición Común que reclamaba reformas
democráticas a los cubanos antes de cualquier acuerdo con los
Veintisiete. Aquello le costó que le adjudicarán el poco honroso título
de «El hombre de los Castro en Europa», sin que finalmente pudiera
disipar las reticencias de los países que no creen que el castrismo vaya
a impulsar reformas democratizadoras.

Con el tiempo, llegó la posibilidad de apuntarse un tanto, cuando el
cardenal Jaime Ortega alcanzó un acuerdo con Raúl Castro para la
liberación de presos de conciencia. Moratinos ofreció España como lugar
de acogida de lo que, en la práctica, se ha convertido en un proceso de
deportación de los elementos molestos para el castrismo. Sólo una decena
de esos presos liberados ha podido quedarse en la isla y nadie garantiza
que no vuelvan a ser detenidos u hostigados si el régimen lo ve
conveniente, como está sucediendo con el periodista Guillermo Fariñas o
con la madre del preso Orlando Zapata, muerto tras una huelga de hambre.

El resto, con sus familias, emprendieron el camino del destierro,
mayoritariamente a España. Es cierto que es preferible vivir libre que
hacerlo entre rejas, pero no hay por qué premiar a los Castro por
liberar a quienes nunca debieron ir a la cárcel. Si alguien le roba a
usted todo lo que hay en su casa y, al cabo de unos años, se lo devuelva
con cuentagotas, no tiene que dar las gracias al ladrón. Mucho menos si
la condición para ello es que abandone usted el lugar donde esta
viviendo. Eso es lo que ha sucedido con la mayoría de los presos,
forzados a aceptar un exilio no querido, para vivir —en condiciones
difíciles y con escasas expectativas de futuro— en otro país, y sin
poder regresar al suyo, porque, para ello, precisan que lo autorice el
dictador.

Tag: Disidente, Represión

http://www.abc.es/20110407/espana/abcp-ladron-devuelve-robado-20110407.html

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